La divergencia detectada apunta a las anteriores carteras de Salud y Primera Infancia.

La presunción que el Ejecutivo provincial actual decidió quitar el velo a los indicadores socioeconómicos, principalmente los relativos a la desnutrición, cobra cada vez más potencia. “Cuarto Poder” accedió este fin de semana a documentación reservada que marca en esta dirección respecto al camuflaje y la cosmética que, junto a $ 1.100 millones en malgasto publicitario, mantuvieron esta situación oculta a los ojos de salteños y el resto del país. (Por: Federico Pérez).

El conteo de niños en nuestra provincia fallecidos por desnutrición, incluyendo el caso de la infanta que expiró este viernes en brazos de la ministra de Salud, es la alarma que despertó en pleno talante de un distrito que participa de aquellos 400 millones de personas potenciales de alimentar en el mundo. Y otras perogrulladas por el estilo.
Sin embargo, la información fatídica sobre cada uno de tales decesos parece ser deudora directa de una decisión política, tendiente a no ocultar esta situación y efectuar un diagnóstico exacto del momento socioeconómico en que se encuentra Salta. Una comparación que, casi sin proponérselo, dejó en evidencia la desinversión social y el derrumbe de un costoso mecanismo burocrático y mediático –valuado en $ 1100 millones según fuentes confiables- que se ocupó en los anteriores 24 meses de mantener esto en modalidad murmullo.
A pocas horas de transitar los dos meses al frente del Ejecutivo provincial, lo que dejó pasmados a los participantes en la mesa chica de la gestión Sáenz fueron estos informes que remiten a su predecesora. De acuerdo a esta documentación, lo más evidente es el aparente mecanismo coordinado entre carteras como Salud y Primera Infancia que permitió disimular estadísticas relativas a muertes por desnutrición atribuyéndolas a causas diferentes. Lo que en esta disciplina se denomina como dispersión.

Un no que más bien sí

Una fuente calificada de la actual gestión provincial, explicó este sábado a “Cuarto Poder” que el relevamiento estatal hecho en 2019, si bien “no figura” en informes oficiales “como principal causa de fallecimiento la desnutrición, las sepsis, la deshidratación y las diarreas, sí estuvieron presentes en estos motivos de defunción”. Este artilugio le permitió a la gestión Urtubey alacranear que el año anterior “apenas” hubo 9 muertes “asociadas a deshidratación y desnutrición”.
Por lo que una relectura fina de estos informes, con alta probabilidad, podría corregir esta caricatura estadística hasta llevarla a contabilizar 10 veces más. “De esta forma se ocultaba la principal causa de muerte de los niños que era la desnutrición, pero ponían otra por instrucciones del superior jerárquico o el Ministerio de Salud o Primera Infancia”, especificó a este medio un especialista, quien pidió reserva de identidad.
En efecto, según los datos oficiales que constan de lo informado por la administración Urtubey, el año cerrado en diciembre pasado registró 49 fallecimientos de niños entre 1 y 4 años de edad, de los que sólo 9 se ocasionaron por desnutrición y/o deshidratación. En 2019, si queda hoy alguien capaz de dar fe de estos números U, despidió a 229 pibes menores de un año que fallecieron en este mismo lapso.
Sin embargo, un dato curioso a tener muy en cuenta para el recálculo en marcha es el de aquellas 9 muertes censadas en la localidad de Coronel Juan Solá –o Morillo- en el departamento Rivadavia. Si se descartase la suposición de un artilugio registral, develaría posiblemente un caso único en el mundo.

La distinción: caso por caso

Los titubeos numerológicos que ex funcionarios provinciales deschavaron, si se los contrasta con cifras nacionales o internacionales válidas para el mismo período, son aún más sorprendentes. Los de muertes por desnutrición correspondientes a 2.019, comparados con los del año previo, son la expresión de una intriga aún más honda.
De los nueve chicos fallecidos por déficit alimentario crítico el año anterior, a las 20 muertes por esta misma razón en 2018, desde una perspectiva poco avispada se podría inferir un declive portentoso y revelador de la supuesta conjunción de acciones gubernamentales desarrolladas en pos de esta meta. Pero los resultados concretos que, en apariencia, relatan esto balances trascienden las simples cuestiones de fe.
La filtración estadística y casuística, recogida por nuestro periódico, recibió como un apéndice cualitativo la reseña que “hay muchas muertes por inmadurez extrema, esas tienen que ver la anemia y desnutrición en las madres”. Combinación fatal de factores. Pero no tanto para enterrar la situación que la hizo surgir, y aún permanece entre nosotros.