Fue el martes en el programa “Plaza Pública” donde por azarosas e irrepetibles razones, quien escribe co-condujo la edición en la que Juan Collado era invitado. Collado es candidato de Macri en Salta y representó bien a ese espacio hablando como lo recomienda el gurú ecuatoriano del sector: Jaime Durán Barba. (Daniel Avalos)

Es cierto… resulta injusto atribuir a Collado su condición de macrista auténtico por sólo ejercitar el discurso duranbarbista. Pero ese día, ante las cámaras, escuchando lo que decía y prestando atención a los tonos que utilizaba, era imposible no asociar su forma de comunicación a esas ideas que a Durán Barba tanto le gustan publicar en libros o artículos periodísticos: “El elector vota ante todo con el corazón. Siente antipatía o simpatía por el candidato. Le cae bien o le cae mal (…) La gente común, normalmente, no vota por alguien que le cae mal, a menos que satisfaga sus pasiones negativas. Esta es la realidad (…) Es un problema de sentimientos y los consultores profesionales saben que la antipatía no se supera con una buena propuesta”.

Precisemos nosotros que hay distintas formas de hablarle al corazón. Un candidato macrista como Miguel de Sel, por ejemplo, apela a un tipo de retórica televisiva que Cicerón calificaría como indignada: quiere dejar en claro a los televidentes en este caso, que no sólo está enojado con la política, sino que también desea que todos los ciudadanos confirmen que su grado de indignación no es en nada distinto a la indignación del propio ciudadano. Esto es lo que Durán Barba define como “satisfacer las pasiones negativas” del potencial elector.

Juan Collado no usa esa retórica indignada, pero tampoco se sale del libreto diseñado por Durán Barba: hablarle al corazón de la gente común, caerles bien, resultarles simpático y lograr que lo perciban como alguien surgido casi de la nada misma, para así presentarse como un ser ajeno a los supuestos estragos que la política causa a la sociedad. Tal vez por ello ni bien empezó la entrevista, Collado apeló a las anécdotas. Sus orígenes en Ciudad del Milagro, su pasión emprendedora; de cómo en esta experiencia nueva que encara, recorre la provincia y viajando conoció a un joven que quería progresar; y visitando otro lugar se topó con una mujer que no sólo quiere lo mismo que el joven anterior, sino que también posee todas las competencias para salir adelante si es que todos nos comprometemos con la vida, si es que el espíritu solidario triunfa por sobre los egoísmos, y si el Estado genera las condiciones para que el inmanente espíritu emprendedor que todos poseemos pueda desarrollarse libre y plenamente.

Juan Collado, en definitiva, desbordaba bondad. Y tanta bondad, en política, suele impacientar a quienes, sabiendo que casi todos los humanos son dueños de buenas intenciones, suelen querer saber cómo harán los gobernantes para formar un equipo centralizado de funcionarios que diseñando un objetivo estratégico -y tres, cuatro, cinco, o más movimientos que permitan alcanzarlo-, conseguirán que la sociedad se deslice del estado injusto en el que nos encontramos hacia aquel otro que el candidato define como deseable. Pero de nada de eso hablaba Collado. Se parecía mucho a Sergio Massa por la falta de definiciones que, por supuesto, también impacientan a ciertos periodistas que sin simpatías por Durán Barba, creemos que el periodismo no debe ser una herramienta que posibilite el lucimiento de un candidato y sí una especie de correa de transmisión entre lo que al actor político dice representar y lo que el periodista considera que el ciudadano precisa saber. No sólo para que el ciudadano pueda valorar si lo que el candidato propone resulta deseable o no; sino también para que ese mismo ciudadano evalué si la promesa de la que es dueño el candidato es factible o no.

Esa impaciencia por saber lo qué y los cómos, finalmente tensó la entrevista. Proceso que empezó cuando el conductor le preguntó a Collado cómo iba a lograr lo que se desea y el co-conductor, luego, indagó si correspondía al candidato la autocalificación de emprendedor. En ese contexto, el significado de las palabras es importante. Collado lo sabe porque es licenciado en economía y en esa área del conocimiento, se sabe bien que el término emprendedor está asociado a la denominada Economía Social, una disciplina relativamente reciente que, entre otras cosas, busca analizar y teorizar sobre el funcionamiento de emprendimientos y microemprendimientos cuyos protagonistas son los emprendedores; actores que tienen por escenario de producción las unidades domesticas o pequeñas formaciones comunitarias; y que, fundamentalmente, no van en busca de la maximización del lucro, sino de la reproducción de la vida de los miembros de una comunidad previamente excluida del mercado laboral porque los grandes agentes económicos descubrieron que pueden acumular mediante la explotación de trabajadores, pero también excluyéndolos del mundo laboral.

