Entrevista a Lore Tesei

Por Mario Flores*

Lore Tesei es Técnica en Psicología Social, Instructora de Teatro y Arte Dramático, actriz y escritora. Actualmente reside en Tartagal, Salta. Realizó las muestras teatrales “Este cuerpo es mío” (Universidad Nacional de Salta – Facultad Tartagal), “¿Mi familia? Bien, gracias” (Centro Cultural Tartagal) y dicta talleres de teatro de género, inclusivo y decolonial para jóvenes y adultos.

 

Durante el 2022 ¿cuál fue la respuesta del público a los talleres de teatro y cuáles fueron las principales inquietudes de los participantes?

 

En el 2022 la respuesta fue buena. Lo que cuesta es la constancia. Yo hago teatro social, y decir “teatro social” genera confusión, la gente no sabe qué es lo que significa cuando va a tomar clases. Hubo personas que fueron constantes y otras que no. El hecho que, hasta el día de hoy, sigo abordando (o, si se quiere, rompiendo) es el espacio: siempre hay una cuota que pagar o algún tipo de restricción en los espacios que se consideran públicos. También soy Técnica en Psicología Social y, al no tener un encuadre, es decir un espacio y horarios fijos, les participantes empiezan a faltar porque les gusta (y es necesario) generar un lugar de pertenencia. Con lo primero que llegan es: “quiero no ser tan tímido, quiero poder manejarme en público”, entre otras cuestiones. Cuando empezás a mostrar temáticas sociales para indagar, empieza a haber una movilización en la subjetividad de cada persona. Ahí ves quién se va a quedar y quién no. He llegado a tener, de grupos de quince alumnos, a tener cinco o dos alumnos. Con una propuesta de la Secretaría de Cultura de Tartagal en el mes de marzo, Mes de la Mujer, participamos con muestras y talleres de teatro y género, logramos presentar una obra en el Día del Teatro en el Centro Cultural Tartagal. La obra se llamaba “¿Mi familia? Bien, gracias” (con alumnos del grupo teatral Lunarte), y trataba sobre la violencia psicológica y económica en una familia de clase media, la típica familia estructurada con silencios y secretos. Conseguimos que hubiera mucho público en nuestra intervención, y no puedo dejar de mencionar a gente de la Secretaría de Cultura, que estuvieron desde el inicio de nuestra muestra hasta el final. Después de eso, volver a dar talleres fue muy complicado, por no disponer de un espacio y por tratarse de un teatro contestatario, independiente y autogestionado.

 

¿Qué diferencias plantea este tipo de intervención con un teatro comercial o de intereses masivos?

 

Ahora que emergió el teatro en Tartagal y que se hizo más visible, la gente piensa que “voy a ver teatro porque me quiero divertir, no quiero ver lo que pasa día a día”. Y el teatro social lleva a las tablas la crítica social y la autocrítica. Entonces el tipo de obras que podemos llegar a presentar no convocan tanta gente como obras más distendidas y relajadas. En lo actoral, tuve oportunidades de trabajar en el cortometraje “Artilugio” (basado en el libro homónimo de Jóse Juárez Cabrera) y el documental “Ahatay: El demonio blanco”. A fines de 2022, la Facultad Tartagal de la Universidad Nacional de Salta generó espacios para talleres de teatro y género (en la fecha de Ni Una Menos y en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), talleres intensivos con los que se llegó a presentar cuatro intervenciones con la temática de violencia de género, con personas que no son actrices ni actores sino estudiantes de Letras. Fue difícil que asista gente porque estábamos haciendo teatro súper crítico en medio del Mundial, pero fue satisfactorio: con la última intervención, que era la más fuerte, la gente se iba emocionada hasta las lágrimas. Fue como decir: si con el teatro sobre una problemática social llego a tocar el corazón de la gente, estoy haciendo las cosas bien.

 

¿Cómo percibiste el impacto que tuvieron las muestras colectivas que has dirigido, tanto en espacios privados como en instituciones públicas?

