Un desopilante relato sobre la visita de Cuarto Poder al Congreso de la Nación para auditar el trabajo de legisladores salteños. Wayar, Yarade, Fiore, Olmedo y Kosiner… inhallables; Vilariño y Biella… presentes y atentos para explicar las características de su trabajo en el parlamento nacional. (Federico Anzardi)

Mi DNI es una tristeza. De a poco, la foto se fue poniendo borrosa. Empeoró y no me importa mucho, porque hace tiempo que está así y no me tomo el trabajo de ir a renovarlo. Sólo me preocupo en los momentos previos a hacer un trámite. En cada lugar donde lo presenté me rechazaron absolutamente o me la dejaron pasar después de retarme, pero todos notaron el detalle. Hoy, acá, no hay forma. No voy a pasar. Son las dos y media de la tarde y estoy llegando al Congreso de la Nación. No al edificio histórico, que está al frente, apenas cruzando Rivadavia, sino al anexo de la Cámara de Diputados. Las reglas son las mismas en los dos sectores: dar nombre y apellido, anunciar para qué estamos allí y presentar documento. Debería haber ido a renovarlo, después de todo, tengo que entrar para entrevistar a los diputados nacionales salteños y si no lo logro no van a confiar en mí otra vez para este tipo de notas. Estoy en la antesala del horno.

Al Anexo se ingresa por diferentes puertas estrechas que están flanqueadas por hombres vestidos de negro. Adentro hay mucha gente en poco espacio. El hall de entrada es mínimo. Cuando llega mi turno en la fila me recibe una mujer de veintipico que está sentada, viste un pantalón negro, suéter al tono y camisa blanca. Su pelo largo, rojizo y lacio, sus curvas pronunciadas en la cadera y la cintura y su cara angulosa la convierten en el ser más deseado del salón. Todas las miradas están puestas en ella. Me pide el DNI. Me va a decir que no, que el documento está mal, que así no se puede ni circular por la calle. Pero no: pone la vista en la pantalla con una apatía creciente, anota, marca el número de interno del despacho al que le dije que necesito ir y con voz de novia desencantada dice “está Anzardi, Federico”. Corta, guarda mi documento en un fichero, imprime un papel, me lo da y me indica que tengo que tomar el ascensor.

Arranco por el piso 11, llego al despacho 1152, de Walter Wayar, ex vicegobernador de la provincia durante el mandato de Juan Carlos Romero. Su desempeño es conocido por ser el único salteño que en 2012 no presentó ningún proyecto. Representa al Frente Peronista Federal y su mandato finaliza en diciembre. Golpeo su puerta y espero: no pasa nada. Vuelvo a golpear dos veces más. Espero un total de cinco minutos y no encuentro respuesta. Desisto. Me doy vuelta y golpeo el 1151, el que está al frente. Allí trabaja María Cristina del Valle Fiore Viñuales, del Partido Renovador. Pocas semanas antes de ganar su banca, en septiembre de 2011, protagonizó un hecho que se tiñó de dudas: la camioneta del gobierno provincial en la que se trasladaba junto al vicegobernador Andrés Zottos atropelló a una moto en la que viajaban dos personas. Inmediatamente, un hombre se responsabilizó por el accidente. Los testigos aseguraron que Zottos era el que en realidad conducía. Golpeo una vez a la puerta de Fiore: nada. Golpeo de nuevo, más fuerte, y me atiende Julián, uno de sus asesores, el único que se encuentra allí en ese momento. Me dice que la diputada “está en Buenos Aires” pero no sabe dónde. Niega una entrevista y me dice que sin autorización no va a hablar, que no se quiere meter en problemas por mí. Me da una dirección de correo para que consulte lo que necesite.

Camino hasta el 1145, el despacho de Fernando Yarade, quien fue noticia hace un año y medio, cuando cinco patrulleros con oficiales armados, peritos de Criminalística y un veterinario de la Policía salteña acudieron a su vivienda en la exclusiva zona de Valle Escondido, en las afueras de la capital provincial, para investigar la muerte de su caniche toy. Golpeo y desde adentro me dicen que pase, abro la puerta y una mujer me saluda con cara de sorpresa, mientras habla por teléfono. Pregunto por el diputado, me dice que no está, que “se fue hace un rato”. Agrega que su avión está saliendo precisamente a esta hora, de vuelta a Salta. Le pregunto si podemos hacer una entrevista para que me cuente sobre el trabajo que vienen haciendo durante este año. Me dice que no, pero me cuenta que “el diputado dio directivas precisas de que se trabaje normalmente” a pesar de que el 2013 es un año electoral.

Los años electorales suelen ser, históricamente, bajos en productividad legislativa. Los proyectos no avanzan con el mismo ritmo y los bloques de diputados y senadores están más pendientes de inclinar la cancha a favor de sus intereses partidarios, candidatearse y sonreír para las fotos que en debatir. Durante el período 2012 se sancionaron 60 leyes, entre Diputados y Senadores. Durante el 2011, en cambio, sólo se aprobaron 42.