Collado dijo ser las dos cosas. Hacía referencia a ciertos emprendimientos hileros en la Puna; pero también a esa actividad empresarial de la que habla menos: accionista de una empresa poderosa en la que comparte el directorio con el hermano del gobernador y vicepresidente de la UIA, José Urtubey. La empresa en cuestión es Celulosa Argentina SA, la misma que según su página oficial posee una casa central en Buenos Aires, más una sucursal en Rosario y otra en Bahía Blanca. Una firma que interviene en distintas ramas de la economía, como Papel Borealcel que produce papel alcalino para impresión; Forestal, que posee 21.000 hectáreas de pino y eucaliptos ubicadas en Corrientes y otros bosques propios en el Uruguay con los que manufactura productos de eucaliptos; y  que cuenta con distribuidora propia cuya firma más importante es Casa Hutton. Celulosa Argentina como empresa altamente rentable que, como todas las de su tipo, llegó a ser lo que es porque responde a las lógicas de la maximización del lucro. Convengamos… no es ninguna excepcionalidad en el mundo ni en nuestro país, pero convengamos también que esas empresas suelen tolerar al emprendedor sólo cuando este no amenaza ni obstaculiza la ambición empresarial que a diferencia del emprendedor cuenta con tanto Poder, que es capaz de desafiar al Estado cuando este pretende regular sus actividades.

Empresas que además pueden desarrollar verdaderos enclaves que en la historia del capitalismo latinoamericano suponen siempre la existencia de un territorio empresarial altamente desarrollado, pero que crecen viendo cómo alrededor todo se precariza y la pobreza se expande. Justo como pasa en Salta, que cuenta con un llamado eje productivo en el que los grandes agentes económicos desmontan casi todo, acumulan mucho y gozan de una riqueza que la inmensa mayoría de los que allí viven nunca gozarán porque en el triunfo de los poderosos está inscripta la derrota del pobre. El censo 2010 lo grafica bien. En la entrevista televisiva sólo se mencionó el nombre de esos departamentos: Anta, Rivadavia, General San Martín, Orán. Acá podremos hacer lo que esa vez no: precisar los números de esa pobreza con algunas variables. En Anta el censo 2010 registró 13.688 hogares del los cuales el 33,2% poseían baños que carecían de descarga de agua; en San Martín de los 37.915 hogares registrados el 39% carecían del mismo servicio; en Orán de 31.859 hogares el 34% corrían la misma suerte; y en Rivadavia la situación era desesperante: de los 7154 hogares, el 79% carecen de retretes y descargas de agua. Con respecto a bienes domésticos, en Anta el 27% de los hogares no poseían heladeras, el 82% no tenía computadoras y el 89% carecía de un teléfono de línea; en San Martín los hogares sin heladeras llegaban al 25%; los sin computadoras se estiraba hasta el 76%, mientras aquellos que carecían de línea telefónica superaba el 78%. En Orán el 23% de los hogares sin heladeras, el 78% sin computadoras y el 82% sin línea telefónica. Otra vez Rivadavia superará todos los índices: 67% de hogares sin heladeras, 93% sin computadoras y casi el 99% sin línea telefónica.

Sobre esa realidad giraron las otras preguntas a Collado que terminaron de tensar todo: ¿Cómo hacer para que el gran agente de la economía salteña deje desplegar al emprendedor que Collado dice reivindicar y qué opinión le merecía que entre aquellos que desmontan a rabiar, se ubique al mismo Macri o gente relacionada con el Jefe de Gobierno porteño? Collado, en ese punto, dejo de desbordar bondad. Tampoco desbordada ira. Simplemente se humanizó y empezó a prescindir un poco de esas palabras que se han vuelto una habitualidad del lenguaje opositor: sentido común, consenso o diálogo. Collado, incluso, recurrió a ciertas asperezas verbales que habría que celebrar. Entre otras cosas porque a pesar de lo que Durán Barba recomiende a sus asesorados, el mundo es menos enternecedor de lo que los discursos duranbarbistas reflejan. No habitan acá sólo la virtud, la razón y los buenos deseos; también habitan los oscuros impulsos, la violencia y la maldad. Por eso, justamente, la política no es lo que el macrismo dice que es -equipos técnicos y filantropía-, sino lo que el macrismo practica en los hechos: acumulación de fuerza que en su caso nuclea a poderosos sectores que buscan convencer al conjunto social de la necesidad de que la voluntad de ellos, se imponga sobre el resto.