Cada año las fiestas patronales del pueblo conjugan sincretismo religioso, fútbol, comida, baile y sus 13 habitantes reciben a personas que se encuentran debajo del sitio arqueológico preincaico más grande de Argentina. (Andrea Sztychmasjter)

En un momento de la historia (año 1906) Tastil —la ciudad precolombina más grande del territorio argentino hoy en ruinas y ubicada en nuestra provincia— pasó a adoptar a Santa Rosa de Lima como su patrona. Desde ese entonces, la fiesta del suri, junto a otros rituales ancestrales, se mezcló con la religión católica. Esta conjunción está reflejada en la propia capilla del pueblo que tiene techo de cardón. Allí en un cuarto lateral se encuentran descansando elementos típicos de lxs habitantes de la vieja ciudad: erke, bombo, plumas de suri, un animal que para los pueblos indígenas es sagrado y auspicia acontecimientos climáticos favorables y buena fortuna. Mientras que en la otra esquina de ese cuartito están los elementos litúrgicos católicos.

¿Por qué cada 30 de agosto se celebra en varios países de Latinoamérica la fiesta de Santa Rosa? Algunos registros sostienen que la fecha quedó fijada luego de su muerte al ser canonizada por el papa Clemente X después de numerosos “milagros”, otros; que la fecha involucra cambios climáticos, es el tiempo que todo empieza a florecer y es un buen auspicio para las cosechas. Una procesión venerando a su patrona alrededor de las pocas calles de Tastil junto al baile del suri, personas mayores y niñxs adornadxs con plumas y demás elementos que caracterizan al mítico animal, bombas de estruendo y rezo, mini estatuas de la santa y cánticos sacros, todo se mezcla ese día y sus habitantes lo viven como una verdadera fiesta.

¿Qué significado le dan sus pobladores? ¿Qué valores entran en escena? ¿Cuál es la conciencia del tiempo que se da a través de los ritos? ¿Existe un tiempo profano? ¿Un tiempo circular? Lo cierto es que cada año todo vuelve a repetirse. Lo perceptible a primera vista en cambio, es que la iglesia católica ha acaparado al pueblo y a sus habitantes que no reniegan de ello, incluso se perciben como personas de profunda fe y católicos. La recurrente cita al “padre Chifri”, quien descansa en la iglesia de Alfarcito y ahora al “padre Walter”, demuestra la importancia que poseen los hombres de la iglesia en los pueblos del interior provincial.

Una bandera con la leyenda “Salvemos las dos vidas” dispuesta en el frente de una casa y el discurso de una joven, recientemente recibida de enfermera de la UNSa quien luego de la procesión hizo uso del micrófono para decir a lxs presentes: “Nos están atropellando la vida y la familia. Nosotros abrazamos la vida desde la concepción. Este lugar es ‘provida’”, también demuestra la incidencia católica presente en cada pueblo.

Después de su discurso, junto al de Barboza, uno de los habitantes más antiguos del pueblo, el exintendente de Rosario de Lerma y actual senador provincial, Sergio “Topo” Ramos, también presente, dirigió unas palabras. Al finalizar, un locutor invitó a todxs a compartir algo de comida que habían preparado. El dueño del negocio del lugar después reconoció que por “la cuestión política”, no habían podido vender tanta comida como el año anterior. La revancha sin embargo vino a la noche con el baile y el cobro de una entrada.

Oraciones y algo más

Mientras se realizaba la misa en honor a su “patrona” en la plaza del lugar, un feroz viento amenazó con voltear algunas imágenes de santos dispuestas allí. El sacerdote aprovechó la ocasión para decir a los fieles que debían ser como “esclavos” de las estatuas y velar por resguardarlas. Luego de la procesión y de la misa que tuvo “comuniones y confirmaciones”, Nora, la chef oriunda de San Antonio de los Cobres, comentó a Cuarto Poder que muchas personas aprovechan realizar allí sus “sacramentos”, puesto que no son tan estrictos con los requisitos como las monjas de su lugar de nacimiento.

El fútbol es el deporte representativo de casi todas las fiestas patronales de pueblo, sumado a las misas, se realizan campeonatos de fútbol femenino y masculino. En ellos se entregan trofeos y medallas a las y los ganadores. Representa también para los organizadores una buena excusa para recaudar algo de dinero.

El pueblo de Tastil se viste de fiesta cada 30 de agosto o 1 de setiembre, sus habitantes comparten su fe católica, sus comidas típicas, sus artesanías, su deporte. El alcohol también forma parte del paisaje, lo reflejan las montañas de cajas de vino y fernet al otro día mientras limpian el salón donde se realizó el baile.

Las ruinas de Tastil —declaradas Monumento Histórico Nacional— y los petroglifos son la materialización de creaciones colectivas de algún tiempo atrás. En tanto que el museo inaugurado en 1975 y reinaugurado por el gobernador Juan Urtubey en 2012, contó con una inversión de $200.000 y en aquel momento el gobierno provincial destacaba la generación de “6 nuevos puestos de trabajo”. Según uno de los trabajadores del lugar hace algunos años que no se realiza ninguna inversión pese a que ya giraron notas a Patrimonio cultural.

La desinversión del lugar que en la actualidad forma parte también del Proyecto del Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, que busca la inclusión de sitios y caminos andinos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, es evidente a simple vista. En el frente de sus paredes de piedra, las letras del cartel del museo se han ido cayendo, por el viento o por el olvido en el que caen varios lugares del interior provincial, donde lo que sí permanece vivo son las prácticas culturales-religiosas, los rituales y mitos.