Sin fecha cierta de elecciones y con importantes decisiones pendientes sobre las PASO y el sistema electoral que regirá, Gustavo Sáenz avanza hacia su reelección pensando más en sus socios externos que en vasallos rebeldes. Al frente aparecen los dos sectores de la grieta. 

Los tiempos políticos han comenzado a acelerarse y los conglomerados de fuerzas partidarias importantes, ya fuera por la expansión territorial o por el derrame de padrinos nacionales, bregan por imponer escenarios en sentidos contrarios. 

Algunas encuestas que se insinúan solamente en los pasillos ya traducen las estrategias solapadas para imponer algunas figuras en medio de una crisis de la política que habla de una gran disconformidad de la ciudadanía. La sangre, por ahora, se queda en los medios periodísticos, a la espera de que los acuerdos de último momento perfeccionen las alianzas definitivas.

Un oficialismo expandido en lo virtual y con algunas internas feroces, confronta con una oposición escuálida pero punzante que se busca unificar los extremos de la brecha. La polarización es la única solución para los herederos de la Unión Provincial, mientras que la dispersión es la clave del triunfo para el sector contrario.

El primer punto de disputa es el sistema electoral que regirá en los comicios que se anticiparían para abril o mayo. La palabra definitiva la tiene Gustavo Sáenz, aunque muchos de sus operadores han encontrado excusas para condicionar sus apoyos. El mandatario los relativiza porque sabe que el comicio estará gobernado por el mal humor social y la desconfianza hacia los políticos que bajan más que suben en las encuestas.

Esta semana aparece en la agenda de la Cámara Baja un proyecto para imponer la Boleta Única y otro de diputados justicialistas que dieron la nota cuando, encabezados por el presidente de la Cámara de Diputados Esteban Amat, propusieron una nueva suspensión del régimen de elecciones PASO (Primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias). Los legisladores, apoyados con disimulo por un grupo de intendentes y senadores, quieren que la confrontación se produzca en un solo episodio y que les echen agua bendita y compartan las limosnas. Desde otro sector oficialista moderado, insisten en que todavía  no ha madurado la decisión y que habrá que esperar.

Sáenz orejea con cuidado. Ya instala a sus candidatos desde hace meses y tendría definido el acompañante para la nueva fórmula que condena a Antonio Marocco a otro cargo. Mientras la mayoría de los actores políticos especula con las reglas de juego, él ya tiene trazada su estrategia y juega con grandes ventajas. 

El saencismo que expande su líder y dividen las internas

La interna entre los peronistas de Sáenz y el Ministro de Gobierno Ricardo Villada ya ha generado algunos costos importantes para el gobierno, porque el titular de la cartera política buscó con decisión que se mantengan las PASO y que el frente siga partido en dos sectores distinguidos por ideología política y que en 2021 impuso la integración de los frentes Gana Salta y Unidos por Salta.

Ambos sectores expresan, a quien quiera escucharlos, que son los más acérrimos defensores de la actual gestión, aunque sus divisiones han logrado que dirigentes dispares del Frente de Todos, de Juntos por el Cambio y hasta de los urtubeycistas hibernados coincidieran en una solicitada en la que pidieron más seriedad en estos temas, a la vez que buscaron generar un impacto y una preocupación por el solo hecho de coincidir. 

Este paternalismo de la segunda línea del gobierno, cínico y que se agota en discursos y charlas de café, pone en evidencia que a muchos funcionarios, legisladores e intendentes solamente les interesa su figura o la reelección y aprovechan algunas debilidades para rebelarse. Claro que luego dicen que harán lo que les ordenen desde las colinas del Grand Bourg.

La mayoría de los rebeldes son los que acompañaron a Sergio Leavy en su intento por ocupar el sillón del primer mandatario de 2019. Más de 40 intendentes les dieron 14% de votos a Juan Urtubey en su candidatura presidencial de ese año, y apenas superaron los 20 puntos en esa elección provincial.

