Una investigación de la Auditoría General analizó las obras de adoquinado en la Plaza 9 de Julio en los últimos meses del romerismo. Encontraron algunas irregularidades que confirman lo que un abogado denunció entonces: que podía hacerse la misma obra por un millón de pesos menos. (DOM)

La auditoría llega tarde. Y llega mal (sobre todo, llega light): aunque las expectativas eran altas, pues podía ser un gran bombazo de la gestión U para dar un golpecito al ya casi ido Juan Carlos Romero. El informe, con más fotos que texto, apenas si cuestiona el alza de precios para algunos tramos del adoquinado de la plaza, en la que fue la obra de despedida de la gestión Romero.

Mucho antes de este informe tardío, distintos medios de comunicación habían sido más incisivos porque los sobreprecios en las obras que buscaban hermosear el corazón de la ciudad eran obvios. Insoslayables.

En ese momento un abogado de la Red de Derechos Humanos solicitó un presupuesto alternativo a otra empresa privada, y destacó que costaría $311.577 lo que para el gobierno salió casi cuatro veces más. El letrado determinó una diferencia en perjuicio del patrimonio estatal de $603.422,42, de calcularla solamente sobre la base de los $915.000 originarios (aunque terminó saliendo más, mucho más).

El cálculo realizado por este letrado fue publicado por el sitio Noticias Iruya: el costo de material y mano de obra era de $203.559 y el precio comprendía $30.090 por 1.200 metros de contrapiso a $25,08 por cada unidad métrica; $117.924 por 1.200 metros de adoquines a $98,27 por metro; $22.430 por provisión y colocación de cañería; $28.155 por iluminación y $4.960 por herrería de ornamentación. El precio se integra contemplando $30.533,85 por gastos generales, $54.075,45 de IVA y $23.409,29 previsto como el 10% de margen de ganancias de una empresa.

Pero casi como por arte de magia, los $311.000 fueron $915.000 y en unos meses pidieron una reevaluación y terminó costando $1.200.000.

Los fondos salieron del Ministerio de Hacienda de la provincia, y el control de las obras estuvo a cargo de la Secretaría de Infraestructura Urbana y Financiamiento Internacional, que ocupaba por entonces Aroldo Tonini (ahora concejal, siempre molesto con esas palomas subversivas que defecan sobre su costoso adoquinado).

La Licitación la ganó la empresa Mocoví SRL, que ya había conformado una UTE con RIVA S.A. para la canalización del arroyo Tinkunaku. ¿Se acuerdan de Riva S.A.? Fue una de las empresas más beneficiadas del romerismo: erigió el Estadio Padre Martearena y la Ciudad Judicial.

Además de los sobreprecios, también se criticó el origen de los adoquines: para tratar de darle el touch colonial a la Salta del 2000, no se utilizaron los adoquines fabricados en Salta (que estaban, por ejemplo, en la avenida San Martín, hasta que algún funcionario tuvo la brillante idea de tirar cemento encima), sino que compraron adoquines del sur del país, que nada tenían que ver con la historia de la provincia y que, para colmo, eran mucho, pero mucho más caros.

La auditoría

El informe que llegó a las manos del Ministro de Economía Carlos Teófilo Parodi es una versión light de esas investigaciones periodísticas, pese a que entre sus objetivos estaba analizar la contratación de la obra “Refuncionalización Plaza 9 de Julio Adoquinado Calle Zuviría, de acuerdo a las disposiciones de la Ley de Contrataciones de la Provincia y evaluar la gestión y el control de la misma en sus aspectos administrativos y técnicos para la construcción”.

El estudio confirma que se “reevaluó la obra”. La Empresa adjudicataria MOCOVI SRL presentó presupuesto por $ 947.455,91, lo que representa un 5,27% por sobre los $ 899.999 de presupuesto Oficial. Después se aprobó un “Adicional de Obra” por la suma de $ 125.201.

Lo que sí es importante y que salta a la vista en la auditoría es que el llamado a licitación fue ficticio: MOCOVI SRL ya había realizado un plan de obras antes del llamado a licitación. “Se verificó que la foja de medición del Certificado de Obra Final Nº 5 y Adicional Nº 1 de $ 129.821,82 es de fecha 12/11/07, coincidente con la fecha del Contrato de Locación de Obra pública celebrado entre la SIU y FI y la firma MOCOVI S.R.L., conforme la documentación técnica… implicando que los trabajos certificados se encontraban en ejecución antes de la firma del Contrato…”, dice la auditoría.

No hay mucho más. La auditoría, además de superficial, con las fotos parece más una publicidad turística. Incluso se hace un “antes y después” del adoquinado para tratar de probar que así la plaza ha quedado más linda.

Romero

Es la última obra del romerismo. Fue la forma de decir adiós. En su página web, el senador Juan Carlos Romero resalta la importancia de esa obra:

“Con la finalidad de mejorar la imagen de la capital provincial, el Gobierno de Salta desarrolló un programa de Recuperación del Casco Histórico, cuyo objetivo fue la puesta en valor de una importante área urbana que conserva características arquitectónicas de gran atractivo…. El programa incluyó la recuperación de templos y edificios públicos, adoquinado de las calles perimetrales de la plaza 9 de Julio, instalación de nuevos sistemas de iluminación en corredores turísticos, recuperación de paseos públicos… La plaza 9 de Julio se transformó en un centro de atracción turística en sí misma, con la repotenciación del sistema lumínico, la unificación de mobiliario de las confiterías y restaurantes y el nuevo aspecto que brindan los edificios circundantes, a lo que se suma la apertura de nuevos locales comerciales, a tono con la categoría del paseo”, se puede leer en la página web de Romero.

Hoy es fácil -y también inevitable- ver en esa obsesión por la capital, en esa misma plaza desde la cual los españoles armaron la ciudad, explica el desdén con que las urnas lo trataron en el interior.