Ángel Torres evitó referirse a los rumores que indican que renunció a comandar la campaña Romero 2015. Prometió a Cuarto Poder una entrevista para aclarar los dichos que aseguran que se fue por las rivalidades internas que amenazan objetivos de campaña romeristas. Intrigas palaciegas y algo más. (Daniel Avalos)

La comunicación telefónica fue cortada abruptamente por ese hombre que desconocido por muchos, era considerado por el activo político local como el Maquiavelo de Juan Carlos Romero. Hablamos de Ángel Torres, quien durante décadas fuera el fiel secretario personal del exgobernador y el hombre que, escondiendo siempre el rostro, le hablaba al oído. La misma persona que reapareció por Salta el último año para tomar las riendas de la campaña de Romero Senador entre septiembre y octubre de 2013, luego de que las PASO de agosto evidenciarán que la reelección de Romero al senado estaba amenazada por un Urtubey que, impulsando y apoyando clandestinamente la candidatura de Alfredo Olmedo, estuvo cerca de dejar al exgobernador sin banca en el senado.

Convendría recordar algo al respecto sobre lo ocurrido en aquellas PASO que enfrentaron a Romero, Olmedo y Rodolfo Urtubey. El resultado de la contienda había erizado la piel del romerismo: 60.000 votos por debajo del oficialismo y sólo 12.000 por encima de Olmedo. Los amenazantes resultados hicieron pensar a Romero en la necesidad de un estratega que le garantizara no quedar afuera del senado en las generales de octubre. Recurrió entonces a su fiel secretario que, como todo operador que se precie de tal, era reconocido por propios y extraños como un especialista en identificar oportunidades políticas y electorales.

Torres llegó y aceitó la máquina electoral propia y empezó a trabajar en acuerdos con actores ajenos al romerismo para posibilitar que el Jefe continuara en el Senado. Olmedo terminó cosechando en octubre 18.000 votos más de los conseguidos en agosto, cifra que de haberse repetido en la cosecha del mismo Romero en agosto, habría dejado a este sin banca en el Senado. Cosa que no sucedió porque Romero incrementó sus votos en Capital en mayor proporción al mismo Olmedo y mejoró la performance en el interior: en Tartagal los 10 puntos de Romero en agosto se convirtieron en 13,3% en octubre; en Cachi pasó increíblemente del 27% en agosto al 40% en octubre; y algo parecido ocurrió en otros distritos como Molinos y Cerrillos.

Sumas que posibilitaron que los 16.000 votos más conseguidos por Romero en octubre, con respecto a agosto, fuera inferiores a los 18.000 más conseguidos por Olmedo, pero suficientes para mantener la distancia con el sojero mientras ambos se acercaban a un oficialismo al que muchos miraron con socarrona sorpresa por considerarlo el actor que desvió votos propios en el interior a favor del Olmedo para así aniquilar políticamente al dueño del diario El Tribuno.

El establishment político vio también en la remontada de Romero el sello de Ángel Torres: estrategia clara, aceitados contactos con cúpulas partidarias y jefes territoriales, abultada billetera y una lógica política que suele generar un visceral rechazo de ciudadanos pero no en el mundo de la política: maniobras e intrigas palaciegas de alto impacto en contiendas electorales.

¿Portazo o ido?

En el interior del romerismo nadie habla abiertamente de las versiones que aseguran la retirada de Torres. Algunos sugieren que renunció al comando de campaña de la capital pero sigue trabajando en el espacio; otros dicen off the record que Torres no dio un portazo porque en realidad el espacio decidió prescindir de él. Quienes formaban parte del entorno de Torres, mientras tanto, dicen otra cosa: que la relación entre Torres y parte importante del entorno de Romero nunca fue buena y que en los últimos meses el deterioro se incrementó aún más. “Ángel no quería acostumbrarse a las internas dentro del espacio. Sentía que le ponían piedras en el camino y que algunos estaban tan preocupados en hacerlo que perdían de vista el objetivo que es ganar una elección. Gente que sólo busca el posicionamiento interno y no trabaja el día a día respetando la estrategia política porque andan a los codazos buscando la foto o la palmadita del jefe”.

Tal como informáramos entre semana en nuestro portal web, las tensiones entre Torres y parte del entorno de Romero llegaron a su punto culminante en una áspera reunión del Comando General de la Campaña a la que asistió el mismo Juan Carlos Romero y una veintena de sus principales colaboradores. Allí Julio Argentino San Millán le habría enrostrado a Torres distintos tipos de acusaciones relativas a la campaña. La cosa parecía que quedaba allí porque todos los consultados coincidieron en afirmar que Torres no reaccionó ante las acusaciones y que, incluso, fue él quien terminó de organizar el acto del martes 21 de octubre en el Teatro del Huerto, oportunidad en la que varios referentes del sector hicieron uso de la palabra. Sin embargo, al otro día Torres desapareció de los lugares que solía frecuentar. Desde entonces, al menos en Salta, no aparece ni entre los vivos ni entre los muertos.

Ángel Torres, no obstante, está vivo. Y es que después de mucho insistir, Cuarto Poder logró establecer contacto telefónico con el personaje al que fue imposible arrancarle una confirmación o una desmentida respecto a su alejamiento. Tampoco respondió a las preguntas que, dando por hecho su partida, indagaban si la misma obedecía a cuestiones personales o a internas en el espacio. Prometió, eso sí, una entrevista a la brevedad para aclarar su situación. Tal promesa surgió cuando le recordamos que en una entrevista que le hiciéramos en abril de este año, él nos precisara que su oficio consistía en hacer “prognosis” (decirle al candidato o al funcionario para qué lado viene o va la bocha y a partir de ello diseñar intervenciones) y si ese ejercicio le estaba mostrando a él resultados adversos para el romerismo de cara al 2015.

Un “no” seco se obtuvo por respuesta. Ese “no” y la promesa de pronta entrevista para dar su versión de los hechos.