Sáenz ha expandido su movimiento hacia fronteras más lejanas que la de los militantes del oficialismo de siempre. El intendente radical Mario Mimessi, el senador Emiliano Durand, el oranense Baltasar Lara Gross, el diputado Bernardo Biella y otras figuras del interior profundo o independientes ya aparecen en su carpeta y podrían ratificar su domicilio o aterrizar en sus dominios con promesas de competir con garantías de igualdad.

Algunas versiones palaciegas han ventilado que en estos días se propondrá a Sáenz la continuidad de su proyecto en 2023. Lo que está cantado ya tiene mayor cuerpo y seguramente generará disputas en las localías, en donde el panorama local muestra más de un sector propenso a ser oficialista, que espera que le aseguren contención y derecho a participar de las PASO o le presten un partido de los tantos que pululan en el saencismo. Si se cae uno siempre queda otro para reponer.

Un evento que tuvo relevancia en los sectores de poder económico, y es el antecedente de esta decisión, se produjo el viernes de la semana pasada, cuando Sáenz convocó a más de cien empresarios de la producción, la industria, el comercio y el turismo y avanzó con una reivindicación de los intereses de la Salta postergada. Se comprometió a ejecutar acciones concretas vinculadas con el corredor bioceánico, las zonas francas, las tarifas de transporte y de energía eléctrica y gas, y las reservas de gasoil que hoy no existen para el interior postergado.

Ya se anticipa que este compromiso será motivo de adhesiones de otros sectores y que, montados en este esquema y con la promesa de que seguirán las gestiones que han generado muchos recursos para obras públicas en los municipios, le pedirán a Sáenz que siga encabezando el gobierno para un nuevo mandato. Eso sí, todos saben que ya no se trata de una alianza con los mismos actores de 2019 entre los que se contaba el PRO, sino que se abrirá el juego y que la forma ahora es movimientista.

La cómoda situación de Sáenz, que no encuentra todavía en el horizonte una alternativa que lo complique, es lo que adormece o relaja a muchos operadores de su entorno. Ministros poco dispuestos para el trabajo funcional o político; funcionarios que viajan sin cesar al exterior pero con escasos logros y la ausencia de legisladores comprometidos que defiendan la gestión, conforman un panorama que impone que haya cambios en el gabinete para el próximo mandato. Son escasos los que brillan al compás de la plata que consigue el conductor en Buenos Aires.

Las encuestas hablan de que la figura de Gustavo Sáenz se encuentra lejos de la imagen de sus ministros y es la señal de alerta que motivó al líder a reformular su agenda e intensificar sus visitas a las zonas en donde se concentran los votos que podrían asegurar la reelección, especialmente en el norte provincial. Como en períodos anteriores, todos dependen de su figura.

La unión democrática

Luego de la solicitada anti-derogación de las PASO, a algunos les quedó la impresión de que podrían unificar sus apetencias con tal de generar una alternativa a Sáenz.

Sin embargo, escasas posibilidades se avizoran de que los kirchneristas de Salta trabajen y propongan candidatos juntos con el macrismo y sus socios locales, la UCR y el olmedismo.

Deslucida, y atenida a algunas visitas esporádicas de Patricia Bullrich o Gerardo Morales, la centro derecha de Juntos por el Cambio carece de dirigencia y de instalación territorial en el interior provincial. Un Martín Grande en retroceso luego de abandonar su banca nacional, un Miguel Nanni dirigiendo las huestes dispersas de un radicalismo de internas eternas, y el Ahora Patria con su líder Alfredo Olmedo más preocupados por las sus aceitunas en La Rioja y con otro referente como Gustavo Orozco a punto de ser desaforado y quizás detenido, advierten escasa adhesión.

Las mediciones de Martin Grande, Alfredo Olmedo y Miguel Nanni, probables candidatos a gobernador, hablan de caudales bajos o medianos pero alta apatía de los votantes. Es que son los mismos de siempre, con un discurso enfocado en una derecha intolerante e indiferente para con los intereses de la gente más empobrecida.

