Cuando dejó el poder después de 12 años de gobierno y quedó atrás la candidatura a vicepresidente de Roberto Lavagna, se retiró a cuarteles de invierno. Se fue no solo de la provincia sino también del país y del continente. Parecía que huía. Dice que fue a capacitarse. 
Hoy, después de un año sacó la cabeza y empezó a hablar. «Fue un silencio académico, dice, dar clases y estudiar». 

«Es necesario cambiar la forma de hacer política», afirma Juan Manuel Urtubey.
Explica que la construcción política en la Argentina se plantea desde la confrontación y el odio como forma de consolidación. «Argentina seguirá viviendo este estancamiento mientras no se encuentren mecanismos para afianzar la institucionalidad, porque las personas se convirtieron en muchísimo más importantes que las instituciones».
Según su análisis, vivimos en una nueva fase que requiere una validación diferente. La generación de riqueza se despegó del territorio. La sociedad empezó a demandar al sector más territorial las respuestas. Eso obliga a un federalismo vibrante y eficiente. El concepto de Estado/Nación se resquebraja frente a la demanda de organización global. Requiere repensar la forma de relacionarse. Un cambio de ese tipo sería un relanzamiento a nivel global para Argentina después de la pandemia. No alcanza con las relaciones públicas supranacionales solamente. Vamos a un orden con políticas sanitarias a nivel global, con estándares educativos a nivel global, con normas nuevas vinculadas al comercio. Hay que pensar en una nueva institucionalización de lo global.
Respecto a la política nacional, más de uno especuló con el acercamiento de Urtubey con el Macrismo, pero el exgobernador fue enfatico en responder que no hay ninguna posibilidad de que eso suceda. «Son parte del problema, al igual que el Frente de Todos. La lógica de funcionamiento los fortalece de una manera simbiótica. Tienen una posición ideológica diferente entre comillas. Son como gemelos separados al nacer. Ambas fuerzas cambian protagonista/antagonista. En la temporada 1 uno hace de bueno y el otro de malo. En la temporada 2, el que era malo pasa a ser bueno. Pero al final del camino se necesitan para existir. Uno se valida en el otro. Son parte de esa Argentina que está ralentizando, por no decir deteniendo definitivamente, la posibilidad de progreso», descartando cualquier posibilidad de pelear algún cargo político en las próximas elecciones. «Me puse a trabajar muy fuerte en una incubadora de talento con la gente del CRUP, el Consejo de Rectores de Universidades Privadas. Con empresas, sindicatos, poniendo mucho más foco en cómo hacemos para juntar ciencia y técnica con trabajo y producción, algo que frena las oportunidades de los jóvenes. Deseo que la política discuta esas cosas, que la política argentina también discuta la organización global. Dónde nos paramos a nivel regional, algo que excede a las personas. Podemos aportar una mirada que nos saque de esa lógica de confrontación. No tengo ninguna vocación de pelear cargos electivos. Lo que quiero es colaborar para sacarnos de este hiperpersonalismo antiinstitucional que nos está enfermando».
Del kirchnerismo dijo además que no es la representación de lo que fue el peronismo. «El peronismo nunca fue un movimiento clasista, planteó la movilidad social ascendente como lógica de funcionamiento y de organización de la sociedad».
Respecto a los políticos con los que quiso alienarse (Massa, Pichetto, Schiaretti) dijo que cada uno de ellos optó por un camino distinto. «Fallamos en la generación de oferta y demanda. Se buscó ir construyendo de manera gradual un espacio, no de reflexión, pero sí que pueda atemperar las pasiones. Lo que nos pasó después fue la tentación propia del entusiasmo preelectoral. Se trató de ganar, aun perdiendo identidad».
Dedicó un espacio especial a Jorge Brito «no soy objetivo, porque tenía un enorme afecto personal por él, más allá de que fue un banquero muy exitoso o una persona de mucho poder, en Salta generó un polo productivo muy importante. Hoy tenemos Cuota Hilton, un desarrollo con miles y miles de puestos de trabajo vinculados a la ganadería. Brito fue el motor de ese proceso».
Insistió en que no quiere cargos, «me crie escuchando las críticas a los políticos que se atornillan a los cargos», dijo el político que estuvo doce años como gobernador, ocho como diputado nacional, dos como diputado provincial y tres cargos dentro del gobierno de Juan Carlos Romero, desde el 10 de diciembre de 1995 al 10 de diciembre de 2019. 24 años de función pública con apenas 50 años de vida.
«Puedo ayudar mucho más a Salta trabajando y militando, generando oportunidades para lugares con menor desarrollo. Si generamos oportunidades para los chicos, a través de la «incubadora de talentos», juntamos oferta con demanda insatisfecha. Brindamos oportunidades para estudiar, para la innovación tecnológica y científica. Así brindo muchas más herramientas que atornillado y discutiendo posiciones de poder», explicó el referente de Consenso Federal. Al tiempo que dejó claro que con el actual gobernador esta todo más que bien, «cada vez que tenemos la oportunidad de hablar con el gobernador Gustavo Sáenz, le doy mi opinión sobre las cosas. Tengo que estar para ayudar y dar consejos. Hay que dar la oportunidad a gente nueva».