A semanas de la asunción de nuevos ediles la discusión en torno a la presidencia del Concejo Deliberante se acelera. Ricardo Villada y Matías Cánepa concentran mayores chances. Los planes del primero, las dudas del segundo. (Daniel Avalos)

Sólo dos de los ediles electos parecen contar con chances verdaderas de presidir el cuerpo aunque todos albergan alguna esperanza. Las ilusiones colectivas pueden explicarse por dos variables: una representación política más simétrica que en el periodo abierto en el año 2013 y la experiencia protagonizada por el actual presidente, Ricardo Villada, quien accedió a ese rol siendo parte de un bloque de apenas dos ediles tras los comicios de noviembre de 2013. Villada, justamente, es uno de los que cuenta con más chances para lograr el objetivo. Él y Matías Cánepa, el viejo compañero de ruta del intendente electo Gustavo Sáenz.

Hasta ahora ambos se mostraron cautos a la hora de explicitar sus pretensiones. La mesura, sin embargo, lejos de pincelar modestia política grafica otras cuestiones: una coyuntura nacional que de cara al balotaje eclipsan los movimientos capitalinos; una relación de fuerzas entre los contendientes que carece de hegemonías claras en un Concejo con seis fuerzas políticas en un órgano de 21 ediles; sus perfiles personales de no pendencieros natos que los inclinan a la mesura aunque estén decididos a protagonizar escaramuzas por la presidencia; y el misterio sobre cuál será la conducta de actores externos a ese cuerpo deliberativo: el intendente electo de la ciudad, Gustavo Sáenz, y hasta del propio gobernador Juan Manuel Urtubey.

El primero sabe que cuenta con el apoyo de nueve voluntades aunque ellas llegaron al Consejo por listas distintas entre las PASO de abril y las generales de mayo: Ricardo Villada, José González y Ángela Corona Ortíz formaron parte en abril de 2015 de la lista “Salta nos Une” que apoyando la candidatura de Gustavo Sáenz, venció en las internas a la lista “Romero+Olmedo+Sáenz” que encabezaba el amigo personal del intendente electo: Matías Cánepa. En la lista de este, se encontraba Socorro Villamayor quien también cuenta con una banca. Romina Arroyo, por su parte, se incorporó a la lista final cuando presentándose en las PASO por la lista “Olmedo 2015” accedió a un puesto expectable en la lista definitiva. A esas seis voluntades se les suma los ediles del PRO -Virginia Cornejo, Andrés Suriani y Alberto Castillo- que sin embargo formarían un bloque aparte.

Los que conocen los secretos de esas disputas aseguran que la modestia de Cánepa obedece a la necesidad de resguardar la buena convivencia con Villada que, a su vez, parece estar seguro de que las razones que expondrá en su favor serán contundentes: mejoró la imagen del Concejo en lo interno y en lo externo tras las presidencias de Tomás “Tury” Rodríguez que estuvieron atravesadas por denuncias y polémicas; Villada es el concejal que más votos cosechó en términos personales en las PASO de abril (23.942 votos contra el segundo que fue el mismo Cánepa con 15.706 sufragios en las internas) y en las generales de mayo cuando encabezando el Frente Romero Olmedo llegó a los 66.061 voluntades; aducirá que su figura se corresponde con el discurso que el propio Sáenz hizo suyo abogando por los consensos; recordará que tiene buen dialogo con todos los bloques que resulta crucial para llegar a acuerdos imprescindible en medio de una transición que debe resolver desde el presupuesto hasta problemáticas vinculadas a distintos sectores de la ciudad; y llegado el caso no le temblará el pulso para mostrar que en medio de esa coyuntura su alejamiento del “gustavismo” representaría todo un problema.

Después de todo, dicen algunos, el futuro político de Cánepa está atado al de Gustavo Sáenz mientras el de Villada depende de acuerdos que siendo factibles por las coincidencias ideológicas, requieren también de los clásicos criterios de conveniencias que todas las alianzas suponen.

Del otro lado

El sector con iguales apetencias pero con chances casi nulas de acceder a presidencia está conformado por los ediles que llegaron desde el PJ y el Partido de la Victoria. Frida Fonseca y Gustavo Serralta aparecen como interesados. Ambos ingresaron por la lista del justicialismo, conforman un bloque de tres miembros que es inferior al del Partido de la Victoria que cuenta con cuatro, aunque todos saben que en política más números no siempre significa más fuerza. El resultado de la ecuación es el ya mencionado: el bloque justicialista que cosechó casi 10.000 votos menos que el del Partido de la Victoria impondría el nombre para una eventual disputa que, sin embargo, requeriría del apoyo decidido del Grand Bourg para poder ganarla.

La intervención del gobierno central en una disputa de estas características está lejos de ser descabellada. Después de todo, los que abonan esta teoría recuerdan que por primera vez en décadas la intendencia no estará en manos de un Miguel Isa que siempre fue pieza central del oficialismo provincial. La ciudad, además, empieza a convertirse en una obsesión para el propio urtubeicismo que viene de derrotas electorales estruendosas: en el año 2013, en las legislativas de mayo pasado, en las PASO y generales presidenciales de agosto y octubre en donde se vio el peso electoral de un Sáenz que, además, cosechó más votos que Urtubey cuando fue re-reelegido en la provincia y el primero resulto electo intendente de la ciudad.

Los que desechan la hipótesis de un Grand Bourg interviniendo en la disputa por la presidencia del Consejo no restan entidad a esos razonamientos, pero insisten en que ni el Concejo Deliberante ni la elección de su presidente en escasas semanas es el teatro de operaciones que el Grand Bourg seleccionara para confrontar con esa constelación que tiene como principal figura al intendente electo.

Los límites de esos candidatos, particularmente el de Frida Fonseca, son también de otro tipo. Cargan con la desconfianza de quienes creen que Gustavo Sáenz es capaz de adquirir capacidades intransferibles a terceros para dirigir empresas políticas más ambiciosas y más aun de los que aseguran que jugó decidida pero clandestinamente por Sáenz en mayo pasado perjudicando al candidato oficial que era Javier David. Por otro lado, carecen de números propios. De entrada debe descartar los tres votos del PRO, los otros tres del PO que se convertirán en abstenciones e incluso el de Alberto Salim de la UCR que perteneciendo al Ateneo Arturo Illia de esa fuerza, ya vienen anunciando sus apegos por el abstencionismo testimonial.