Lo que es peor para ellos, el romerato continúa liderado por el senador nacional Juan Romero, que ha buscado nuevamente los brazos del saencismo para salvar la gestión de Bettina en la capital. 

Es quien dirigía la intervención del PRO y la transversalidad de este frente desde la trastienda, con conexiones sólidas con los referentes macristas de Buenos Aires. Hoy conduce su velero a la renovación de una alianza con el oficialismo en las elecciones provinciales, con la intención de despegarse luego y favorecer a Juntos por el Cambio en los comicios nacionales de octubre. La misma estrategia electoral que dibujó y ejecutó en 2021. 

A la alianza del PRO-UCR y Ahora Patria solamente la ilusionan algunas encuestas que hablan de que su sector conservador podría arrastrar más de un 35% de los votos capitalinos sin demasiado trabajo y aunque el candidato sea mediocre. El problema es que no han logrado expandir su espacio y que emergentes como el biellismo, y derechistas de antaño como el PRS, siguen deshojando la margarita y, de incorporarse con apoyo de referentes nacionales, vendrían acordados a disputarle la intendencia a la alcaldesa.

Inés Liendo –cuando viene a Salta-, Carlos Zapata, Virginia Cornejo, José Gauffin, son los únicos y solitarios acompañantes de Olmedo, Nanni, Grande y el ignoto interventor del PRO Martín Pugliese. Ni siquiera los nuevos militantes de Milei se les acercan. Ellos extrañan otros tiempos, y prenden velas a la figura de Robustiano Patrón Costas, otrora patrón de los conservadores y financista de este tipo de expediciones. Para colmo esta semana falleció Ricardo Lona, otrora garante de comicios amañados.

El kirchnerismo

La otra expresión que anticipa que competirá es la del oficialismo nacional, dividido entre albertistas y cristinistas. La devaluación de este espacio los obliga a unir posiciones, aunque es el diputado nacional Emiliano Estrada el que sueña con disputar el cetro a Sáenz y está convencido de que las encuestas lo proyectan con cifras importantes.

Los saencistas lo consideran un traidor. Es la estructura oficial del justicialismo de intendentes la que lo depositó en el Congreso Nacional, pero él prefiere adjudicar su cargo a los millones de pesos que habría conseguido gracias al cargo que tenía en la Secretaría de Municipios del albertismo.

Dentro de ese sector también gravitan Sergio Leavy, Nora Jimenez, Jorge Guaymás y Walter Wayar. La fractura nacional se propagó a la provincia, y la pelea de CFK con los movimientos sociales la ha profundizado.

En la elección provincial anticipada, son escasas las dudas que genera este sector sobre su ubicación en el podio. Solamente podría agrandar sus expectativas que Nación adelante los comicios o que hagan el “Abrazo del Oso” con Juntos por el Cambio y el urtubeycismo que busca posicionarse aunque sigue condicionado porque muchos de sus dirigentes todavía cobran sueldo del actual gobierno.

Definiciones

Sin que hagan falta demasiados méritos, los tres sectores en disputa corren en ventajas y defectos en sus mochilas. El Frente de Todos contagiado del desprestigio del actual gobierno nacional y de un cristinismo que ha partido por la mitad a su fuerza. Juntos por el Cambio que nunca logró consolidar dirigencia y es nula su representación en más de la mitad de los municipios de la provincia. El saencismo ha encontrado la veta en una tercera posición que no lo condiciona y con elecciones separadas que impide que sus adversarios puedan colgarse de la grieta y polaricen el comicio.

Según las leyes locales la convocatoria a elecciones saldrá en octubre, después de las distractivas fiestas del Milagro y antes del mundial de fútbol de Qatar que paralizará el país por todo el mes de Noviembre. Tiempos muertos para la política pero no para el oficialismo que puede hacer rendir la gestión pública y anestesiar las críticas a su gestión. Sáenz tiene todo a pedir de boca.