Por qué las denuncias por abusos, violencias psicológicas, acosos varios y hostigamientos siguen puestas en tela de juicio. Por qué las mujeres siguen siendo revictimizadas y sus vidas sexuales cuestionadas.
Por Andrea Sztychmasjter
Que si tu vida sexual empezó a temprana edad, sos “rapidita”. Que si estuviste con muchos hombres, que si estuviste con pocos, que en qué estado estabas, que porque te vas con un extraño, qué poder tiene con él que te acostaste, que te acostas para conseguir algo, que si tomaste alcohol, que ropa tenías puesta. Que quiste darle un beso y entonces habilitaba a que te haga lo que quiera. Que estuviste, pero en un momento dijiste no. Que dijiste sí, pero después no. Que ahora no te vengas a hacer, que lo invitaste a tu casa así que no te hagas la santa, que le mandaste fotos, que no pudiste decir no, que lo dijiste pero nadie te escuchó.
Los prejuicios y críticas hacia las mujeres en pleno siglo XXI a pesar de todos los avances en materia de género que se dieron en el mundo, persisten. Sobre todo cuando se trata de nuestras vidas íntimas, de nuestras elecciones sexuales.
La conceptualización de “la mala víctima” fue teorizado por los feminismos para definir las percepciones en torno a casos de abusos sexuales en donde se siguen sosteniendo arquetipos y figuras de las víctimas. Los casos de mala víctima pueden detectarse ya en las historias de la Antigua Grecia con por ejemplo la tragedia de Medea. En nuestro país se han manifestado diferentes casos de violencias sexuales en donde las víctimas han sido profundamente cuestionadas. El de la jujeña Romina Tejerina, condenada tras quedar embarazada por una violación, el de Lucía Pérez, de 16 años asesinada por vendedores de droga que la engañaron para abusarla. El de Nora Dalmasso, en donde más de tres meses de juicio sólo sirvieron para remover sucesos con los que volvieron a culpabilizarla. Relaciones extramatrimoniales, perversión sexual, fiestas desenfrenadas, discordia política y disputas por dinero fueron algunos de los episodios que atravesaron la historia de mayor impacto para la Justicia cordobesa.
A la salteña
Durante el juicio que duró dos semanas contra el productor de modas, asesor político y de marketing, Pablo Rangeón, denunciado por seis mujeres por abusos varios, testigos del imputado, mujeres y modelos defendieron al hombre y dieron aspectos cargados de prejuicios hacia las denunciantes. Lo propio lo hizo una profesional, psicóloga del Centro de Investigaciones Fiscales, y el propio Rangeón cuando al declarar manifestó que una de las jóvenes se acostaba con jueces y fiscales.
Lo que da cuenta que las críticas vienen no solo de los hombres sino de las propias mujeres, somos parte de este sistema patriarcal que cosifica y constantemente ejerce presión sobre el deber ser. Sobre cómo deben ser las mujeres y cómo debemos comportarnos.
Luego que una de las chicas decidiera denunciar a Rangeón por redes sociales y contar los padecimientos efectuados por el hombre, recibió 492 mensajes y según contabilizaron más de 70 mujeres sostuvieron que fueron acosadas, drogadas y/o hostigadas por el productor.
Parece que las numerosas denuncias de jóvenes no bastaron para dar cuenta de las violencias sistemáticas que el imputado ejercía abusando de su poder a cargo de una agencia de modelos. Durante el juicio tanto el denunciado como sus defensores lejos de demostrar con pruebas la inocencia de su defendido, se dedicaron a menospreciar las declaraciones de las denunciantes y a realizar preguntas sobre las vidas sexuales, sus maneras de vestirse, sus salidas.
La defensa de Rangeón solicitó el sobreseimiento liso y llano del hombre, y de manera subsidiaria su absolución por aplicación del beneficio de la duda. Después de finalizadas las réplicas y contra réplicas de las partes, el Tribunal ordenó pasar a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes 25, cuando se dará al acusado la oportunidad de decir las últimas palabras antes de conocer el veredicto.
Los abusos en ámbitos privado
La dificultad de probar las denuncias por abusos también persiste en el sistema judicial que se vale de las declaraciones y testimoniales de las propias víctimas y así al ser delitos de índole privado, por lo general los agresores se valen de la soledad de la víctima.
Así lo reflejó el fiscal de la causa, Pablo Rivero al describir que en esta clase de delitos se debe analizar las declaraciones testimoniales de las víctimas y que las mismas estén en correlación con el resto de pruebas testificales y el mayor grado de análisis se da con la ausencia de incredibilidad subjetiva; si existen razones de peso o no que las lleven a mentir a las víctimas “todas tenían más contras que pros”, al denunciar, sostuvo el fiscal.
Para el representante del Ministerio Público Fiscal quedó evidenciado que son relatos creíbles, y se destaca “la persistencia de la acusación, desde el momento que se radicó la denuncia todas las victimas persistieron y mantuvieron el relato sin contradicción. Han mantenido el grueso de la acusación y detalles de la acusación. Se manifestaron con credibilidad y verosimilitud, advirtiendo transparencia en la audiencia de debate”.
Consentimiento
Para determinar si existe o no abuso es importante la cuestión del consentimiento. El fiscal se refirió a que “consentimiento es determinar cuando hay una manifestación externa y la ha exteriorizado. El consentimiento del acto sexual es para un acto determinado y no es trasladable para otros actos. Un beso y una caricia no autoriza para penetración”.
Perfil de víctimas
Respecto al perfil de las víctimas, tanto la abogada querellante Sandra Domene como el fiscal Pablo Rivero coincidieron en identificar patrones comunes en las víctimas. Fueron seleccionadas por Rangeón por sus diferentes situaciones vivenciales. Personalidad inmadura o vivencias traumáticas, vivencias tempranas de sufrimiento, necesidades económicas, con dificultad para advertir situaciones de riesgo. Todas presentan baja autoestima. “Esto constituye un patrón de víctima, facilitando con ello la consecución del objetivo”.
Con qué las drogaba
Durante las declaraciones de las denunciantes así como de los numerosos mensajes que se produjeron en las redes sociales se evidenció que las jóvenes detallaron que Rangeón les insistía para que bebieran un vaso que él les preparaba y que ellas al ingerirlo quedaban como zombis, adormecidas, sin fuerzas y en algunos casas desmayadas.
Aunque de los relatos se desprende que este modus operandi del productor fue recurrente y utilizó esa metodología para aprovecharse de la indefensión de las víctimas, negó que “empastillara” o drogara a las jóvenes.
De uno de los allanamientos en su domicilio se secuestraron numerosas pastillas y ansiolíticos. Según justificó su abogado defensor Fernando Diaz Zabalaga las pastillas encontradas eran recetadas para tratar los ataques de pánico que posee el imputado.
El tribunal colegiado está integrado por los jueces de la Sala V, Gabriela Romero Nayar (presidenta), Pablo Farah (vocal interino) y Mónica Faber (vocal). Por el Ministerio Público interviene el fiscal de la UDIS 4, Pablo Alejandro Rivero. La defensa del imputado está a cargo de Luciano Romano y Fernando Díaz Zabalaga. En la querella y actoría civil se desempeñan Sandra Domene y Jorge Agüero.