Este lugar tampoco escapa a la violación continua de las normas básicas. Todo lo que permita un manejo transparente de los fondos públicos es desobedecido por su jefe comunal. Indudablemente, un kiosco de barrio posee una contabilidad más clara que la del intendente Cástulo Yanque. (F.P.)

Discrecionalidad e irregularidades: dos palabras que resaltan cuando se da una mirada por las auditorias de los municipios salteños. Sí por algo se caracterizan los intendentes del interior provincial es por su estilo despreocupado a la hora de respetar las normas. Por lo menos eso advierten continuamente los controles realizados. Este panorama no cambia demasiado al mirar las tareas de auditoría efectuadas a Santa Victoria Oeste entre enero del 2.009 y diciembre del 2.010 durante el transcurso de la gestión de Cástulo Yanque (Expte. Nº 242 – 3265/12)

En el informe se señalan desprolijidades tan torpes y grandes como una casa. Por ejemplo el municipio no lleva una contabilidad presupuestaria donde se imputen la totalidad de las etapas de ejecución de los gastos y “no existe información y documentación relacionada con las incorporaciones de inmuebles”.

Tampoco respeta “los requisitos y/o procedimientos previstos en la Ley Prov. Nº 6.838 – Sistema de Contrataciones de la Provincia de Salta-, en las compras y contracciones efectuadas” y a pesar de las advertencias no “instrumentó los circuitos administrativos-contables específicos para el estricto cumplimiento”.

Asimismo la auditoria indica que del total de “las contrataciones analizadas se observa que no se forman legajos ni se dan número de expedientes de las mismas, sólo se archivan en carpetas individualizadas que no se encuentran foliadas por orden correlativo” y agrega que “el Municipio, no conforma expediente con las actuaciones y documentación referida a la contratación y ejecución de las obras públicas dificultando su disposición y análisis”.

Todo es un desorden. Según se alerta en Santa Victoria Oeste “los libros y estados contables emitidos por el Sistema informático, una vez finalizado el ejercicio no son encuadernados, foliados y rubricados en tiempo oportuno, como formalidades necesarias para evitar adulteración, falseamiento, sustitución o agregados”. En ese sentido se remarca que el “sistema Contable no pertenece a la Municipalidad” si no que “corresponde al servicio de consultoría externa quien registra todas las operaciones”. Es decir que se maneja como la gerencia de una empresa cualquiera que contrata a sus contadores.

Entre los puntos que más llaman la atención está el cuidado de las partidas de dinero con las que cuenta el jefe comunal, quien puede moverse de manera discrecional. Esto abre un manto de sospecha sobre su accionar, al respecto la auditoria dice: “No se realizan arqueos de fondos y valores sorpresivos sobre la recaudación en el sector Recaudación y Tesorería. No existen medidas de seguridad para el resguardo de fondos y valores. Las planillas de caja son confeccionadas en forma extemporánea. No posee instrumento interno que determine hasta qué monto los pagos pueden ser en efectivo y desde qué monto los pagos deben ser efectuados con cheque”.

A la vez subraya: “La información financiera no es confiable, pues la misma persona que autoriza el pago es quien paga. Esa persona emite comprobante de gasto y efectúa el pago, la Orden de pago se realiza en forma posterior cuando son remitidos al asesor contable los comprobantes de gastos. El Municipio no cuenta con un sistema de registración contable integral que incluya los subsistemas presupuestario, financiero, patrimonial y de gestión, de manera tal que permita llevar la contabilidad en legal forma”.

Santa Victoria Oeste es un municipio pequeño, sin embargo, adquiere relevancia por su frontera con Bolivia. Para llegar hay que atravesar más de 500 kilómetros desde la capital yendo hacia al norte. Está ubicado en el borde oeste de las selvas de las Yungas, en un punto donde los bosques se funden con los pastizales puneños. Su intendente, Cástulo Yanque, demuestra que está a tono con el estilo que domina en el interior: poco le importa lo que pueda suceder.