Barack Obama será el sexto presidente de los EEUU en pisar suelo argentino, aunque la llegada de George W. Bush a Mar del Plata durante 2005, en ocasión de la Cumbre de las Américas, no es considerado un viaje oficial por la Casa Blanca.

Franklin Delano Roosevelt, Dwight Eisenhower, George H. W. Bush y Bill Clinton fueron los otros mandatarios norteamericanos que viajaron hasta estas latitudes. Agustín Justo, Arturo Frondizi, Carlos Menem (en dos ocasiones) y Néstor Kirchner los anfitriones. Sacando la primera cita, en el período de entreguerras, y la última, cuando se selló la suerte del ALCA, el resto se dieron en un clima de cooperación entre los gobiernos locales y Washington, tradición que se recuperará hoy cuando Obama bendiga con su presencia la incipiente presidencia de Mauricio Macri.

El primer viaje oficial de un presidente de los Estados Unidos a la Argentina fue en 1936, en pleno período de entreguerras. Tras el fracaso de la Sociedad de las Naciones y ante el avance de los regímenes totalitarios en Europa, Washington estaba interesado en blindar el bloque americano con un pacto de neutralidad y recíproca defensa en caso de un conflicto en el Viejo Continente. Como el establishment político argentino era, de toda la región, el menos propenso a aceptar un tratado de esas características, el presidente Roosevelt decidió realizar la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz en Buenos Aires para intentar ablandar la postura de Justo, que tenía buenas relaciones diplomáticas con los países del Eje.

La visita duró dos días e incluyó, además de la Conferencia (que no tuvo el resultado que el demócrata Roosevelt vino a buscar), diversos agasajos en la Casa de Gobierno y en sedes diplomáticas, una conferencia de prensa, un saludo desde el balcón de la Casa Rosada a un grupo de simpatizantes que se habían manifestado en Plaza de Mayo para saludarlo y una sesión homenaje en el Congreso Nacional. El momento más tenso del viaje fue justamente allí, cuando Liborio Justo, hijo del presidente y militante del Partido Comunista Argentino, se levantó de su asiento en un palco para increpar al visitante de honor al grito de “Abajo el imperialismo”. La consigna fue claramente tomada por los micrófonos que transmitían la ceremonia por radio a todo el continente.

“Ike” Eisenhower, general veterano de la segunda guerra, llegó a Buenos Aires en 1960, en el marco de una gira regional que también lo paseó por Brasil, Uruguay y Chile. Eran los meses posteriores a la Revolución Cubana y Washington necesitaba fortalecer los lazos con los gobiernos de la región para reducir los riesgos de que cundiera el ejemplo. El presidente argentino era Arturo Frondizi, que había sido el primer mandatario local que hizo un viaje oficial a los Estados Unidos, fue retribuido con esta visita. El pacto entre ambos, rubricado en Bariloche (lo que dio comienzo a una tradición) significó el final definitivo de la política exterior aislacionista que caracterizó a la Argentina en las décadas del 40 y 50 y el comienzo del encolumnamiento con la Casa Blanca.

Treinta años tuvieron que pasar para que hubiera otra visita oficial de un presidente norteamericano a la Argentina. Otra vez en el marco de una gira por Sudamérica, esta vez fue George Bush padre quien llegó a Buenos Aires para bendecir al nuevo mandatario local, Carlos Menem. Fue un año antes de que el canciller Guido Di Tella acuñara el término relaciones carnales, pero las fotos de prensa de los dos jefes de Estado jugando al tenis en la Quinta de Olivos anticipaban ese giro geopolítico y el comienzo de una incipiente amistad entre ambos, que excedería largamente lo protocolar.

Si la visita de G.H.W. Bush anticipó la sumisión total de la política exterior argentina a la agenda de Washington, la de Bill Clinton, siete años más tarde y con el mismo Presidente en la Casa Rosada, fue el punto cúlmine de las relaciones carnales. “Ninguna otra persona hizo más que Menem para aprovechar las oportunidades de nuestra era”, dijo el presidente norteamericano en un discurso que dio ante la Sociedad Rural. Durante su paso por el país, Clinton y su mujer Hillary hicieron el tradicional retiro en Bariloche.

Aunque en los archivos no sea una visita oficial, la de Bush hijo a Mar del Plata quedará en la historia. Durante esas 36 horas de Cumbre de las Américas, una estrategia política combinada entre la Argentina, Brasil y Venezuela (es decir, entre Néstor Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez) echó por tierra para siempre la idea de implementar el ALCA, un área de mercado común desde Tierra del Fuego hasta Alaska. La escena, dantesca, incluyó una multitudinaria contra-cumbre popular que contó con la presencia de hasta Diego Armando Maradona.

Fuente: Página 12