Scioli ganó en Salta con números y porcentajes inferiores a elecciones anteriores del peronismo. La derrota nacional, sin embargo, favorece a las ambiciones del Urtubey para presidir el PJ nacional y sus pretensiones de proyección nacional.

En 2011 la candidata presidencial por el peronismo había cosechado en Salta 395.548 votos, los mismos que representaron el 64,55% del total del padrón. En 2007, la misma candidata había logrado un porcentaje impresionante: 75,70%, producto de los 376.680 voluntades, aunque hay que recordar que tanto Urtubey como Romero habían llevado como candidata presidencial a la misma Cristina.

En 2001, el triunfo de Cristina Kirchner se había concretado en todos los departamentos de las provincias salteñas por más del 50% de los votos y sólo en Capital (52,63%) y La Caldera (54,19%) los porcentajes estuvieron en el orden del 50%. En el resto los departamentos los números fueron impresionantemente contundentes: Güemes 73,45%, Metán 65,095; Anta 77,95%; Rivadavia 94,32%; Oran 74,54%, San Martín 82,65%; Iruya 83,39%; Santa Victoria 85,33%, Cerrillos 62,45%; Chicoana 65,93%; La viña 67,69%; Guachipas 63,98%; Rosario de la Frontera 67,08%; La Candelaria 72,75%; Cafayate 71,26%; San Carlos 74,07%; Molinos 78,80%; Cachi 64, 97%; Rosario de Lerma 62,14%; La Poma 71,24%; y Los Andes 72,56%.

Ayer, el porcentaje y las cifras bajaron estrepitosamente: 54,24% de los votos que sin embargo fueron producto de sólo 372.301 sufragios con el 94% de las mesas escrutadas. Es más, el candidato del peronismo perdió en la Capital provincial y en La Caldera. En el resto de los departamentos ganó, pero aun así los números finalmente empujaron al triunfo general de Macri: de los 146.875 votos que representaron un 20,56% de los votos en las generales de octubre, Macri paso a los 314.906 sufragios que representaron casi el 46% de las voluntades. El incremento, indudablemente, tiene que ver con el hecho de que la mayoría de votos massistas, cuyo candidato en octubre había cosechado 242.704 electores, se trasladaron al candidato de Cambiemos.

La situación difícilmente perjudicará a la ambiciones del gobernador provincial que aspira, como ya lo adelantamos y como el mismo mandatario lo explicitó, a conducir el Partido Justicialista a nivel nacional. Juan Manuel Urtubey, ahora, contempla cómo la derrota de Scioli envía al cementerio político a docenas de potenciales adversarios internos.

La estrategia de Urtubey ya se ha visualizado en los últimos días: convertir a Cristina Kirchner en la madre de la derrota electoral y recordar que Sergio Massa y José de La Sota son justicialistas que sacaron los pies del plato.

Urtubey sabe, incluso, que el cristinismo puede desistir de pelear la conducción de un justicialismo al que suele identificar como aparato pragmático de poder en manos de una clase política turbia. Entonces, Urtubey señala y acusa a ese cristinismo apelando a un enunciado que ya cuenta con el apoyo entusiasta de justicialistas disidentes, medios como Clarín y La Nación y hasta la propia oposición política: el kirchnerismo es el mariscal de la derrota, la experiencia que debe dejar atrás el país y el propio justicialismo con el argumento de que nada bueno puede recuperarse del periodo.