Pese a todos los ataques que padeció el Partido Obrero en las últimas semanas, volvió a crecer en las urnas e hizo historia: con casi 120 mil votos Pablo López es Diputado Nacional, tras quedar en segundo lugar en la provincia. (DOM)

Volvieron a crecer. Pese a todos los ataques, no paran. En las primarias para Senadores y Diputados Nacionales, el Partido Obrero había quedado segundo. Primero, El Frente Popular Salteño, con el 26.25%; segundo el Partido Obrero con el 17,29%; tercero Salta Somos Todos con el 14,89% y cuarto el Partido Justicialista.

La manera en que despega el partido es impresionante. En las Elecciones nacionales octubre 2007, en la categoría Diputados, habían obtenido 12.785 votos (2,35%) y en Senadores, 12.464 votos (2,29%). En las Legislativas de 2009, en Diputados, llegaron a35.705 votos (7,28%); en 2011, también en Diputados, obtuvieron 50.233 (8,53%).

Al cierre de esta edición, con el 94,55% de las mesas escrutadas, el Partido Obrero ya había recibido en Diputados 116.637 votos y estaba en segundo lugar con el 19.45%, a casi 3.500 votos del tercero, el PJ (Evita Isa) que tenía el 18,86%.

En la categoría Senadores, el PO rondaba el 17%, a sólo un 5% de Alfredo Olmedo, que estaba tercero.

En el resumen provincial que ofrece el Tribunal Electoral de La Nación, el Partido Obrero aparece como segunda fuerza provincial.

Golpes bajos

Cuando los candidatos de los distintos partidos vieron las encuestas del PO, sacaron lo peor de sí: los golpes bajos, que recordaban a esas  películas que mostraron la paranoia con la que vivieron los norteamericanos la guerra fría. En una de estas películas hay una escena genial: un padre se ha olvidado de comprar el regalo de navidad a su hijo, el niño pregunta por qué no ha venido Papá Noel y el hombre le responde: “los rusos lo interceptaron con un misil tierra-aire, ni siquiera sobrevivieron los renos”. Suena descabellado, pero algunos funcionarios salteños estuvieron a ese nivel. Estas últimas semanas, varias décadas después de la Guerra Fría, Salta fue el escenario de una remake de esa paranoia, esta vez con el Partido Obrero como objeto de ataque y de terror. Todos dispararon contra el Partido Obrero. Y lo hicieron con munición gruesa, con golpes bajo. Con cualquier cosa que tuvieran a mano.

Algunos folletos arrojados en la ciudad por momento hicieron recordar a esos documentales sobre la guerra fría y la paranoia yanqui. La escena concreta que a más de un salteño le puede haber venido a la mente es la de ese noticiero televisivo en la que se muestra cómo lentamente el mapa norteamericano si va tiñendo de rojo, rojo-comunista. Algo parecido se dio cuando durante la semana pasado se repartieron folletos atribuidos al partido Obrero, en los que se presentaban sus supuestas propuestas. Todo el folleto era una caricatura: prohibir la procesión del Milagro, destruir iglesias, acabar con la “democracia” eran algunas cosas que se dijeron. Para los militantes del PO,  los volantes venían del gobierno (aunque bien podrían venir de Salta Somos Todos), pues la distribución de los volantes coincidía con la ruta de los grupos pegatineros del Gobierno”.

Incluso, después las acusaciones de todos los demás oficialistas y opositores fueron en este sentido. Tratando de diferenciarse de su competidor Pablo López, Jasbel Singh dijo: “tenemos una importante trayectoria en defensa de la vida, en defensa de la propiedad privada, contra la despenalización de la droga, y a favor de la democracia” (sic).

“El PO es antidemocrático”, dijo un concejal capitalino, que no se había preocupado por lo democrático del PO hasta que este partido empezó a crecer en las urnas.

La Ministra de Justicia, María Inés Diez, djijo: “El PO está a favor del aborto, en contra de la educación religiosa, en contra de que al Hospital nuevo lo llamemos Papa Francisco, están en contra del Señor y la Virgen del Milagro. La ciudadanía debe tener muy en claro que así es como piensa el PO, y su gente” (sic).

Sólo faltó ver un mapa de Salta cubriéndose de rojo. Pero sí se llegó a decir, por ahí, que de ganar el Partido Obrero tirarían abajo la estatua del General Güemes y pondrían, en su lugar, a la de Lenin.

Pero toda esta pantomima no dio resultado: al cierre de esta edición el Partido Obrero hacía, Historia, con la mejor elección en toda su trayectoria.

No tienen techo

“Vamos a estar en todas las escuelas también del interior», declaró Cristina Foffani, candidata a Senadora del PO. Claudio del Pla, uno de los líderes del Partido, también recalcó que parte de este gran desempeño se debía a gente que se había ofrecido a fiscalizar y por eso habían podido controlar lo que pasaba en las mesas más recónditas del interior.

Más eficacia en los controles, más militancia. Y aún así esto no alcanza para explicar el fenómeno del Partido Obrero

Ya no se puede hablar de voto castigo. Ni siquiera del premio a una coherencia: los únicos opositores que realmente cuando llegan a ocupar una banca, se oponen.  Hay algo más. Es verdad que el Partido Obrero crece porque los salteños ya han dejado de creer en los otros. Pero, también es insoslayable, que crecen porque los salteños creen en ellos.

Hace unos años esto hubiera sido totalmente impensado. Hasta descabellado. Sin embargo, estos resultados deben ser leídos sobre todo como una profecía de las próximas elecciones provinciales, donde el Partido Obrero puede dar otro gran paso histórico