La Asociación Civil Infancias Libres  ACIL presentó un informe sobre la situación de las infancias trans en Argentina. El objetivo del informe fue brindar datos, visibilizar sus experiencias, problemáticas y obstáculos que tienen a la hora de expresar y vivir su identidad para poder pedir políticas públicas que incluyan las infancias y juventudes trans. Las encuestas fueron realizadas a cien familias entre los años 2018 y 2019 de niños, niñas y jóvenes que se auto perciben dentro de la diversidad trans. (Guadalupe Macedo)

El 16 de septiembre se lanzó el primer registro de experiencia de niñeces y adolescencia trans travestis en la cámara de diputados de la provincia de Buenos Aires denominado “Infancias desobedientes”.  “Con este informe nos proponemos visibilizar una realidad que permita generar políticas públicas desde el Estado”, subrayó Gabriela Mansilla mamá de Luana quien pertenece a la asociación ACIL.

Según la investigación realizada un 69% se autopercibe desde la feminidad trans y el 31% desde la masculinidad trans. En la niñez desde los 4 a 11 años esa mayor el número de niños que se autoperciben desde la feminidad trans en cambio en la adolescencia de más de 12 años es mayor el porcentaje de masculinidades trans entrevistadas en un 55%.

En la infancia se construyen las identidades, por lo que cada dimensión que nos atraviesa en esta etapa es fundamental para el integro crecimiento. “El género es una dimensión que atraviesa estos universos, actividades, conocimientos y saberes al cual lxs niñxs se encuentran expuestos, y desde allí son interpelados” afirma el informe. Entre los 1 y los 4 años un 46% los niños empiezan a mostrar malestar con su sexo asignado al nacer. El 31% muestra esta incomodidad entre los 5 y 8 años.  Se auto perciben  un 59% desde las feminidades trans entre los 1 y los 4 años de edad” analiza el informe de ACIL.

En cuanto a las masculinidades trans en la edad de más de 11 años se auto perciben el 55%. “Esto da cuenta del desconocimiento acerca de los conceptos sobre la construcción del género identitario, y demuestra como cuestiones vinculadas presuntamente con la orientación sexual y/o la genitalidad actúan como determinante en lxs sujetos. Explicitando el desconocimiento sobre las potenciales manifestaciones de una identidad transgénero. Es por esto, que independientemente del momento de la vida de las personas, el camino hacia lo femenino supone un exponerse, mientras ir hacia la masculinidad implica invisibilizarse” analiza el informe realizado por ACIL. Vemos como las masculinidades trans son más vulnerables ya que es más difícil la aceptación social y se encuentran invisibilizadas.

Durante la niñez las principales practicas que expresaban los y las niñas para demostrar el disgusto sobre su sexo asignado al nacer y reforzando por el pasaje por instituciones sociales como la escuela, el hospital, la familia son: el uso de vestimentas contrarias a su género asignado. “Lxs adultxs expusieron a lxs niñxs están fuertemente vinculadas con  el uso de vestimenta del género contrario al asignado (83%), es decir el género  autopercibido. Así como también un fuerte rechazo al género asignado (77%) y el uso de accesorio/ cosméticos relacionados con el género autopercibido (65%). En menor medida, pero no por ello menos importante surgieron prácticas vinculadas con la  manifestación a través de dolencias de índole orgánicas o físicas (39%), otras estrategias referidas al uso de pronombres personales (40%) o no responder al nombre elegido por sus padres (15%)” muestra el informe de ACIL.

Los niños que expresaron a través de las dolencia orgánica y físicas tuvieron un 24% espasmos o trastornos respiratorios, un 19% Enuresis, un 17% tristezas y un 9% autoagresión. Puede observarse que: “entre las feminidades trans son más comunes las manifestaciones vinculadas con el control de esfínteres y de índole respiratoria. Mientras que en las masculinidades trans estas manifestaciones no son tan habituales, sin embargo, se incrementa el enojo (19%) como un “síntoma” sin una explicación aparente.” analiza el informe. Las familias manifestaron que el 53% tuvo sentimientos relacionados a la muerte. Es por esto que desde la Asociación se busca que desde el análisis de la situaciones que vivieron las familias, “buscamos empoderar estas infancias trans, que amen sus cuerpos, que no sean intervenidos, que no se trata de cuerpos equivocados sino que el foco principal está en la educación, en derribar prejuicios y acompañar con amor responsable” relato Gabriela Mansilla.

Las familias al ver estas manifestaciones en un 48% sienten desconcierto y no saben que hacer y el 12% busca reprimir y amenazar a los niños. Cuando las familias deciden pedir ayuda recurren un 78% a médicos: psicólogos, pediatras y psiquiatras. En la investigación el 80% de las familias que acudieron a estos profesionales no recibió ayuda, remarcando que no todos los profesionales están instruidos en temáticas vinculadas con la identidad de género trans. Esto da cuenta que no existen política públicas en el ámbito de la salud para poder abordar este proceso.

El proceso de transición implicó el acompañamiento de la familia que implicó un aprendizaje para dejar ser a los y las niñas. El 88% de los niños y adolescentes ha realizado un cambio que da cuenta la transición de género. El informe observa  que: “entre las masculinidades trans todxs han realizado al menos un cambio que dé cuenta de su identidad de género. Mientras que las feminidades trans han tenido más dificultades por parte de los adultos para permitirles a su hijx iniciar su transición que dé cuenta del género autopercibido”.

Los niños, niñas y adolescentes cambiaron sus nombres pilas, pero solo el 21% realizo el cambio de nombre en el DNI. Donde el 48% no presento dificultades a la hora de gestionarlo y el 36% tuvo problemas en la realización del trámite. El 27% de los que todavía no realizaron el cambio se encuentran en duda de realizar en cambio legal de nombre.

“Los cuerpos equivocados no existen” afirma el informe, ya que todas las corporalidades deben ser aceptadas dejando de lado los binarismos y estereotipos existentes desde la sociedad patriarcal. Dejando de lado que la construcción identitaria está dada por la genitalidad, sino que se construye desde lo social, cultural. Este es un punto de partida para generar nuevas investigaciones y medidas para lograr infancias libres.