Un niño de un año y cuatro meses de Rivadavia Banda Norte está internado grave por desnutrición en el Materno Infantil. El hospital negó información pero los padres conversaron con Cuarto Poder y pidieron ayuda a la comunidad. (Federico Anzardi)

Luis Alberto Cavana y Noelia Saravia son habitantes del paraje Los Ranchitos. Tienen un hijo de un año y cuatro meses que está internado desde el sábado 7 de noviembre en el Hospital Materno Infantil de la ciudad de Salta. El niño presenta un cuadro de desnutrición y está a punto de quedar ciego.

El nene empezó a tener problemas hace dos meses, pero recién la semana pasada fue examinado por un médico. Afuera del hospital, después de haber pasado las dos horas diarias que se le permite estar con su hijo, Cavana explica a Cuarto Poder que los agentes sanitarios “casi no van” al paraje.

Los Ranchitos está en el departamento Rivadavia, en el norte de la provincia. Allí viven siete familias pertenecientes a la comunidad wichi. Los Blancos, el pueblo más cercano, está ubicado a siete kilómetros de distancia.

“Si tenemos bicicleta recién podemos ir al pueblo”, dice el hombre, que la semana pasada consiguió una bicicleta y pudo avanzar con su hijo a cuestas para que un médico lo revisara. “El doctor dijo ‘no, está mal’. Primero lo quería derivar a Orán, después lo mandó directo a Salta”, cuenta Cavana. Se expresa con un hilo de voz y frases cortas. A un costado, su pareja lo observa en silencio y cuando le toca hablar lo hace con expresiones aún más secas. Pero lo poco que dicen alcanza para pintar un panorama sombrío.

El niño, nacido el 28 de julio de 2014, pesa seis kilos, cuando debería pesar el doble. Ya perdió la vista de uno de sus ojos y los médicos del Materno Infantil le dijeron a Cavana y a Saravia que es muy probable que el restante también sufra el mismo destino.

Problema común

Si las comunidades originarias son las más postergadas de Salta, el Instituto Provincial de Pueblos Indígenas (IPPIS), dependiente del Ministerio de Derechos Humanos, está a la altura de ese olvido. Sus oficinas podrían competir los primeros puestos en el ranking de las dependencias más descuidadas del gobierno. Los pisos rotos, carteles viejos, almanaques desactualizados y una evidente falta de cuidados básicos lo demuestran. Allí, el presidente Miguel Siares habla sobre la situación que le toca vivir al niño de Los Ranchitos.

“Sabemos que el problema de la desnutrición en el norte de la provincia es un tema bastante complejo. Deberíamos tener muchos más agentes sanitarios. Ellos deberían ser el auxiliar de la salud. Las comunidades alejadas, que viven en los montes, no pueden hacerse entender, por eso hemos insistido que deben haber más agentes sanitarios bilingües, que puedan tener un contacto directo entre las comunidades y los medios, los centros de salud y hospitales. Es la única manera. Desde el Ministerio de Salud pueden tener la mejor intención, la mejor planificación para trabajar, pero si no hay un contacto directo entre el hermano aborigen que tiene el problema y un representante de la salud, es un poco complicado”, dice.

Siares se disculpa y dice que no tiene los números precisos sobre desnutrición en las comunidades. Explica que a esos datos los maneja la licenciada Angélica Masa, en estos días de licencia.

Sin embargo, el presidente aporta otra información: cuenta que en Salta existen 480 comunidades, conformadas por “180 mil hermanos aborígenes” pertenecientes a los nueve pueblos que habitan la zona. Unas cien mil personas de ese grupo viven en el norte de la provincia. “Allí se ve la problemática más importante. Allí hace falta trabajar más. Articular, capacitar al hermano aborigen para poder trabajar en conjunto con el Estado”, dice.

Siares reconoce que casos como el del pequeño de Los Ranchitos son algo “muy común”, e insiste en remarcar que se debería “trabajar mucho más en ese sentido”.

El triste norte

Como ya Cuarto Poder aseguró en ediciones anteriores, información oficial recogida recientemente revela que el departamento Rivadavia, poblado por treinta mil personas, presenta una tasa de analfabetismo del 10,8% (la media nacional es de 1,9%). Las Necesidades Básicas Insatisfechas llegan al 49% de la población, hay escasa o nula actividad económica, dificultades en el acceso a servicios básicos como el agua, poca accesibilidad física entre los municipios del departamento y escasa accesibilidad de telecomunicaciones.

Sólo en Rivadavia Banda Norte hay 11% de analfabetismo. Allí, 35%  de la población vive en viviendas con piso de tierra, 47% en condiciones de hacinamiento, 19% no tiene baño,  25% no tiene electricidad, 82% no tiene agua caliente y 36% presenta signos de mala higiene en el hogar.

Cavana, de 27 años que parecen más, cuenta que llegó a Salta el lunes y que desde entonces duerme en el albergue que el IPPIS posee en Florida al 300. Su esposa duerme en el Hospital. Ella viajó en helicóptero, junto al pequeño, el sábado pasado, cuando la derivación se hizo efectiva. Los dos están con lo puesto, no tienen ropa para cambiarse, por lo que piden, a través de esta nota, la colaboración de la comunidad salteña. Cualquier aporte será bienvenido en el Materno Infantil (Avenida Sarmiento 1.301) después de las 9 de la mañana.

Siares se sorprende cuando escucha la novedad. Asegura que en el albergue existe “un roperito” para las personas que lo necesitan. “Nosotros tenemos un albergue para todos los hermanos que vienen a la ciudad por temas de salud, especialmente. Siempre vemos que viene gente chica y grande con problemas como cáncer y otras enfermedades complicadas. También vienen chicos con casos de desnutrición, pero son pocos los que vienen con esa problemática. Se pueden quedar una semana, treinta días, no hay problema con el tiempo. Se les da comida y techo”, cuenta.

Silencio, hospital

En el Materno Infantil no hay novedades oficiales sobre el caso del niño de Los Ranchitos. A través de su oficina de prensa, el hospital reconoció que el menor está internado allí pero no emitió informaciones, asegurando que se desea preservar la integridad del pequeño.

En tanto, Cavana y Saravia viven horas de angustia e incertidumbre. Están bastante desinformados sobre la salud del nene y sobre las causas que derivaron en la situación actual. Ni siquiera saben cuánto mide su hijo. Cuentan que los médicos les dijeron que las posibilidades de salvar al chico son altas. Tampoco saben cuánto tiempo más tendrán que quedarse en la ciudad.

Sin embargo, una fuente consultada que no quiso dar su nombre, pero que posee información interna, es más pesimista. Asegura que la situación del niño es muy grave y que hasta el momento, sólo el Ministerio de la Primera Infancia ha asistido a la familia del menor y cree ver una desarticulación entre los otros ministerios implicados (Salud y Derechos Humanos), por lo que el objetivo de solucionar el problema de la desnutrición es casi imposible con las herramientas actuales.