Sin lugares expectantes en armados políticos esperanzadores, las estrellas de Bernardo Biella y Alfredo Olmedo parecen condenadas a apagarse el año próximo. Al primero nadie parece querer cobijarlo, el segundo se limita a repetir algunos prejuicios altisonantes que él disfraza de ideas. (Gonzalo Teruel)

Después de un fulgurante y meteórico ascenso en el firmamento de la política salteña, sus estrellas parecen apagarse inexorablemente. En pocos meses Bernardo Biella y Alfredo Olmedo podrán entonar el trágico tango “Cuesta abajo” y con una lagrima asomada balbucear “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”.

 Biella juntó un montón de votos en las 2 rondas electorales del 2011 pero parece que el año próximo no tendrá la misma suerte. Primero, como compañero de fórmula de Alfredo Olmedo y candidato a vicegobernador obtuvo casi 140 mil votos o el 25% del electorado. Después, como candidato a de un amplio espacio opositor al gobierno nacional de Cristina Kirchner y al provincial de Juan Urtubey recibió alrededor de 100 mil votos y el 18% y se alzó con una meritoria diputación nacional.

 Con el MID primero, después con Salta Somos Todos, y finalmente con la UCR -en rigor de verdad, con UDESO, un frente integrado por radicales, socialistas, y otros partidos- Biella volvió a instalar en lo más encumbrado de la política salteña su apellido. Poco duró la aventura. De cara a las elecciones de 2015, no tiene partido y nadie parece estar dispuesto a recibirlo como extrapartidario.

 “No queremos más a esos señores que en Buenos Aires se dicen radicales pero apenas llegan a Salta se olvidan de la UCR”, gritó semanas atrás Miguel Nanni, presidente del centenario partido. En su discurso en la convención radical, el cafayateño exigió a sus correligionarios “no cometer los errores del pasado” y le cerró las puertas a una posible conversación con el médico que debe entregar su banca en diciembre del año próximo.

“Estoy trabajando en la agenda legislativa y en los proyectos que vamos a discutir hasta fin de año”, le contó Biella a Cuarto Poder enfatizando sus contactos con los popes nacionales de la UCR. En una comunicación telefónica, el diputado reconoció además que el próximo proceso electoral provincial -seguramente- no lo tendrá participando activamente y que “habrá que ver como se arman los frentes electorales nacionales”.

La posibilidad de reeditar la alianza con Olmedo también es improbable. Absorbido dentro del espacio que encabeza Juan Carlos Romero, el sojero también tiene poco para ofrecerle a su antiguo compañero.

 El recorrido de Olmedo es igualmente triste que el de Biella. En 2009 dio pelea y se quedó con la senaduría provincial por Anta; desde allí y con una generosa chequera recorrió la provincia y se quedó con una diputación nacional en 2009 fruto de algo más de 80 mil votos y el 17% del electorado. Envalentonado y con una chequera aún más generosa fue por la gobernación -junto a Biella- pero no tuvo éxito porque aquellos 140 mil votos o el 25% del electorado no fueron suficientes y desde entonces sólo le quedan esporádicas y brutales apariciones en la televisión porteña.

 Su intentona por engendrar un espacio “romerista sin Romero” nunca se concretó y ahora con el ex gobernador decidido a pelear de nuevo por Finca Las Costas, sólo le queda un triste lugar de segundón. Sólo acompañado por el diputado Carlos Zapata y algún otro dirigente de menor renombre, Olmedo se limitó en las últimas semanas a repetir algunas consignas altisonantes como “los presos deben trabajar para pagar su condena” o “en el norte los chicos se drogan con nafta” aunque no consiguió la repercusión de otrora.

De alguna manera, Olmedo y Biella intentaron representar el ideario conservador pero la presencia de esas mismas ideas en el gobierno de Urtubey -y en la oposición de Romero- les fue quitando espacio. Su escasa capacidad para consolidar un proyecto político alternativo amenaza con terminar de apagar sus estrellas en pocos meses.