Otro video de mujeres bailando desnudas en un boliche evidenció la cosificación de la imagen femenina y la cancelación de su identidad. Ante una sociedad acostumbrada a ver a las mujeres con los ojos de los hombres, Cuarto Poder consultó a dos psicólogas para indagar sobre las actitudes de la mujer para mostrar su cuerpo. (Andrea Sztychmasjter)

Primero fue el video de una menor bailando desnuda en un boliche de Tartagal que luego de ser clausurado por unos días, volvió a habilitarse. Ahora, el boliche de la zona sur capitalina, Zona Cero, fue clausurado luego de que otro video se hiciera público: en él se ve a mujeres desnudarse y bailar frente a un grupo de hombres que las manosean.

En las imágenes se ve claramente al locutor /animador del boliche participar de la “fiesta”. Se ve también al dueño del local que sonriendo dice: “Esto es espectacular, a Salón no va nadie”. Mientras las mujeres bailan y se desnudan, los hombres las llaman por sus nombres. Con un láser alguien les apunta los pechos y las alientan a “mostrar más”.

Un comentario que dejó un lector en una especie de defensa de los hechos y de la actitud de los hombres presentes en el video, dice así: “Si es un boliche para mayores creo que los mayores pueden hacer cosas de mayores, además en el video no se ve que nadie abuse o presione a las chicas a desvestirse ¡que hipócritas que son! En los programas de Tinelli se veía poses y expresiones más eróticas que esas y nadie decía nada, estaba babeando todo el país, familias enteras, es una cultura de doble moral esta”.

El que ve las imágenes, al igual que el que dejó el comentario puede pensar que no se trata de un hecho “prohibido”. Las mujeres son mayores de edad y no se ve que estén siendo obligadas. Sin embargo, es un espacio público habilitado para ser  boliche.

Aunque la fecha de ese video no se sabe con exactitud, el subsecretario de Control Comercial de la Municipalidad, Marcelo Scarponetti, decidió clausurar el local “bajo la figura de posible desvirtuación de rubro para el cual fue habilitado” y por entender que el espectáculo que se visualiza “es contrario a la moral y a las buenas costumbres”. El funcionario dijo además en declaraciones a los medios que el boliche en cuestión ya había sido clausurado tres veces pero por otras infracciones. Finalmente manifestó que si la Justicia comprueba “la comisión de un delito tras el baile erótico, se inhibirá comercialmente de por vida a los propietarios de Zona Cero”.

Señalar, primero a las mujeres

En el caso de Tartagal, Cuarto Poder reflejó en una extensa nota titulada “Indefensión jurídica al palo”, el terrible pasado de la menor de 14 años: desde los cinco años fue corrompida por su propia abuela pero ni la Municipalidad de Tartagal ni la justicia se preocuparon por la situación de la menor. Pese a eso, los comentarios juzgando a la chica fueron los primeros en llegar.

En el caso del video filmado en Zona Cero, los comentarios negativos de los lectores fueron directamente hacia las mujeres: “Se perdieron los valores, después no saben porque las violan y llegan a matarlas”, “Y bue…. Si es lo único que se ve. El mensaje que les llega es: tenés que ser una zorra, para ser conocida, famosa o popular». También están los otros, del tipo: “Después son las primeras en pedir un hombre que las respete. Con lo que chupan las minas hoy en día esto es moneda corriente. ¿Es el famoso feminismo? como decía la protagonista de una película: inventado por los hombres para tener fácilmente a las mujeres”.

 Mi cuerpo es mío

 “El cuerpo de las mujeres” es un documental italiano que plantea la necesidad de denunciar la manera sexista y humillante en que es retratada la imagen de la mujer; la crítica visual del documental plasma cómo la mujer a lo largo de estos años se ha ido reduciendo a un mero objeto decorativo, y sin tener consciencia de ello busca y busca alcanzar este estereotipo impuesto. En el documental la autora describe que el problema social, también se debe a la mirada que tiene la propia mujer sobre la mujer: “Estamos tan acostumbradas a vernos a través de los ojos de los hombres, que ya no sabemos reconocer qué queremos realmente y qué nos hace felices. Las mujeres nos miramos unas a otras con ojos masculinos, miramos nuestros senos, nuestra boca, nuestras arrugas como pensamos que un hombre nos miraría”. Se entiende así que la sociedad actual mira y juzga a la mujer a través de los hombres, esto lleva a la cancelación de la identidad femenina, que ocurre bajo la mirada de todos, pero sin que haya una reacción adecuada, ni siquiera por parte de las mismas mujeres.

