Transcurrida la primera semana del juicio que tiene como imputado a Sergio Vargas, en calidad de partícipe secundario de homicidio de Jimena Salas por precio o promesa remuneratoria, el panorama respecto a la estrategia de la “defensa” de los imputados, comienza a aclararse.

Desde el primer día, no escapó el dato llamativo de que el sindicado como “perejil” de la causa, un humilde albañil que se supone, hacía el oficio de vendedor ambulante en el barrio donde residía y asesinaron a la mujer, sea representado por “tres” abogados: Marcelo Eduardo Arancibia, Luciano Romano y Marcos Rubinich.

Incluso antes de iniciado el juicio, podía observarse una especie de hermandad entre los defensores de ambos imputados: los de Vargas, y el abogado del imputado Cajal Gauffin, Pedro Arancibia. Sobre su sobrino, Marcelo Arancibia fue categórico alguna vez, señalando que “nosotros los árabes tenemos el común denominador de que la sangre no es agua”, y así parece ser también en esta ocasión.

Primando el sentido común la pregunta sería: Si el viudo de Jimena Salas persigue únicamente el conocimiento de la verdad ¿por qué su abogado comparte una cercanía indisimulable con la defensa de quien fue sindicado de haber hecho de campana en el crimen, al punto de no ocultar tampoco un lazo solidario, junto a otras causas que patrocina?

En todo acuerdo, hay palabra empeñada que se cumple, y otras que no. Eso pareciera ser lo que está sucediendo con tan solo observar el comportamiento de los letrados, enfocados únicamente en salvar la figura de Cajal Gauffin. El mismo abogado de Vargas manifestó el primer día de la audiencia que no podía asegurar que su defendido sea inocente. A medido que transcurren las audiencias, queda en evidencia el escaso interés y la falta de preguntas que puedan orientarse a defender al “perejil”, quien desconfía a medida que pasan los días.

Sobre el Tribunal, no hay mucho más para esperar. Jueces que de antemano han volcado su apreciación sobre el caso, que realizan escasas preguntas en las audiencias, y muestran un real distanciamiento con lo que todos queremos que se sepa: ¿quién mató a Jimena Salas?