Negocios con el Estado, enlaces con el poder político provincial y maniobras de cuestionable licitud, fueron los elementos necesarios para convertir al salteño Jorge Brito en uno de los empresarios más ricos y poderosos del país. (N.B.)
Según la revista Forbes, especializada en finanzas, el banquero salteño Jorge Horacio Brito amasa una fortuna de 1500 millones de dólares, cifra que lo ubica en el puesto número 12 entre los argentinos más ricos. Pese a que su patrimonio se ha incrementado en el último año, el empresario descendió casi siete puestos en el ranking en relación a marzo del año pasado. Esto obedece principalmente a dos fenómenos: Por un lado, la escalada por parte del reducido grupo de multimillonarios que saborea las mieles del modelo macrista —entre ellos se puede nombrar a: Amalia Lacroze de Fortabat, Alejandro Bulgheroni de Bridas, Eduardo Eurnekian de la Corporación América o el propio Franco Macri, padre del presidente—. Por otro lado, la drástica caída de las acciones del Banco Macro en la bolsa de Nueva York precipitada por el escándalo Ciccone.
En noviembre de 2017, tras la declaración de Vandenbroele que estableció la vinculación de Brito con el caso Boudou, las acciones del banco Macro en la bolsa de Wall Street cayeron estrepitosamente hasta un 22%. Así y todo, el opulento empresario se mantuvo entre los más poderosos y acaudalados del país.
El propietario del Banco Macro supo diversificar su fortuna y construir su emporio en base a las conexiones con el poder local y nacional. Durante el proceso de privatización de la banca provincial —que se extendió desde la gestión de Roberto Ulloa, hasta 1996 bajo el mandato de Juan Romero— el banco Macro fue llamativamente la única empresa que se presentó. Paralelamente, el Gobierno de la Provincia firmó un acuerdo para que el grupo Macro fuera el agente financiero oficial de Salta por diez años, período que se extendió otra década durante el primer mandato de Juan Urtubey. Esto derivó en que unos 50 mil empleados estatales —además de cobrar sus haberes a través del banco de Brito— se conviertan en potenciales clientes tomadores de productos crediticios.
Aparte de la actividad bancaria, el empresario posee casi la totalidad de la empresa ganadera Inversora Juramento S.A., propietaria de unas 87.000 hectáreas repartidas en los departamentos de Anta y Rivadavia. La firma, a su vez, posee frigoríficos Bermejo y fue denunciada recientemente por violar la ley de bosques al arrasar con 700 hectáreas de bosque nativo protegido. Se estima que posee alrededor de 54.000 animales en sus feedlots del norte y sur provincial.
El banquero es, además, propietario de Vizora, una empresa desarrolladora inmobiliaria que tiene despliegue nacional y posee una porción de Genneia, una empresa de energía beneficiada con los tarifazos y las condonaciones de deuda por parte del gobierno nacional.
El Grupo Macro, actualmente está conformado por: Banco de Tucumán SA, Macro Bank Limited, Macro Securities S.A. Sociedad de Bolsa, Macro Fiducia SA, Banco Privado de Inversiones S.A. y Macro Fondos S.A. El holding fue uno de los más beneficiados por la devaluación y la liberalización del mercado financiero dispuestas por el gobierno de Mauricio Macri.
Con negociados con el Estado o con beneficios neoliberales, don Brito parece que siempre cae bien parado.