Tres trabajadores de Cadena Máxima que reclamaban por el atraso en el pago de sus sueldos y mejores condiciones laborales, fueron despedidos. La radio aplicó con todos la misma metodología: los trabajadores llegaban al puesto de trabajo y descubrían que alguien ya realizaba sus tareas. (Flor Arias)

Un nuevo episodio se desarrolló los días pasados en la central de Cadena Máxima ubicada en la capital salteña. Tres trabajadores de la emisora, en reclamo por el retraso en el pago de sus sueldos, y solicitando mejoras de las condiciones laborales decidieron realizar un “quite de colaboraciones” el día 23 de Octubre. Milagrosamente, al día siguiente los salarios aparecieron y automáticamente los empleados volvieron a retomar sus actividades normalmente.

Pese a que el reclamo no alteró bajo ningún punto el desempeño de las transmisiones en Cadena Máxima, el vuelto que recibieron no fue caramelos. Las represalias que tomó el medio fueron tortuosas para los empleados que lo único que pedían era un trabajo remunerado en condiciones decentes.

En la semana siguiente las novedades fueron empeorando día a día, comenzando por Fernando Zerpa, quién trabajaba por la tarde como operador y se presentó a su puesto dándose con la novedad de que alguien lo estaba reemplazando. No sólo le impidieron operar -como lo viene haciendo hace cinco años- durante toda una semana, si no que nadie le dio una respuesta directa. A pesar de todas las irregularidades, Zerpa firmaba el libro de operaciones y cumplía su horario sin poder desempeñar las acciones por las cuáles fue contratado. La excusa que puso la empresa fue que el reemplazo sería “hasta que se calmen las aguas”.

El resto del equipo desarrollaba su trabajo con normalidad hasta que le tocó el turno a Lourdes Roldán, ella trabaja como productora hace 2 años en la empresa. El día 1 de noviembre Mateo Marengo, hijo de Eduardo Marengo (dueño de Cadena Máxima con lazos muy cercanos al gobierno provincial) le entregó a Lourdes en mano su telegrama de despido. También ese día Fernando recibió la notificación que lo desvinculaba del medio.

“Yo vengo trabajando 2 años y me blanquearon hace tres meses, después de que cayó una inspección. Las condiciones de trabajo no son las mejores, y es horrible esperar a fin de mes para cobrar, siempre la excusa es la misma, que se atrasan las pautas oficiales”, explicó Lourdes Roldán.

Flavia, la tercera empleada que se sumó al reclamo, trabajaba en la redacción hace ocho meses en negro, fue notificada el martes 4 con la novedad de que no trabajaba más en la empresa. La radio aplicó con todos ellos la misma metodología: los chicos, al llegar al puesto de trabajo se desayunaban con que alguien estaba ocupando su silla y realizando sus tareas. Sin ninguna explicación o previo aviso.

Trabajar en prensa en Salta es un garrón, los comunicadores viven condicionados por las pautas, ya que es de ellas de quien reciben la mayor parte de los ingresos para poder sostener los medios en los cuáles trabajan. Si el pago de las mismas se atrasa, los empleados no cobran, lo que significa que ellos, indirectamente, trabajan para el gobierno provincial o municipal, a pesar de estar en una empresa privada. “Acá lo que hay que destacar es que trabajo para Cadena Máxima, no para el gobierno, entonces ellos, como dice la ley tienen que pagarnos a término y todos los meses. No es la primera vez que pedimos que se respeten los tiempos de los pagos y aunque ellos asumieron la responsabilidad y se comprometieron en pagarnos antes del 15 de cada mes, nunca lo cumplieron”, manifestaron los tres compañeros desvinculados del medio.

A pesar de la falta de respuesta -y códigos- del equipo de Eduardo Marengo, los empleados no cesan sus reclamos y exigen la reincorporación inmediata al medio ya que tal reclamo es justo y digno. “Si llegamos a la instancia de realizar un reclamo pacífico que no impidió en ningún momento el desempeño de la programación es porque no dábamos más. Pedíamos lo mínimo, que era un pago a término. Teniendo como respuesta un inmediato corte de la relación laboral. Ahora exigimos la inmediata reincorporación, respetando la antigüedad de todos y sobre todo, nuestra dignidad. Reclamábamos cosas que ellos tienen que cumplir”, finalizó Lourdes.

Los pibes se quieren hacer respetar, y están tratando de hacer cumplir  sus derechos con la intervención del Sindicato de Prensa. Una pequeña lección a  un medio que, haciendo alarde de trabajar por los intereses del pueblo, se caga en sus propios empleados, tratándolos como a unos pinches y reemplazándolos como si fuesen un par de medias.