Funciona hace tiempo, pero pocos saben de qué se trata. Aquí, una introducción al Parlasur. 

A continuación, compartimos el texto «Precisiones sobre el Parlasur», escrito por José E. Ortega y Santiago Espósito, asesores de la Presidencia Provisoria de la Legislatura de Córdoba, y publicado en el sitio Región Norte Grande:

El Parlasur abre la puerta ­para nuevos objetivos y ­alianzas sociales y políticas amplias que, aun cuando hoy parezcan una mera continuación de la política nacional, la pueden enriquecer y mejorar.

En estas semanas, se han sucedido diversos comentarios o análisis respecto a la conformación de la sección nacional Parlamento del Mercosur (Parlasur). Como es sabido, la ley 26.146 (2006) aprobó el Protocolo Constitutivo del ór­gano regional, integrado por representantes del Congreso Argentino comisionados a ese efecto, mientras que la ley 27.120 (2014), modificatoria de diversos capítulos de la normativa electoral nacional, incorpora en el país la elección directa de sus integrantes.

Se han abierto expectativas en sectores académicos, periodísticos o institucionales, frente a los cambios en la conformación del órgano, pues el hecho de que un conjunto de hombres y mujeres se dediquen por entero a la labor regional le otorga una impronta más comunitaria y menos intergubernamental o presidencialista, más apta contener a sus partes, sin crisis de silla vacía.

El retiro de la significación económica de las fronteras políticas y la cohesión allende esos límites, implica tarde o temprano la incorporación de instituciones comunitarias, que deberán regular la toma colectiva de decisiones y la resolución de disputas. La “diplomacia presidencial” irá cediendo al proyecto regional.

Un híbrido

Pero, ahora bien, ¿es esto posible en la práctica del Mercosur? Tras ocho años desde su creación, el Parlasur aún es un híbrido, pues sigue funcionando en parte importante con legisladores locales comisionados (lo que podrá ocurrir hasta 2020).

Sesionó 54 veces (contando sesiones ordinarias, especiales, extraordinarias y preparatorias). En 2007, se trabajó sólo sobre su organización. Durante 2008 y 2009, se dictaron más de 60 disposiciones y un buen número de declaraciones y recomendaciones, entre ellas la creación del Observatorio de la Democracia y del Observatorio Energético.

En 2010, el número de sesiones disminuyó a 10. En 2011, Brasil no sumó sus represen­tantes hasta septiembre –Argentina lo hizo en octubre–, ?por lo que sólo se pudo sesionar una vez.

En 2012, la crisis política de Paraguay influyó y no se sesionó. En el 2013 y 2014, el Parlasur ha retomado muy lentamente su muy tranquilo ritmo de trabajo. En 2015, aún no sesionó.

Muchas veces se coteja al Parlasur con el Parlamento Europeo. Es una comparación poco feliz. Salvo el hecho de que ambos pretenden arraigar la idea de una representación política de la ciudadanía mediante la elección directa de sus miembros, el Parlasur, presenta una capacidad de acción muy restringida respecto a la institución europea. Carece de eficacia legislativa y de otras responsabilidades como el control político. Asimismo, aún no se precisan numerosos aspectos sobre su conformación y funcionalidad.

Serán, como se sabe, 24 parlamentarios elegidos por cada jurisdicción local y una lista sábana adicional de 19. Además de nuestro país, sólo Paraguay aprobó hasta hoy la vía directa (va por su segundo período quinquenal, 2013-2018).

En el caso argentino, según consultas que efectuamos a ­diversos órganos –Parlasur, Congreso de la Nación, Dirección Nacional Electoral, Ministerio de Relaciones Exteriores, etcétera–, si bien las respuestas no son concretas ni conclu­yentes, tenemos claro que los electos, una vez proclamados, jurarán el próximo 10 de diciembre en el Congreso Argentino y, luego, ocuparán su banca regional en la primera sesión pre­para­toria del período parlamentario 2016.

Temas de agenda

Los candidatos ya presentados a la Junta Electoral por las distintas agrupaciones muestran un claro perfil político. Pero la necesidad de una agenda regional exigirá la combinación de diversos perfiles (técnicos, figuras públicas, etcétera), pues de otro modo será imposible un Mercosur de la ciudadanía.

Asimismo, los candidatos y sus partidos tendrán que expresar propuestas sobre la actuación en el órgano. Pues cabe preguntarse qué interés podría generar la institución en los votantes, si los objetivos del Mercosur y del propio órgano siguen tan ajenos al conocimiento de la sociedad (que jamás podría “apropiarse” de la actuación o agenda del Parlasur).

No debe perderse de vista que estos esquemas pueden impulsar la coordinación de intereses y esfuerzos de vastos espacios internos como la Región Centro, o corredores más amplios como los bioceánicos. Y también para bloques partidarios internacionales que, como en Europa, puedan erigirse en oferta electoral transnacional.

El Mercosur requiere renovarse, pues oscila de modo pendular entre la esperanza y la desazón. Aun con sus limitaciones, el Parlasur ofrece oportunidades. Abre la puerta para nuevos objetivos y alianzas sociales y políticas amplias que, aun cuando hoy parezcan una mera continuación de la política nacional, la pueden enriquecer y mejorar.