Cosquín terminó atravesado por la controversia en la madrugada de hoy. Presentada como una de las más prometedoras por incluir un homenaje al genial guitarrista salteño Eduardo Falú, el homenaje fue postergado hasta las 3 de la mañana, fue lanzado sin prueba de sonido y finalmente amputado.

Eduardo Falú no sólo fue un artista genial que con su guitarra conquistó al mundo, sino también figura central del Festival de Cosquín en los ’60 y ’70. De allí que el espacio marginal que le asignaron en Cosquín (3 de la mañana y sin prueba de sonido previo) y la posterior amputación en la duración de ese homenaje que era ejecutado por el sobrino de Eduardo – Juan Falú, otro gran artista de su generación – causó gran indignación. Una delas más ofuscadas fue la cantante Liliana Herrero: «¿Así planifican, en un festival cada vez más sometido a las peores exigencias de las políticas de recomendaciones y grillas predeterminadas, un homenaje a una de las memorias fundamentales de la música argentina? ¿Así es como pretendemos recordar y al mismo tiempo pensar este país?», interpeló la cantante. «Tal vez tengamos que ir un día al festival de Cosquín en Japón en donde al menos se lo recuerda con respeto. «, completó.

Esa palabras era el resultado final de un homenaje accidentado. El mismo tuvo lugar recién a las 3 de la madrugada. Los protagonistas del mismo era Juan Falú, la misma Liliana Herrero en voz, Lilian Saba en el piano y Marcelo Chiodi en vientos. «Esperemos que este modo sobrio de hacer música tenga su lugar en esta plaza», dijo Falú antes de interpretar la zamba “Tonada del viejo amor”. Pero el sonido era tan deficiente que Falú dejó la guitarra por un momento y reflexionó: «Hay símbolos que tienen que ver con nuestra patria y con nuestra cultura que es necesario saber respetar, como esta guitarra criolla, sin enchufe que nos ha engalanado por todo el mundo. Merecíamos el tiempo para poder hacer una prueba de sonido antes de actuar; no por nosotros sino por respeto a ustedes y al homenajeado. Hay mucha tecnología acá, entonces hagan sonar bien una guitarra criolla, por favor», lanzó y en la plaza explotó una ovación. Siguió la música —sin mejorar el sonido— con “Trago de sombra”, una versión de la menos conocida para este tiempo “Milonga del alucinado”, “La cuartelera” arreglada sólo para guitarra y “Las golondrinas”. Los aplausos crecían pero el ambiente detrás del escenario era tenso. El maestro de ceremonias, Marcelo Simón, irrumpió para despedir a los artistas aunque quizá preparando el terreno para un bis. Menos diplomática, Maia Sasovsky, buscó sin más clausurar el momento. El escenario giró y los artistas fueron retirados de escena. Les faltaba interpretar un tema y el público pedía más. El jefe de escenario fue implacable en su negativa.