Cuarto Poder consultó a dos psicólogas sobre las actitudes que toma la mujer para mostrar su cuerpo, la psicóloga Natalia Negrín mencionó al respecto: “Entendiendo que la cultura patriarcal se basa en la desigualdad de poder entre los géneros, es que pueden comprenderse algunos efectos sobre los cuerpos de las mujeres: así como nos han enseñado de pequeñitas, a jugar con muñecas, o a la casita, también para las adolescentes y adultas se nos imponen estereotipos de belleza reproducidos hasta el hartazgo en las publicidades, programas de televisión, revistas, internet, etc. Las mujeres somos valoradas o menospreciadas por el ‘envase’ que nos contiene, que muchas veces pareciera sólo estar para sostener el goce de la mirada masculina. También en el ámbito de la sexualidad, el sentido común nos indica ‘cumplir’ a los varones. Los parámetros de éxito, belleza y sensualidad son exaltados a diario en programas de entretenimiento que perpetúan la cosificación de las mujeres como objetos, se nos vienen enseñando, hace miles de años, que es una de las pocas cosas que tenemos para ofrecer”.

Por su parte, la presidenta del Colegio de Psicólogos de Salta, Irma Silva manifestó: “Existe un borramiento de las fronteras entre la esfera íntima, la esfera privada y la esfera pública en la sociedad moderna. Es más, la tendencia real, material, tecnológica y mental tiende a disolver esa supuesta distinción. Hay una mirada patriarcal que se sostuvo a lo largo de la historia en el supuesto goce femenino, mal entendido como el sufrimiento, la sumisión y el ser objeto de deseo. Seguimos asistiendo a la apropiación masculina del cuerpo de la mujer. En las redes sociales se pueden ver insultos o estigmatizaciones, tanto voces masculinas como femeninas de las protagonistas del video. La clausura de un local nocturno de diversión no es la solución del problema. La cuestión es más profunda. El boliche que promociona estas prácticas y que lucra con la dignidad de las personas, de las mujeres como mercancía u objetos de placer, puede ser sancionado por la sociedad o las autoridades, pero también se debe poner el acento en nuestras prácticas culturales”.

De Tinelli a la Culocracia

En la sociedad actual se entiende que el poder de dominación de las mujeres pasa en gran parte por el control a través del sexo y que la televisión termina legitimándolo. La sociedad, con ayuda de los medios de comunicación, termina implantando un estereotipo de mujer. El filósofo José Pablo Feinmann con el término “culocracia” se refirió a este fenómeno de mostrar en TV el cuerpo de la mujer. Puntualizó cómo es ese fenómeno de “dominación y estupidización” que difunden programas como los de Tinelli: “Un tipo labura todo el día, desayuna mal, almuerza mal, trabaja, llega a su casa, se sienta a comer y mira a Tinelli. Y lo que ve es una falsedad infinita que son esos ultraculos, superculos, especta-culo. El hombre mira a su patrona y dice ‘pobre de mí, soy un miserable’. El sujeto que debe ser activo, lúcido y crítico, se siente un miserable en ese momento porque su mujer tiene el culo caído”.

En este sentido, la psicóloga Irma mencionó “Los medios masivos de comunicación reproducen las imágenes, los ecos y la sociedad dictamina juicios hacia nuestros/as adolescentes y jóvenes. Las condiciones, generadas desde la cultura, forman la intimidad del psiquismo de las personas, permiten la apropiación indebida por parte del género masculino, que las vemos presente en situaciones como la descripta por los llamados videos ‘hot’ o en cualquier caso de violencia familiar. Este tipo de subjetividad inducida en las mujeres por el patrón cultural, produce el sometimiento.

La imagen de la mujer y la libertad al mostrar su cuerpo,  requieren de una nueva mirada, tal como lo definen las psicólogas: “El desafío pareciera ser de-construir y re-construir ese sistema que oprime, modificando hoy nuestras formas de relacionarnos con el otro y con nuestros propios cuerpos”.