Una empresa recuperada por una cooperativa de trabajadores corre el riesgo de bajar sus persianas por mandato expreso de la iglesia salteña. El edificio en el que trabajan forma parte de la larga nómina de inmuebles que son propiedad del arzobispado y por los que no se pagan impuestos ni servicios.
Por Nicolás Bignante
Un recurso de apelación presentado por la iglesia católica salteña podría tirar abajo una de las experiencias de cooperativismo más importantes de la provincia y el país. Unas nueve familias quedarían sin sus fuentes de ingresos si se hace lugar al pedido del arzobispado para que la cooperativa Don José, formada a finales de 2020, deje de funcionar en el inmueble de España 714.
Se trata de uno de los más de 500 terrenos que la sagrada institución tiene desperdigados a lo largo del territorio provincial y por los que no paga impuestos ni servicios, tal como permite el código fiscal. Frente a estos beneficios, las autoridades eclesiásticas argumentan que en los inmuebles de su propiedad se llevan a cabo tareas comunitarias y de contención social. Pero como demostró este semanario en una investigación de 2018, las actividades del arzobispado en la mayoría de los casos se asemejan más a las de una inmobiliaria. En muchos de esos inmuebles funcionan empresas privadas que desarrollan actividades comerciales y pagan alquileres mensuales directamente en los despachos de la curia.
La Confitería San José, de hecho, funcionó de esa manera desde la década del 90 hasta su reconversión en 2020. La iglesia salteña alquiló por décadas el inmueble emplazado en el microcentro salteño a sus antiguos dueños: Silvia Sarmiento y Fernando López. Pero la retirada de los empresarios y la conformación de la cooperativa de trabajadores despertó el repentino interés del arzobispo en el derecho de propiedad del inmueble.
De San José a Don José
A principios de 2020, en medio de la crisis global por la pandemia de Covid-19, los dueños de Confitería, Pastelería y Sandwichería San José, comunicaron a sus nueve trabajadores que no podían seguir con sus negocios. Una importante deuda con el fisco y las empresas de servicios, sumada a un juicio laboral en desarrollo, fundamentaron el pedido de quiebra de los antiguos dueños.
A partir de entonces, comenzó un proceso judicial en el que los trabajadores presentaron propuestas para continuar con sus actividades. Al poco tiempo, lograron que el juzgado de Concursos, Quiebras y Sociedades reconozca la quiebra presentada por los dueños y acceda al pedido de los empleados, quienes asumieron el manejo del negocio desde el modelo cooperativo.
El 20 de junio de 2020 los trabajadores recibieron la llave del local y emprendieron el camino de la autogestión para sostener su fuente de trabajo. La experiencia fue ponderada a nivel nacional como una de las más importantes en materia de cooperativismo en la región NOA.
Don José Cooperativa pasó a integrar, junto a otras 400 empresas, el registro nacional de empresas recuperadas por los trabajadores (ERT), siendo el único caso registrado en la provincia de Salta.
Santos intereses
En su propuesta de saneamiento, los cooperativistas propusieron seguir explotando la actividad por diez años y, con el producto de esa explotación, pagar todas las deudas de la administración saliente. La propuesta fue interpretada como viable por la justicia.
Al momento de asumir la conducción de la empresa, los trabajadores se encontraron con que el inmueble no pertenecía a los antiguos dueños, sino que era propiedad de la iglesia salteña. Los registros parcelarios dan cuenta de que la matrícula N° 11.277 (España 714) pertenece desde abril de 1937 a la Iglesia de Salta.
Según pudo averiguar Cuarto Poder, en una de las audiencias preliminares, las partes aceptaron las condiciones del nuevo modelo de gestión. Todas, a excepción del arzobispado, que incluso descartó la posibilidad de seguir cobrando un canon justo por el uso del inmueble.
Quien se presentó en representación de la iglesia local fue el presbítero Pablo Romero, que no aportó argumento alguno para sustentar la posición del clero. La tajante negativa simplemente se asentó en el hecho de que la institución «tenía otros planes» para ese inmueble.
A pesar de la negativa eclesiástica, los trabajadores lograron obtener un permiso provisorio por tres años para el desarrollo de sus actividades, decisión que fue apelada inmediatamente por el arzobispado. En estos días, la cámara de apelaciones podría resolver el desalojo del inmueble céntrico por considerar que se está afectando el derecho a la propiedad de la Iglesia sobre el mismo.
El caso llegó al vaticano
A través de una carta, los trabajadores de la Cooperativa Don José hicieron llegar su pedido al Papa Francisco.
«Santo padre, la quiebra de la Confitería en la que a diario asistíamos a trabajar y de la que dependen nuestras familias llegó de manera súbita e imprevista, afectándonos muy profundamente. Es por eso que, con la autorización del juzgado interviniente y con el consentimiento de los fallidos decidimos continuar con la explotación comercial», comunican en la misiva.
«Pero ahora luego de sortear tantos escollos y dificultades nos encontramos en el punto más crítico y angustiante para nosotros y nuestras familias. Es que la confitería que explotamos como cooperativa funciona en un terreno de propiedad de la Iglesia Catedral de Salta el cual fue alquilado de manera normal y habitual a los fallidos durante 25 años«, añaden.
Más adelante, los trabajadores hacen hincapié en el cobro de alquileres por parte de la curia local: «Esta situación, ha sido conocida desde siempre por el Administrador de la Iglesia Catedral, y el colaborador que de manera mensual se encarga del cobro del alquiler».
«Las esperanzas se vieron esfumadas al manifestar el administrador de la Iglesia Catedral su negativa de manera rotunda e injustificada, pues sólo se mostró intransigente a nuestros pedidos y súplicas. Dicha respuesta corta y tajante no nos ha permitido entender porque se alquiló tanto tiempo y sin ningún inconveniente a los dueños fallidos, y ahora cuando más urge un acto de solidaridad y empatía se nos cierra toda posibilidad«, concluyen.
La hipocresía de Cargnello
Durante la última festividad del Milagro, monseñor Mario Cargnello, manifestó en su homilía:
«Reconocemos una situación de crisis que marca nuestro tiempo y que se ha visto agravada por la pandemia. La crisis económica provoca un aumento grande en el número de los pobres y de los excluidos. La crisis social alimenta la grieta entre grupos que se enfrentan por ideologías.
Muéstranos al Padre y eso nos basta. Muéstranos al Padre para poder decirle al mundo que es posible superar esta crisis si abrimos las puertas de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestras patrias queridas, de nuestras naciones».