 

El impacto pudo ser, en los alumnos y los espacios privados, cálido: se pudo llegar a un debate. En las instituciones públicas tenés que cuidar cuestiones como el vocabulario o la susceptibilidad de la gente a la hora de tocar algunas temáticas. Pero creo que es necesario traer el teatro social, porque implica hacer cómplice a toda una ciudad, a indagar y cuestionar problemáticas que se encuentran naturalizadas. Entonces hubo una pequeña movilización que pretendo, con todas mis fuerzas, continuar este año. En este caso, pelear por conseguir un espacio público para poder brindar talleres de teatro, talleres intensivos de teatro y género en el mes de la mujer junto con una obra teatral: seguir impactando y movilizando a las personas con una perspectiva más crítica y social.

 

¿Qué lectura hacés de la escena teatral y actual en una ciudad como Tartagal? ¿Hay interés en espectáculos independientes que opten por un contenido crítico que incluya perspectivas comunitarias y de género?

 

Antes no había un interés por el espectáculo independiente como lo hay ahora. Es decir, se respeta un poco más pero no se les da el valor que realmente tienen. No voy a ser melosa en decir “sí, ahora nuestras voces se escuchan”: cuesta hasta dar una clase de este estilo. Hay interés de ciertos sectores, personas con determinada ideología o personas que son feministas de hace muchos años. Y hay una complicidad con gente de otras provincias que ayuda muchísimo. Lo ideal sería que el teatro independiente, como el teatro de espectáculo, tengan la difusión y lleven el mismo público. Esto de la perspectiva de género y el criticismo es muy difícil, porque suele haber comentarios como “bueno, eso ya no pasa”, cuando en realidad sigue sucediendo. Que se opte por espacios independientes u obras con un contenido crítico con perspectiva comunitaria y de género, es complicado pero no lo veo imposible. Ahora estamos trabajando para poder llevar la obra (“¿Mi familia? bien, gracias”) a las escuelas, quizás en el teatro de Campamento Vespucio… El teatro no es solamente las tablas y las luces: el teatro puede ser una cancha de fútbol. Pero si queremos generar el interés debemos trabajar el doble: somos nuestra propia difusión y no somos tibios, es ir de frente con lo que hacemos, con qué perspectiva es nuestro teatro.

 

¿Qué talleres o espacios de experimentación llevarás a cabo próximamente?

 

Este año he presentado un proyecto a la Secretaría de Cultura de Tartagal para llevar a cabo un taller de teatro social de cuatro meses con una muestra final, en el Centro Cultural de los Pueblos Originarios. Estamos viendo si se aprueba o no: es necesario solicitar espacios, ya que cuando los alumnos empiezan a faltar cuesta muchísimo la constancia. Son proyectos a corto y largo plazo, como instructora de teatro trato de que los costos sean accesibles, y la fecha inicial sería en abril. Y el taller y muestra de marzo, que esperamos que se apruebe, contaría con actrices y actores invitados, son los dos proyectos más importantes para difundir el teatro social y de género que esperamos se lleven a cabo. Como un bonus track, puedo mencionar que estoy trabajando en un proyecto audiovisual que saldrá junto con la edición de mi primer libro, que está a punto de salir, donde habrá algunas intervenciones. El proyecto audiovisual será llevado a cabo con la productora Libélula, y el libro tengo pensado editarlo con el sello Niña Pez Ediciones.

 

 

*Mario Flores es escritor, editor y becario del Fondo Nacional de las Artes. Publicó los libros Hikaru (Editorial Nudista, 2018), Necrópolis (Premio Literario Provincial – Fondo Editorial de Salta, 2019), Tu fuerza primitiva (Gerania Editora, 2021), Cacería (Editorial Nudista, 2022), Queridos terrícolas (Kala Ediciones, 2022) y El poder de los elementos (Editorial Nudista, 2022).