Pese al acompañamiento de su familia y el cobijo de la ley 26.743, el caso de discriminación y hostigamiento que sufrió Tiziana en la escuela pública a la que asistía vuelve a poner al desnudo algunos de los efectos nocivos de la reticencia de la provincia a dictar Educación Sexual Integral. (A.M.)

Graciela Puchetta confiesa que no sabía nada sobre infancias trans antes de que su hija le dijera que no se sentía cómoda con el género que le habían asignado, luego supo que era una nena. Ante la seguridad de su hija, Graciela decidió que tenía que informarse sobre el tema para poder acompañar el proceso de Tiziana y durante tardes enteras averiguó en internet todo lo que pudo sobre identidades disidentes.

Anotó en una libreta lo que significaban las siglas de las asociaciones de lesbianas, trans y travestis que funcionan en el país: al mismo tiempo que aprendía sobre el colectivo LGBTTTIQA, desaprendía el camino de opresión e invisibilización que había recorrido, como todxs, durante su vida.

El patriarcado cala tan fuerte en la educación y la cultura que deconstruir las estructuras impuestas puede ser un camino difícil. Sin embargo, Graciela es un claro ejemplo de que para hacerlo, lo primero que se necesita es voluntad de cambio y sed de conocimiento.

Ni ella ni su familia recibieron asesoramiento estatal en este largo camino que recorren en pos de que nadie violente la identidad de su hija (la primera niña trans con un DNI que respeta su identidad autopercibida, amparada en la ley 26.743). “Yo sentía que estaba en una isla, que lo que nos pasaba a nosotros no le pasaba a nadie más, estaba sumida en la ignorancia y el desconocimiento”, afirma esta mamá que hoy habla un poco como abogada, un poco como psicóloga y un poco como docente, sin necesidad de un título que la avale. Su discurso fue construido en base a la necesidad, ya no podía quedarse atrás en el proceso identitario de su hija y necesitaba aprender para poder defenderla.

El patriarcado cala tan fuerte en la educación y la cultura que deconstruir las estructuras impuestas puede ser un camino difícil.

Envió un mensaje a la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) y la contactaron con Mary Robles en Salta. De repente un mundo de posibilidades y amistades se abría para ella y su hija. Más tarde conoció a Victoria Liendro y Pía Ceballos, quienes la invitaron a la marcha del orgullo y la diversidad, que fue el puntapié inicial para que tanto la madre como la hija tomaran conciencia de todas las herramientas legales que tenían a su alcance y que podían empezar a usar para que se respetaran los derechos de Tiziana.

En la Escuela 4035 Alejandro Gauffin, ubicada en el barrio San Remo, la niña había sufrido violencia simbólica y verbal por parte de estudiantes y maestras. El acoso que recibió por parte de sus compañeros está sustentado en la carencia de Educación Sexual Integral (ESI) con la que viven lxs niñxs salteñxs. Aunque la ley 26.150 está en vigencia desde el año 2006, en Salta no se implementa debido a la negligencia del estado provincial. Al mismo tiempo, la negación que tienen maestros y maestras de despegarse de los “valores cristianos” que pregonan como un escudo cada vez que no garantizan un derecho, promueven un estado de vulnerabilidad en el que crecen las infancias trans en nuestra provincia.

Al respecto, Mercedes Martínez, activista feminista, profesora en Ciencias Políticas y parte del equipo de ESI de Salta, afirma que aunque la capacitación a lxs docentes es escasa, existe pero no se aplica en las aulas pues no hay voluntad particular para hacerlo: “Les docentes tienen mucha reticencia a hablar de métodos anticonceptivos que no son reconocidos por la iglesia católica. Lo mismo sucede con la concepción sobre la diversidad, su argumento siempre suelen ser valores que, por otro lado, son absolutamente personales y atentan contra el derecho de les niñes a recibir educación sexual integral en las aulas”.

En la Escuela 4035 Alejandro Gauffin, la niña había sufrido violencia simbólica y verbal por parte de estudiantes y maestras.

En paralelo a la negación de lxs docentes, Graciela seguía averiguando y acompañando a su hija, con paciencia y afecto. Para su marido no fue fácil al principio, también por desconocimiento, pero siempre se mostró abierto a entender y dispuesto a acompañar. Relata Graciela: “Los fines de semana, Tiziana era libre de vestirse como quería dentro de la casa. El domingo a la noche controlábamos que todo estuviera en orden para que pudiera ir a la escuela tranquila pero una noche nos sinceramos y le pregunté si quería que hablara con sus maestras para que no tuviera que esconderse más. Ella decidió que sí y comenzamos otro camino”. Sin decirlo, Puchetta deja en evidencia una práctica que la hace una madre ejemplar: hablar con su hija y no por su hija, respetando sus tiempos, sus sentires y opiniones. Bruno Cabral, activista feminista y estudiante de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Córdoba, propone que escuchar a lxs infantes representa un paso importante para pensar en la equidad de derechos, ya que lxs adultxs pasan de ser meros portavoces a representantes legales que escuchen y breguen por las necesidades reales de las infancias trans.

Después de repetidos pedidos para que se respetara la libertad de elección de su hija, con la indiferencia como única respuesta, Graciela Puchetta decidió enfrentar a maestras y directoras en una situación en la que Tiziana fue interrogada por mayores que sólo la intimidaron y violentaron, nombrándola en masculino. Más allá de no respetar su identidad, las maestras y la directora hostigaron a una niña de diez años para que dijera por qué tenía miedo. Ante esta situación, Puchetta decidió cambiarla inmediatamente de escuela e hizo las denuncias correspondientes al INADI y Derechos Humanos. Recibió un fuerte apoyo de estos organismos donde se tramita una denuncia nacional para apoyar a la familia de Tiziana.

En un intento desesperado por mitigar el revuelo que la noticia de Tiziana había generado a nivel nacional, la ministra de Educación, Analía Berruezo, recibió a su madre y le pidió disculpas por el trato recibido, prometiendo educación sexual integral en las escuelas. Lo que no dijo Berruezo en ese encuentro es que las escuelas privadas de la ciudad pueden objetar la ley nacional y dar una suerte de educación sexual arcaica que llaman “educación para el amor”. Aunque las leyes nacionales educativas rigen para todas las escuelas (públicas y privadas) del territorio argentino, en Salta todavía hay establecimientos que pueden funcionar bajo sus propias reglas escondiendo información al estudiantado y violando así sus derechos elementales.

Sin embargo, después de toda la violencia recibida, Graciela Puchetta es portadora de un mensaje de afecto y justicia: “A los padres y madres que están pasando por una situación parecida, sólo puedo decirles que acompañen, que escuchen a sus hijxs. Que no tengan miedo, que sean capaces de ponerse en el lugar del otro porque son ellxs los que están viviendo esto y nos necesitan de su lado. El movimiento feminista ha contribuido mucho en esta lucha. Tiziana es fuerte y segura porque se sabe acompañada y así es feliz”.