La entonación apacible que diversos esteticistas de la locución le cuestionan, a lo mejor ofició para dulcificar recomendaciones de precaución que emitió el economista. Roberto Lavagna, en el mismo tono hiper mesurado al que acostumbra, fue una de las figuras que lanzó el alerta sobre la sustentabilidad del programa M.

En materia monetaria y financiera, el especialista advirtió este jueves que la situación que atraviesa la Argentina puede ser peor que la de Chile, nación trasandina atravesada por un puñado de revueltas callejeras. En términos comparativos, Lavagna explicó su diagnóstico a partir que la economía vecina se encuentra inmersa en una puja por “cómo se distribuye el crecimiento”, mientras que acá ni siquiera es posible el debate en relación al reparto. Simplemente, porque no hay nada que repartir, dado que la nuestra “se achica en lugar de agrandarse”. Quién hubiera imaginado un pueblo reaccionando ante el hartazgo de mantenerse a mendrugos!

Por lo demás, el fundador de la consultora Ecolatina inscribió en este panorama una señalética en tono amarillo-rojizo como posible proyección hacia los próximos días. “La dirigencia y los medios no deben olvidarse que los pueblos no tienen paciencia infinita, así que estemos atentos”, recomendó en dirección a la jarana con la que informaron de los recientes tsunamis sociopolíticos en nuestra región.

Y en particular, RL le dio acotada maniobrabilidad a lo que resta de la gestión macrista. Más precisamente, al equipo económico oficialista, en cuanto a las posibilidades de remontar la actual pendiente cambiaria y el consecuente –inminente- impacto sobre la inflación. “Va a costar mucho llegar al 10 de diciembre”, concluyó El Pálido, luego de calcular la dimensión de la actual corrida al dólar, contra la desprotección en materia de reservas con la que hacerle frente.