Detalles de un nuevo aniversario de la creación de la policía de Salta y fragmentos de un gran discurso de Lami donde muestra las virtudes y avances que nadie llega a ver. F.P.
Los sucesivos hechos que muestran a la institución policial salida de cualquier cauce, no impidieron que su aniversario 191 sea un gran festejo que incluyó una ofrenda floral al general Juan Antonio Álvarez de Arenales- cuyo busto se encuentra ubicado en Plaza 9 de Julio-, una misa en la Catedral, la habilitación del museo histórico policial y un acto central. El acto fue en la explanada del monumento a Güemes y estuvo encabezado por Juan Manuel Urtubey, Marcelo Lami y Alejandro Cornejo D’Andrea. Entre los presentes, también, estuvieron figuras destacadas como el vicepresidente del Senado, Mashur Lapad, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Godoy, el presidente de la Corte de Justicia, Guillermo Catalano, el secretario de Seguridad, Carlos Oliver y representantes policiales de otras provincias, entre otros.
La prensa tuvo una cobertura al respecto pero solo aportó notas con información retaceada; palabras más, palabras menos, informó que se entregaron 35 camionetas, 2 furgones, medallas para efectivos destacados y que se oficializó algunos ascensos de policías. Como no mencionó palabra alguna del discurso principal, el cual estuvo a cargo de Marcelo Lami, vale la pena recordar algunos pasajes significativos del balance que realizó el jefe de la policía salteña: “Cuando me hice cargo de la jefatura, la institución venía sufriendo una caída en picada desde 1984: la policía no podía salir de un sistema estancado en el autoritarismo; recién en el 2005, hay un propósito de cambio y se produce un avance con la creación del 911, que implicó romper con la estructura de mando de personalidades de las comisarias. A partir de 2008, se generó un cambio generacional, se comenzó a tratar intervenciones estratégicas, se comenzó a medir los resultados. Usted gobernador empezó una modernización que genero grandes cambios”, remarcó.
La oportunidad no solo sirvió para que Lami demuestre su admiración hacia el gobernador, le agradezca por las modificaciones a la contravencional y por los sueldos que cobra la policía, sino también para reivindicar la figura del actual ministro de Seguridad: “Me quiero detener en la figura de Cornejo D’Andrea, quien desde el 2011 ya venía impulsando esta modernización, desarrollando sistemas de comunicación, capacidad satelital y la medición precisa de los planes. Esto concluyó con la creación del centro y coordinación operativa que permite conocer la realidad de nuestra ciudad”.
Entre los momentos importantes se destaca una mención sobre la Brigada. “Rompimos con la estructura de la vieja Brigada de investigaciones que tenía un nulo control de sus actividades. En capital y el valle de Lerma ya se organizaron grupo de investigación de delitos y grupos de investigación de estupefacientes, ampliando la capacidad operativa. La creación de la unidad de análisis criminal permite contar con el mapa delictual real de la provincia, cada denuncia que ingresa es registrada, lo que marca el mapa preciso del delito y permite conocer el nombre del policía a cargo de una investigación”, señaló.
Esa parte bastó para dejar en claro una obviedad señalada hace mucho por este semanario: que la Brigada se había tornado incontrolable puesto que tenía bajo su cargo miles de casos referidos a robos, investigaciones sobre venta de alcohol, búsqueda de personas, muertes dudosas, trabajos de inteligencia, prostitución y venta de drogas, es decir que manejaba de todo y eso le otorgaba una autonomía relativa que venía trayendo problemas de envergadura, los cuales ya habían empujado a que, años atrás, se tome la decisión de separarlos de tareas relacionadas a criminalística (pasando la potestad al CIF) y hace poco se decidió que su personal pase a cumplir tareas centralizadas en las comisarías.
También dijo que “la última huelga, la corrupción y las luchas internas de poder llevaron a que la policía sea una cuna de chismes y desprestigios”, señaló que la “indisciplina continua afectando la vida institucional” y calificó a estas acciones como “un germen”, o sea, como parte de algo que puede propagarse y causar enfermedades a futuro. Fue una especie de diagnóstico positivista pero vulgar que dejó en claro que los continuos escándalos no deben enmarcarse como parte de una regla sino como una anormalidad, como hechos aislados que empañan la ardua labor policial.
Lógicamente, ni el jefe policial ni nadie se atrevió a reconocer la profundidad de la crisis que atraviesa la policía. En un breve contacto con la prensa, el gobernador insistió en la línea proyectada por Marcelo Lami en su alocución, remarcó que la policía de Salta es una “de las más antiguas del país” y sin sonrojarse aseguró que en la provincia se “garantiza la seguridad a los salteños” con un sistema “moderno” y que viene experimentando un “gran crecimiento”.