Durante la primera semana de juicio que se lleva contra el religioso fueron varios los testigos que hicieron referencia a malversación de fondos y desvío de donaciones por parte del sacerdote. Andrea Sztychmasjter

No fueron pocos lxs testigos que de alguna u otra manera se refirieron a la malversación de fondos o manejos extraños de Rosa Torino de los aspectos económicos de la Congregación. Esto se refiere a los bienes que fue obteniendo y a las numerosas donaciones que la Institución recibía para sus actividades varias. El Tribunal de juicio prefirió no ahondar en este punto y directamente cortó las declaraciones de quienes se referían a estos hechos, pues según manifestaron es algo no pertinente al juicio que se lleva adelante. Tampoco la Fiscalía pudo realizar una investigación acorde sobre estos asuntos.

En 2017 María Gracia Damario, otra exmonja de la congregación, relató parte de las relaciones de poder que Rosa Torino mantenía con políticos, empresarios y personas del Poder Judicial salteño. Allí resaltó que el cura ha tenido mucho sostén económico y moral de parte de familias como la del exgobernador Juan Carlos Romero y la del exvicegobernador Miguel Angel Isa.

“Acá siempre tuvo relación y amistad con los Romero, con los Isa y otras familias poderosas. En Buenos Aires era muy amigo de un alto funcionario de un banco importante. Y así conseguía dinero para él que, obviamente, no iba para las obras. De allí las causas judiciales que tiene por malversación de fondos y otras cuestiones. Por ejemplo organizaba eventos para recaudar fondos para alguna causa puntual y cuando esa plata se recaudaba aparecía un superior, se la llevaba y después decían que la habían tenido que gastar para otra cosa”, manifestó María Gracia.

Murmuraciones

Durante la jornada de audiencia en el juicio que se lleva contra el religioso declaró la monja, exdirectora -rama femenina -del Instituto de Rosa Torino y exsuperiora de una de las denunciantes. Pese a que el Vaticano cerró la parte masculina, la femenina sigue en funcionamiento.

Denunciantes manifestaron que el sacerdote habita la casa de retiro que ellos mismos fueron obligados a construir y que pese a contar con prisión domiciliaria recibe visitas, una de ellas sería la monja de nombre civil Daniela Olmos, de nombre religioso María Luz. La religiosa que prestó su declaración se mostró bastante verborrágica y dispuesta a elegir cuidadosamente las palabras que emitía. Empleó el uso de las manos de manera evidente al ir respondiendo las preguntas que tanto el Tribunal como la Fiscalía le realizaban.

Durante su declaración se evidenciaron también algunas contradicciones con respecto a lo declarado en un primer momento en sede de fiscalía, punto que fue referido por la fiscala Verónica Simesen de Bielke.

La religiosa retrató que ella y otras de las monjas fueron formadas desde sus inicios por Rosa Torino. Detalló que en el año 1996 el instituto empieza con las dos ramas tanto masculina como femenina. En 2004 se nombran superiores y en 2009 se hace la división de los dos institutos. Según describió ambas eran instituciones separadas cada una con su “gobierno” propio pero mantenían actividades conjuntas.

La monja se refirió a la denunciante Valeria Zarsa y manifestó cuáles eran las tareas que realizaba, por qué fue enviada a otras casas que la Congregación tenía en otras provincias y a México, y cuáles eran los problemas de salud de Zarsa. “Se le hinchaban los pies y tenía problemas gástricos”. Detalló que Valeria jamás le comentó nada sobre los maltratos del cura. No obstante, al declarar Zarsa manifestó lo contrario, dijo que ella le había contado a su superiora sobre las situaciones de maltrato que sufría y que ella las minimizó y no hizo nada. “La hermana María Luz no hacía nada si no lo consultaba con Rosa”, declaró Valeria días antes.

“No decía abusos, decía que miraban extraño, que había acercamiento indebido, de diferentes personas pero del padre no me dijo nada”, dijo la monja.

Durante su testimonio la monja refirió que Valeria y otros de los integrantes “eran muy compinches, ambos hacían teatro, ellos permanentemente estaban en la parroquia, ellos siempre estaban inventando historias y haciéndoles creer a los demás historias, uno no terminaba sabiendo cual era verdad. Ellos estaban todo el tiempo murmurando o interpretando situaciones. Por ejemplo, si entraba un hermano y saludaba a otro ellos decían este quiere llevarse bien porque seguro quiere algo, eso era muy común entre ellos. En ese momento no se le tomaba el peso porque estábamos acostumbrados”.

La mujer religiosa repitió en varias oportunidades lo de las interpretaciones y murmuraciones. A lo que fue consultada si existía en la Congregación alguna “circular de no murmurar”: “No específicamente, en la vida religiosa uno se tiene que mover con la verdad, la murmuración tiene mucho de mentira, la exhortación a no murmurar no es algo particular de la congregación, es en general”, dijo-

Entonces uno de los jueces le pidió que “Dé una explicación racional y lógica  de lo que acaba de decir”, y específicamente a qué se refería con “murmuración”. “En la murmuración uno pone mucho de subjetividad”, señaló la monja.

Según el diccionario bíblico cristiano “Murmurar, en sentido figurado, es hablar entre dientes, manifestando desaprobación, queja o enfado (Jn 6,41. 43); conversar en perjuicio.

Al ser consultada por el trato con las personas que se escapaban. La monja mencionó que no se comunicó con nadie que se haya escapado pese a que sí podría haberlo hecho.

 

El cura los vigilaba

En la audiencia del viernes también declaró Luis Ignacio Ayala Martínez subalterno en el instituto: “Yo descubrí que Rosa me estaba vigilando por unos hermanos entonces pierdo la confianza en el instituto, eso fue como la gota que rebalsó el vaso”, dijo al contar que había decidido irse de la Congregación.

Describió que le ponían muchos impedimentos cuando alguien manifestaba su voluntad de irse de la institución “Rosa me manifestó que yo tenía un deber con dios y que debiera cumplirlo, me dijo que yo no estaba siendo humilde. El instituto no nos dejaba tener dinero de forma personal. Me dijo que la crisis que estaba teniendo se debía solucionar en el instituto sin que se metiera mi familia. Mi papá dijo que vuelva con su familia, se le puso en frente un poco a Rosa”, señaló.

“Tengo miedo”

Israel Blanco otro de los que declaró manifestó ante el tribunal tener miedo tanto de Rosa Torino a quien hizo salir de la sala para testimoniar- y de su mano derecha Josue Salas. “Tengo miedo que le pase algo a mi familia o a mí, para mi no es fácil”, señaló.

“Yo callé, tenia malos tratos, me humillaba. A veces dormía hasta las 11 de la mañana y a nosotros nos hacía levantar a las 5 o 6 de mañana, eso no era ejemplo para la comunidad”, refirió el declarante..

“Tenía conocimiento de la intervención porque la comunidad estaba mal, el último tiempo el instituto cambio mucho para mal, en manejo de dinero, los destinos de los hermanos”, manifestó.