“Si nos vamos a poner a hacer pruebas de embarazo ante cada violación no terminamos más, además no es común que la víctima quede embarazada”, las palabras son del fiscal Armando Cazón sobre el caso de la niña wichí embarazada.

La frase fue compartida por el diputado del Partido Obrero, Arturo Borelli, en las conclusiones que compartimos a continuación, sobre la visita de legisladores a Tartagal y Alto La Sierra junto a la comisión de DDHH de Diputados:

CASO DE VIOLACIÓN A LA NIÑA WICHI, SIGUE DESTAPÁNDOSE LA INACCIÓN SISTEMÁTICA DEL ESTADO

El Estado ha permitido todo tipo de maniobras y omisiones en el caso, favoreciendo así la impunidad y el perjuicio de las víctimas.Por empezar la niña no recibió en el hospital ningún tratamiento antiséptico, no contó con la revisión de médicos legistas y no se le hicieron en ningún momento las pruebas de embarazo. Este recién se confirma a fines de marzo, a instancias de su madre, quien pide pruebas al notar que el vientre de la niña crecía. Antes de eso, ni jueces, fiscales o funcionarios se preocuparon en el tema, lo que quedó plasmado en la respuesta que el fiscal Armando Cazón nos dio a la Comisión: “Si nos vamos a poner a hacer pruebas de embarazo ante cada violación no terminamos más, además no es común que la víctima quede embarazada”… (!?)

Los médicos que originalmente diagnosticaron violación, es decir el doctor boliviano Mamani y el bioquímico Bustamante, denuncian que tomaron la decisión de hacerlo público producto de su hartazgo ante el accionar de la Justicia, la que jamás envía un médico legista a constatar casos de violencia o violación. Mamani manifestó que el médico legal (que actuó cinco días después del hecho) le pidió que “le enviara por wasap las fotos de la vagina de la niña para emitir un dictamen”. Mamani se niega, hace el dictamen él y ahora está ridículamente imputado por falsificación de título, cuando en realidad ejerce como médico en un hospital de Salta, autorizado por el Ministerio de Salud.

La denuncia hacia el médico boliviano reúne así las características de una represalia de la Justicia hacia él por haber dejado en evidencia una inacción sistemática. No extraña que cinco días después el médico legal niegue en su revisión la existencia de violación en la niña e intenten archivar la causa.

En esta línea de impunidad y encubrimiento se puede leer la libertad a los detenidos, la que se da justo cuando se conoce el embarazo de la niña y, por lo tanto la grave negligencia del Ministerio de Justicia en los meses previos. A partir de ahí la investigación toma ribetes aún más escandalosos pues el fiscal y el juez dictan la libertad en el entendimiento que “no hay peligro de fuga” (viven a 10 Km de la frontera) y porque no hay pruebas contundentes, hasta que se realice el estudio de ADN, de que los implicados sean los culpables.

Pero es claro que el ADN sólo determinará la paternidad de un responsable, y que lo necesario es el testimonio de los testigos. Sin embargo esto no se produjo porque la Justicia no se preocupó en generar un dispositivo de asistencia y seguridad a las niñas que presenciaron el hecho, las que viven amenazadas y se negaron siquiera a hacerse presentes ante la visita de los diputados.

La comunidad de Alto La Sierra ha sido sacudida por este hecho; por su gravedad intrínseca, por el accionar de la Justicia, por el abandono del Estado en materia salud, seguridad, etc. A la llegada de los diputados a la zona las denuncias de atropellos se hicieron sentir. Una Asamblea de 150 personas reclamó Justicia por la niña violada y por todos los casos de impunidad garantizados por el Estado.

Por eso nuestra exigencia de renuncia de la ministra Calletti, responsable política de la Justicia, está más vigente que nunca. Por otro lado, junto a la comunidad reclamamos terminar con el ajuste: es necesario por el contrario una reparación estatal a Alto La Sierra, que implica, por lo menos, una inversión de peso en matetia salud (no tienen médicos titulares), agua potable, energía, educación y un plan de obra pública que contemple un verdadero acceso a un pueblo totalmente aislado.