Hablamos con la abogada del fallecido Pablo Moreno, el manifestante detenido tras el piquete del 2015 en Morillo. Sara Esper contó las amenazas y golpes que sufría Moreno y abrió sospechas sobre el hospital, políticos de Rivadavia y la policía. (F.P.)

La investigación sobre las razones, las circunstancias y la manera en que Pablo Moreno murió se encuentran envueltas en una nebulosa. Por la fuerte conmoción generada, la prensa no pudo soslayar el caso otorgándole un espacio considerable y calificándolo como una “muerte dudosa”.

Al repasar el caso, decir que se trata de una “muerte dudosa” es tan obvio y sencillo que no aporta más que eso. Los fuertes indicios que hay sobre que estaríamos en presencia de una muerte no causada por razones naturales son inversamente proporcionales a la fragilidad de la hipótesis de la versión oficial. A tal punto es así, que la esposa de Moreno descree de lo informado desde la comisaria 45 y ya efectuó la denuncia para que se investigue como homicidio.

Pero fue la abogada Sara Esper quien brindó detalles que despertaron fuertes sospechas en la opinión pública sobre el deceso del piquetero que se encontraba detenido acusado de tentativa de homicidio tras los incidentes con la policía ocurridos en Morillo, mientras se realizaba una protesta que reclamaba puestos laborales en el acceso a la empresa Vertúa y culminó con dos efectivos policiales sufriendo quemaduras menores y manifestantes detenidos.

Para Esper la hipótesis más firme es que a Pablo Moreno lo mataron como represalia tras los incidentes ocurridos a fines de septiembre del año pasado y que luego fue todo encubierto por la policía y el hospital zonal.

“Dudas”

Según lo que Sarah Esper declaró a Cuarto Poder, la muerte no fue, como indica la versión oficial, causada por una broncoaspiración, puesto que se encontraba con una salud estable y sólo tenía un resfrío común: “Pablo visitó dos veces el hospital Juan Domingo Perón entre el 15 y 17 de marzo. De esas visitas sólo se registra, en la comisaria 45, que fue llevado por una endemia de gripe que había afectado a la población de la zona y que el día que murió comenzó a convulsionar y le habían puesto una inyección. La misma llamativamente fue en la espalda cuando no podemos hablar de una anestesia en la espalda porque no había orden operación”, señaló.

En ese sentido la letrada  agregó: “me dicen que lo estaban tratando por sífilis pero cuando le revisaron los genitales le descubrieron una pequeña llaga incompatible con tal enfermedad. Nos comentan que el día que lo sacan a Pablo le dan gaseosa antes de salir y luego de eso, él se duerme cuando sabemos que el azúcar de las gaseosas te despiertan pero llama más la atención que no se le haya encontrado una gota de orina. El cuerpo sospechosamente tenía hematomas en el pecho. El cuerpo sin vida de Pablo estuvo en el hospital desde que murió hasta que se realizó la autopsia y luego quedó bajo el cuidado de la Brigada de Investigaciones”.

La doctora también abrió sospechas sobre la guardia del Hospital Juan Domingo Perón y sobre importantes referentes de la política del norte: “Tengo muchas dudas porque cuando lo revisan a Pablo días atrás solo tenía un resfrío”, dijo y remarcó un hecho para nada menor: “Semanas antes, un tal Giménez, mandado por Atta Gerala, fue a amenazarlo de muerte a Moreno e intentó que firme unos papeles donde colocaban a la abogada Tarrea como su defensora. Esta mujer es cercana al senador Mashur Lapad y pariente del jefe de guardia del Hospital. Todos sabemos aquí que Mashur Lapad protege a Atta Gerala, quien desde hace mucho tiempo viene persiguiéndolo a Moreno. Cuando lo trasladan a Pablo toda la atención la realizan en la mencionada guardia”.

Y además comentó: “Esa noche que murió desde el principio la información fue confusa e inexacta, incluso me negaron acceder a elementos fundamentales. En la brigada de investigaciones primero me dijeron que lo había visto un neurólogo y cuando voy por segunda vez -porque me hicieron ir a la comisaria 45 donde supuestamente había personal de investigación- me dicen que no podían otórgame información al respecto. Mucho después pude acceder a la poca información que se tiene: solo están los informes de la cuestionada comisaria 45, la denuncia que presento Silvina Juárez, su mujer, y todas las tramitaciones de entrega de cadáver e informes forenses”

 Las amenazas

“Desde que ingresó detenido Pablo le dijeron que no salía con vida”, aseguró Esper. La doctora contó que en la comisaria 42 intentaron secuestrarlo y matarlo. “Cuando Pablo quedó detenido primero lo llevan al Juzgado de Garantías, de ahí a la Brigada de Investigaciones y luego fue trasladado a la comisaria 42 donde un efectivo apellidado Juárez quiso secuestrarlo para asesinarlo, por tal motivo realizamos la correspondiente denuncia ante Derechos Humanos del ministerio de Tartagal”, dijo.

Además, aseguró que al ser trasladado a la comisaria 45 de Tartagal la violencia no se detuvo: “Yo pude comprobar que era víctima de fuertes golpizas. Según lo que me contaba fue golpeado cuando entraba Infantería a los calabozos”.

Y recordó un hecho, que se produjo cuando ella junto a Moreno se presentaron en el Juzgado de Garantías Nº 1 para que se labre un acta de comparecencia espontanea ante la Justicia, en el cual quedó claro que corría peligro la vida del muchacho.

“No había una orden de detención pero nos presentamos con otros 7 implicados. Nos reunimos con el juez y nos dijo que teníamos que hablar con Pablo Cabot, entonces como estábamos en el segundo piso bajamos por el ascensor y al abrir la puerta nos topamos con Cabot, quien se hace el desentendido y nos dice que lo esperemos unos minutos; entonces salimos al patio y vemos que empiezan a llegar efectivos de la Brigada de Investigaciones y nos rodean. En ese momento un efectivo lo señala a Pablo Moreno y a dos más. Como me di cuenta en lo que estábamos metidos, le dije a Pablo que no me suelte la mano ni se aleje de mi”.

Según lo declarado por Esper en varias oportunidades solicitó que se lo traslade a su defendido pero que fue denegada la solicitud. “Me dijeron que en Morillo no tenían lugar, cuando en realidad había solo dos reclusos. Lo mismo dijeron desde la comisaria de Dragones. Por algún motivo me mintieron para no trasladarlo”, dijo al terminar el dialogo con nuestro semanario.