La respuesta de Bernacki al informe publicado por Cuarto Poder hace dos semanas intenta justificar la enorme cantidad de beneficios inmobiliarios para la Iglesia diciendo que la información es tendenciosa porque la Iglesia usa esos terrenos para fines sociales y no sólo religiosos. Falacia divina. (Mariano Arancibia)
El hecho de haber publicado información básica, la cual tendría que ser conocida por cualquier ciudadano, sobre los inmuebles en propiedad del Arzobispado ha sacudido a la cúpula de la Iglesia.
El vicario general de la Arquidiócesis de Salta, Dante Bernacki, ha salido a desacreditar nuestra publicación, la cual calificó de “tendenciosa” y hasta se animó a darnos lecciones de cómo hacer periodismo. Evidentemente, los datos que salieron a luz le han caído muy mal. En una parte de su escrito habla de falta de “bondad”, de que intentamos “hacer creer” y que la noticia, sobre la cantidad de hectáreas que tienen, sería una visión mezquina para manchar la noble tarea social que llevan adelante en la provincia.
La nota que generó la reacción de Bernacki, lo único que hizo fue poner a disposición de la ciudadanía un listado oficial de la Dirección de Inmuebles. Tal vez, la malicia, si es que se la quiere encontrar, fue haberla dado a conocer en tiempos donde crecen los cuestionamientos a los beneficios que goza el culto católico. Sin embargo, bajo ningún punto de vista se puede afirmar que difundimos información poco “fidedigna”. Nadie hasta ahora ha desmentido la cantidad exorbitante de inmuebles que recibieron desde el retorno de la democracia hasta la actualidad.
La nota que generó la reacción de Bernacki, lo único que hizo fue poner a disposición de la ciudadanía un listado oficial de la Dirección de Inmuebles.
Lo que sí han hecho desde la curia es dar vuelta lo que estábamos hablando. Con un efecto de inversión, la Iglesia ahora intenta someternos ante la mirada de la sociedad con una lógica perversa; habría, en efecto, un ataque de algunos periodistas y políticos contra una institución de bien público que ayuda a los pobres de Salta.
Mal que les pese, los beneficios extraordinarios que reciben del Estado se deben a una íntima relación con el poder. “Después de averiguar en Inmuebles sobre los catastros, hubieran averiguado a qué corresponden los terrenos, que muchos vienen desde la fundación misma de la Ciudad”. En el comunicado mismo lo dicen: históricamente recibieron donaciones pese a que vivimos en una ciudad donde nadie regala nada a nadie. Ese fue nuestro “gran pecado”, recordar que no se sostienen con las limosnas que dejan los fieles en las misas y enfatizar en datos oficiales, los cuales, a su parecer, tendrían que estar en el más absoluto secreto como hasta hace 3 semanas atrás.
No es cierto que tengamos una animosidad contra la Iglesia pero si es cierto que, en el marco de una crisis profunda, donde se piden sacrificios de todo tipo a la población, los beneficios que gozan son un contraste ineludible a la hora de analizar la vara con que se presiona desde el Estado. Basta con mencionar que se les ceden terrenos, se les otorga financiamiento para refacciones, se les paga el sueldo a los curas, para concluir que la balanza esta inclinada a su favor. Pero, además de lo dicho, se les permite tener ocultas las ganancias que obtienen de la Universidad Católica, una de las Casas de Estudios más caras del norte del país o el dinero que manejan con las donaciones de Caritas. ¿Acaso no les alcanza el dinero para pagar impuestos o como cualquier hijo de vecino, en caso de estar quebrados, solicitar un condonación?
Es sabido que en instituciones católicas se llevan a cabo tareas sociales. Eso nadie lo niega. Básicamente se sabe que hay misas y catecismo y que en algunos inmuebles dan de comer a niños; sin embargo, siendo rigurosos, resulta imposible comparar su labor con la de cientos y cientos de comedores que no tienen relación alguna con la Iglesia y ayudan en la alimentación de niños y jóvenes pobres de Salta. Lo hacen a fuerza de voluntad, algunos sin ninguna excepción ni ayuda estatal. Esa desigualdad en el trato es irrefutable.
El nudo del problema no son los medios que difundieron la información ni los proyectos parlamentarios que han tomado curso en la semana, sino la relación entre la Iglesia y el Estado, que ha llegado al punto de chocar con la sensatez.
Iniciativa parlamentaria
Un destacado papel ha cumplido la izquierda en la denuncia sobre el sostenimiento económico del Estado a la Iglesia en Salta.
Según la respuesta de la Dirección de Inmuebles al pedido de informe realizado por los diputados del Partido Obrero, la Iglesia Católica cuenta con un total de 212 propiedades: 15 son rurales, por un total de 387 hectáreas y 197 son urbanas por un total de 800 mil metro des cuadrados. Las propiedades son en su enorme mayoría donadas por el Estado, destacándose, por ejemplo, el Potrero de Linares, de 130 hectáreas en La Silleta, en donde se tercerizó y privatizó la atención de las personas que sufren adicciones.
En ese sentido presentaron un Proyecto de Ley, que modifica el Código Fiscal Provincial, que actualmente exime de impuestos inmobiliarios y de Sellos a la Iglesia Católica, en los artículos 126 y 275 respectivamente.
Al respecto de los dichos de Bernacki, el diputado Arturo Borelli dijo: “Escudándose en algunas tareas asistenciales, ha salido a defender el privilegio impositivo de la Iglesia, que no abona impuestos por sus 212 propiedades, que comprenden 400 hectáreas rurales y 800 mil metros cuadrados urbanos. No admitimos chantajes ni mucho menos que un gran propietario use un comedor social como escudo”.
“Siempre hemos defendido que sea el Estado, sin ningún tipo de tercerización ni privatización, el que realice las tareas de asistencia social, recuperación de personas con adicciones, educación en todos sus niveles, atención de la niñez, entre otras. Salta delega estas tareas crecientemente en la Iglesia, que las realiza con recursos y subsidios dados por el mismo Estado y hasta cobrando cuotas por ello. Desde ese lugar de privilegio la Iglesia se encuentra en una situación excepcional para convertir su culto en religión oficial, interfiriendo en todos los ámbitos de la vida social y hasta militando en contra de derechos básicos, como se ha visto en los últimos años con el matrimonio igualitario, la identidad de género y recientemente el aborto legal”, expreso para finalizar el diálogo con nuestro semanario.