Bingo…Vilariño y Biella

La cuarta puerta golpeada es la 1130, del diputado Alfredo Olmedo. El rey de la soja y las propuestas más delirantes vence su mandato en diciembre. Golpeo tres veces, nadie me abre. Me siento un testigo de Jehová un sábado a la mañana intentando repartir La Atalaya. Me alejo casi convencido de que ningún político está presente. Vuelvo al piso 9 y camino hasta el despacho 910, el de José Vilariño. Llamo a la puerta, me abren inmediatamente, me presento y me dicen que sí, que el diputado está. Entro y bajo a su encuentro. La mayoría de los despachos del anexo son similares: poseen una oficina pequeña para los empleados que el político de turno elija y una escalera que desciende hasta una oficina más grande y mejor decorada, el búnker inexpugnable de cada representante nacional. El de Vilariño está repleto de salteñidad: cuadros de Güemes, otro por los cuatro siglos de Salta, imágenes religiosas. Vilariño representa al Frente Para la Victoria y termina su mandato en diciembre de 2015. Es el mismo que se vio envuelto en una polémica por las fotos de su viaje a Cuba, a fines de 2011. En esa oportunidad se lo podía observar descansando en un hotel carísimo y jugando al ping pong con el intendente de Tartagal, Sergio Leavy.

Hoy, Vilariño ya no trasciende. Lo encuentro relajado en su despacho. Me siento frente a él y le pregunto cuál ha sido hasta ahora la actividad que vienen realizando en el 2013. Me cuenta que viene “con bastantes tareas” y que está tratando de sacar algunas leyes. Dice que como en todo año electoral la actividad legislativa se va a ver resentida en el segundo semestre. “Hay que meter todo ahora y avanzar”, asegura. Dice que los grandes logros que se han obtenido para la provincia fueron abordados con un enfoque regional. “Esa densidad se hace valer. El individualismo en una cámara no sirve”, comenta. “Si no te quedás en la denuncia pública, para cumplir”, indica. Le pregunto si hay mucho de eso, de proyecto vendehumo en sus colegas salteños. Me dice que hay cosas interesantes como también hay cosas para la tribuna.

El sueldo de los diputados y senadores es un tema recurrente. Con la última recomposición cada uno cobra 36.382 pesos más otros 10 mil por gastos de representación. Además, obtienen veinte tramos aéreos y veinte terrestres que pueden canjear por 552 pesos cada uno. Muchos de esos pasajes no son utilizados y a veces se destinan a personas que necesitan viajar de urgencia. Vilariño cuenta que siempre lo va a ver “gente que tiene problemas”. Me despido y salgo.

Después de subir cuatro pisos por las escaleras aparezco en el piso 13. Camino hasta el despacho 1353 y encuentro a cuatro personas trabajando en un minúsculo espacio. Son los asesores de Bernardo Biella, hombre de formación radical y ex candidato a vicegobernador de la provincia por la fórmula liderada por Alfredo Olmedo. Me informan que el diputado está. Me hacen pasar, bajo por las escaleras internas y lo encuentro sentado en su escritorio. Se pone de pie para saludarme y ofrece café. Su despacho está decorado con un cuadro del Tren a las Nubes y otro de los Valles Calchaquíes. En un aparador hay imágenes religiosas y sobre su escritorio se encuentra la revista “Médicos y Medicinas”. Su rostro, sus expresiones y su voz recuerdan a Mariano Grondona.

Biella asegura que presentó un proyecto para que en localidades pequeñas se puedan instalar puestos de expendio de combustible, oficinas de ANSES y de correos. Explica que algo así es importante para departamentos como Anta o Los Andes, dice que son proyectos que buscan generar servicios y fuentes de trabajo. Agrega que presentó dos docenas de proyectos y que cuesta bastante que se traten en comisión de asesores y después en comisión de diputados. Opina que la mayoría de los salteños cree que el trabajo es estar en la sesión, pero que el verdadero trabajo, donde se pulen los proyectos, es en las comisiones. Allí se les explica a los colegas porqué se presentan los proyectos.

Vuelta a la normalidad

Falta Kosiner, el ex Ministro de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos de Salta durante el primer mandato de Juan Manuel Urtubey. Fue señalado como el responsable de represiones a estudiantes secundarios y de haber manejado una policía corrupta, narcotraficante y torturadora. Es uno de los electos en 2011. Trabaja en el despacho 1336 y no está, “se acaba de ir”, según lo que me dice Valeria, la única asesora que se encuentra trabajando allí. Me asegura que no me puede dar información, ya que ésa no es su tarea.

Tomo el ascensor hasta la planta baja. Son las seis de la tarde, hace frío, está oscureciendo y no quedan muchas personas dando vueltas por el lugar. En la recepción ya no está la bomba colorada, ahora me encuentro con una morocha pálida un poco gordita que está vestida de la misma manera que su antecesora pero no causa el mismo efecto. Le doy el papel y le pido el documento. Lo busca, lo encuentra y lo mira. Me pregunta si tiene algo raro. “Puede ser”, contesto. Salgo dudando si me conviene tomar el 8 o el subte A y me doy cuenta de que es lo mismo: a esta hora todos intentan escapar, todo está hasta las manos de gente.