Sergio Napoleón Leavy da muestras de que se puede ampliar las fronteras ideológicas hasta torcerlas. En estos días ha publicado en su cuenta de Facebook su promesa para los policías de la provincia de Salta: “Vamos a hacer remunerativo el sueldo de oficiales y suboficiales en los últimos años de servicio”.
No son pocos los militantes kirchneristas que luego de la persecución policial que imprimió el gobierno macrista y que los tuvo de víctimas, es ahora el principal referente de Cristina en Salta el que busca complacer a los policías.
Es que la mayoría desconoce que el origen político de Leavy lo sitúa en la Unión de Centro Democrático, fuerza política que en los años ochenta tuvo predicamento concentrado mayormente en la Capital Federal de la mano de Alberto Albamonte y Adelina D´Alesio de Viola. No eran de centro, ni mucho menos democráticos. Se alineaban con la derecha neoliberal y aplaudían las teorías del Ingeniero Alvaro Alsogaray.
El Oso fue el presidente y principal adherente en Tartagal de la UCD, y de allí surgen sus compatibilidades con la derecha y con los cuadros policiales. Su paradójico devenir político lo ubica hoy en el progresismo populista, de la mano de Alberto Fernández, y con posibilidades de competir palo a palo la gobernación con Gustavo Sáenz y Alfredo Olmedo.
La semana pasada el Oso, sin ponerse colorado, se reunió con los policías que encabezaron la última huelga de policías retirados y les aseguró que les blanqueará todo el sueldo. En Mayo de este año los canas iniciaron huelga de hambre en el Centro Cívico Grand Bourg y padecieron las inclemencias y la burocracia de un gobierno empobrecido de poder que teme dar soluciones que puedan detonar un dominó de reclamos de los distintos sectores de empleados públicos.
En medio de una campaña apática, Leavy dejó la coherencia en su casa y busca con desesperación hacer base en la capital salteña en donde Sáenz mide más de cincuenta puntos. De allí que cambie discurso según la ocasión y prometa justicia social en un barrio humilde para luego ofrecer mano dura y mejores sueldos a las fuerzas de seguridad que avalados por el código contravencional es la encargada de disolver huelgas y piquetes.
El que miró para otro lado en esa reunión del Oso y policías es Emiliano Estrada, el precandidato a vicegobernador que diseñó las medidas de ajuste de los dos últimos años y que consolidó una política salarial contraria a lo que anunció por las redes. Es que docentes y policías no ven en Estrada un militante kirchnerista sino un burócrata vinculado al poder financiero que sacó chapa de imprescindible cuando había que direccionar intendentes apretados por las partidas presupuestarias.
Leavy no solamente pesca punteros en la policía sino también en la masa docente. El último paro docente generó una explosión puertas adentro de la gobernación e incluyó nuevo costo político al comprometer el período de clases y obligar a Urtubey a ceder. La onda expansiva del espiral inflacionario permite a cualquier sector legitimarse con las bases porque el valor adquisitivo del salario hace aguas y las quejas siempre lucen justas y necesarias.
La promesa del Oso no pasa de una expresión proselitista. Ni siquiera es lograble considerando que el gobierno de Urtubey apenas logró cerrar las cuentas en base a recortes e incrementos de sueldos sustentados en bonos extraordinarios no remunerativos. Pero, como ocurre en todas las campañas, cuando el candidato se va de pesca algo logra rescatar en medio del estanque donde nadan demasiados ingenuos.