Medios nacionales como Clarín, destacan el temor de dirigentes del peronismo con poder –Urtubey incluido – de enfrentar a Cristina Kirchner en el 2017. Las encuestas muestran que la ex presidenta sigue manteniendo un importante caudal de votos.

Julio Blank, uno de los columnistas estrellas de Clarín se refirió al tema en un escrito publicado hoy en donde se destaca cómo la mayor parte de los peronistas que conservan poder –gobernadores, senadores, diputados, intendentes, sindicalistas– se proponen desprenderse de la tutela del kirchnerismo aun a costa de tener que enfrentar a la ex presidente en una contienda electoral abierta el año próximo.

Lo que el periodista aclara es que “el kirchnerismo duro conserva influencia –quizás más en la sociedad que en la política– y está liderado por Cristina” y que en ese marco esa misma dirigencia peronista no K “parecen sentir un infinito temor frente a la posibilidad concreta de enfrentarla”.

Confirmaría ese temor lo ocurrido tras la convocatoria de Cristina Kirchner a Daniel Scioli el lunes pasado. La foto difundida del encuentro buscó transmitir la sensación de que todavía es ella quien manda y aun cuando haya muchos peronistas protestando en privado por la influencia de Cristina, en público esos mismos enojados no pueden resistir la invitación a aplaudirla.

“En la lista de descontentos hay gobernadores como el pampeano Carlos Verna y el sanjuanino Sergio Uñac, que entraron en la lista de unidad del PJ que encabezaron José Luis Gioja y Scioli pensando aislar al cristinismo, y reclaman reconocer que ´hay un ciclo que está cumplido´. Intendentes del Gran Buenos Aires, que vienen construyendo una alternativa de renovación y ven que un referente central de la Provincia va al juego de Cristina, dijeron que la foto era ´inoportuna y triste´. Legisladores que edificaron un camino autónomo en el Senado de la mano de Miguel Pichetto y que ahora buscan consolidar en Diputados una articulación que deje sin gravitación al cristinismo, opinaron que ´no se puede seguir demorando la ruptura política y emocional con el pasado´, enfatiza el escrito publicado por Clarín

El diseño de quienes impulsan el reagrupamiento peronista lejos de Cristina incluye, en la Cámara de Diputados, una articulación entre el bloque renovador de Sergio Massa, el justicialismo disidente de Diego Bossio en donde se encuentran los diputados que responden al gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, los diputados ahora autónomos del Movimiento Evita y los que puedan desprenderse de lo que queda de la bancada cristinista, donde pisa fuerte La Cámpora.

El propósito de este agrupamiento al que el columnista de Clarín denomina la “segunda renovación peronista” (en relación a la primera que comandada por Antonio Cafiero en los 80´ buscaba arrebatar el poder a Raúl Alfonsín) es repetir el regreso al poder protagonizado por sus antecesores de hace tres décadas. Sostienen que esta es una etapa de “hablar con todos” y al mismo tiempo aislar progresivamente a Cristina, “pero sin ofenderla”. Es el mal disimulado temor al rayo de la muerte que ella dispara y que mantiene alta capacidad de hacer daño en la interna. ¿Podría haber diálogo incluso con Cristina?, se pregunta. “El problema es que ella siempre quiere ser el centro y alrededor tiene a los de siempre: Parrilli, Zannini, los pibes de La Cámpora, Sabatella”. Parece que ése es el límite.

Pero a la vez, reniegan por la zozobra que provocan puertas adentro del peronismo las encuestas que muestran a la ex presidenta conservando grados aceptables de aceptación pública, a pesar de que el rechazo a su figura no ha parado de crecer. Oscar Parrilli, asistente de Cristina, ha hecho circular como verdad consagrada que ella conserva “20% o 25% de votos” y que con ese caudal no puede ganar una elección, pero puede asegurarse que cualquier peronista pierda frente a los candidatos de Macri porque se dividiría el voto opositor.

El peronismo que gobierna cree que la ex presidenta “no puede pasar del 20%” y eso si ella es la candidata, porque dicen que ninguno de sus amanuenses podría siquiera acercarse a esa cifra. Igual sigue siendo un número capaz de desequilibrar la balanza entre dos contendientes más fuertes.

El que mira con atención esa evolución de las potenciales preferencias electorales es Massa, perfilado cada vez más como la figura fuerte de referencia peronista en la Provincia y el país; más allá de que al día de hoy no tenga previsto meterse en la interna sino operar sobre ella “ganando desde afuera”. Igual que hicieron los renovadores de Cafiero contra el sello oficial que estaba en poder de Herminio Iglesias treinta años atrás.

Otros expectables del peronismo, como Juan Manuel Urtubey, Bossio o Florencio Randazzo –que hoy parece lejos de volver a competir– siguen también esos vaivenes de la opinión pública. Igual que la decena de gobernadores y la legión de intendentes del GBA, que piden plata y ofrecen gobernabilidad y por eso mantienen buena relación con el macrismo, hablando con Rogelio Frigerio en la Casa Rosada o con María Eugenia Vidal en la Provincia.

Ellos terminarán poniendo fichas en todas las canastas, pero algunas más en las del peronista que pueda ganar.