Aunque hace meses que ningún referente del macrismo en Salta se anima a defender en público la gestión nacional, cada vez son más los que se cruzan de vereda antes de que el barco se hunda. 

A excepción de inimputables como Martín Grande ningún macrista salteño se jugaría su pellejo poniendo el rostro por la «revolución de la alegría» en los tiempos que corren. Cada vez son más los que pasaron de los tímidos reproches a la crítica frontal. Los senadores provinciales dieron el ejemplo cambiando el nombre de su bloque. Los funcionarios municipales, por su parte, coincidieron con el radicalismo local en que «Cambiemos no existe en Salta». Y aunque técnicamente tengan razón, es el tenor político de la frase lo que realmente importa.
Andrés Suriani y Alberto Castillo apuestan al armado pro-vida «la celeste» y esquivan el debate económico apelando al salteñaje y la traidción. Guillermo Durand Cornejo, a quien el propio Marcos Peña le levantó la mano para que sea candidato a senador por Cambiemos, manifestó estar «encabronado» por la inoperancia del presidente.
En las últimas horas se sumó Bettina Romero, quien se mostró desilusionada con el gobierno nacional por «No haber visto esa transformación rápida que él (Mauricio Macri) decía».