El Ministerio Público Fiscal consideró que los cuatro imputados tenían conocimiento previo de lo que iban a hacer y describió que robaron la camioneta “para ir de gira” y la mataron solo por un “acto de maldad pura”.

Por Andrea Sztychmasjter

La Fiscalía sostuvo que para los imputados Carrizo y Caxal de 17 años al momento del hecho la fiscalía no puede efectuar un pedido concreto de pena por ser menores, en tanto que los imputados Caro y Bonifacio de 18 y 19 años respectivamente al momento del hecho, mantienen un agravante por ser mayores, y solicitaron la pena de 15 años de prisión efectiva.

La fiscalía también solicitó que Camila Loprete , novia del imputado Caxal  sea evaluada por el delito de falso testimonio, “omitió indicar que prestó su teléfono, contactos para lograr impunidad, omitió dar información”, señaló y pidió que sus declaraciones deben ser evaluadas y reprochadas.

Participación secundaria

La Fiscala Mónica Poma realizó un pormenorizado detalle de la participación de los cuatro jóvenes el día del crimen y rectificó que el único asesino de la maestra jardinera Sandra Palomo es el menor Lautaro Canevari declarado inimputable y sobreseído en la causa por tener 15 años al momento de los hechos.

Sin embargo justificó la participación secundaria de Ian Esteban Caro, Ricardo Nahuel Bonifacio, Damián Caxal  y Héctor Carrizo (menores al momento del hecho), del delito de homicidio calificado por alevosía, ensañamiento criminis causa y por mediar cuestión de género.

Sobre el menor quien hoy tiene ya 18 años solicitó también se tengan en cuenta sus diferentes declaraciones, pues según indicó cada vez que pidió declarar contó una versión diferente de los hechos. Hasta la última en donde responsabilizó al imputado Carrizo de haber asesinado por encargo.

Según señaló en sus alegatos la fiscala el objetivo del crimen fue “ir de gira, tener un vehículo para ir de fiesta, tener dinero con el que compraron cigarros y bebidas alcohólicas”.

“Se comieron las galletas pepas de la víctima, estaban paseando, intentando hacer andar la música. Pasándola bien, gozaron de la camioneta, se fueron a la fiesta. Hubo aporte concreto, tareas necesarias, eliminaron los indicios incriminadores”, describió la fiscala sobre la clara participación de los jóvenes.

Y remarcó que incluso se quedaron con mercadería que la señora había comprado.

“Existió una convergencia intencional que unió las conductas de los imputados. Conocimiento en la que se iba a realizar los hechos. La conducta posterior, conducta del claro festejo, consumieron alcohol, se  sacaron fotos entre ellos. No mostraron miedo ni referencia a algún arrepentimiento”.

La fiscala de la Unidad de Femicidios sostuvo que quedó probado que “el autor del femicidio tuvo la intención de provocar dolor excesivo a la víctima”, de acuerdo a la saña con la que fue ultimada, además se refirió a la imagen de mujer dócil, victima vulnerable que se encontraba sola en el lugar, “que aprovechó el ataque en el vehículo, forma de privacidad”. Así también hizo referencia a la cosificación de la víctima como elemento importante para ser valorado puesto que además del abandono de la víctima hubo una escenificación de lo sucedido frente al personal policial,

“Esto pasó en horas, basta con repasar las distintas paradas, las varias oportunidades en las que pudieron gritar, usar sus celulares para llamar al 911, avisar a alguien, salir corriendo”, señaló respecto a las conductas de los imputados.

Y se refirió al mensaje de uno de ellos que reprochaba el no haberse quedado callados Porque “como habían quedado”.

Sobre el momento en el que dos de los jóvenes, Caxal y Carrizo, menores también al momento del hecho al otro día después de haber ido a la fiesta decidieron presentarse en la comisaría, Poma refirió “Hubo una clara estrategia de distracción, mintieron, no mencionaron el cadáver, donde lo tiraron ni donde lavaron la camioneta. Aportaron el video del menor porque era una forma de demostrar que el joven tenía la camioneta pero ocultaron todo lo demás”.

“Existió una conducta colaborativa, no fue como si hubieran tenido mala suerte, fue participativa coadyuvaron al hecho, fue una participación de distinta naturaleza, dirigida a distintos aspectos. Al disfrute de usar lo robado, para ir a la fiesta. Tomaron el dinero que se repartieron como botín, compraron cigarros y bebidas alcohólicas”, referenció.

Y prosiguió que los jóvenes sabían que el hecho se iba a realizar “Cuando advirtieron que esa posibilidad se había hecho real, ayudaron a deshacerse del cuerpo, brindaron a la policía, una escenificación, versión retaceada dirigida a desviar y a posicionarse como meros testigos con mala suerte”.

Agregó que el “Acuerdo previo, surge del análisis de la información de teléfonos celulares. Acuerdo minucioso para realizar la consumación del hecho basta saber que iban a hacer y cómo”.

Asimismo ponderó “las relaciones de amistad y lealtad de los imputados, se comunicaban constantemente formaban parte de un grupo La Banda. Carrizo y Caxal el día anterior del hecho estuvieron reunidos”.

Sobre la tarde del asesinato la fiscala consideró que “Caxal ya sabía que la camioneta ya se encontraba en el poder del menor L.C y llamó para informarle a los otros miembros del grupo que el plan ya se encontraba en marcha”

La fiscala se refirió también a una “Red de amistades y lealtades del gupo criminal a partir de la manifestación de los imputados y de los familiares”.

Aunque sostuvo que “Carrizo minimizó el vínculo con el menor a pesar de la evidencia de relación de amistad”.

Un único asesino

La fiscalía sostuvo su acusación inicial y sostuvo que el único asesino de la mujer fue el menor hoy sobreseído pero detenido en un Centro de menores y con medidas de seguridad por su peligrosidad manifiesta para la sociedad.

Señaló que quedó probado un “Ataque certero dirigido a acabar con la víctima”.

Y esto debe enmarcarse en una conducta dolosa y antijurídica

“Tenía un claro dominio sobre el hecho, podía cesar y no lo hizo, de la misma manera que los imputados pudieron frenar su intervención y no lo hicieron”, manifestó.

“No hay circunstancia que justifique lo que hicieron, ni circunstancia concomitante que explique de alguna forma la conducta, en el caso no hay nada que haga dar cuenta de ello es un acto de maldad pura porque ni la invocación al miedo ni la sorpresa que manifestaron hizo que pararan, siguieron adelante con conductas colaborativas, con el valor utilitario que se le da al matar, y un mayor desprecio por la vida”.

La fiscalía sostuvo que la “Presencia de los acusados fue un aporte integrador, otorgaron seguridad y tranquilidad, ayudaron al autor a terminar el plan, todos sabían que estaban tirando un cuerpo y las bolsas del súper. Ayudaron en conjunto a lavar la camioneta. No resulta una condición valida valorar quien sostenía la manguera y quien miraba, todos participaron del hecho”.