Este espacio se destina a reproducir testimonios de mujeres que sufrieron la violencia machista. Hoy habla Macarena de 26 años. Vive en Barrio Pinares. Es artesana y emprendedora independiente. (Gastón Iñíguez)

“Rondaba la crisis del 2001 y para ahorrar unos mangos del colectivo caminaba desde mi casa al colegio; vivía en ese momento cerca de la cancha de Juventud, la llamada zona roja, tenía 11 años y ya me había acostumbrado al acoso callejero; los autos paraban al costado cuando me veían y bajaban las ventanillas; yo lo había naturalizado como algo cotidiano pero no lo entendía, ahora lo pienso y me pregunto qué es lo que veían esos tipos. Era una nena con cuerpo de nena que caminaba en uniforme llevando los útiles.

En el 2004 tenía 14 años y acepté el trabajo que me ofrecía un amigo en su ‘ciber’ justamente para tener un dinero extra y además hacer las impresiones del colegio. Primero iba a la mañana pero como era de confianza y los otros empleados le robaban me propuso que lo cubra después de las 19 horas. Así es como salía del colegio y me iba a trabajar en el ciber con el uniforme y me quedaba hasta la medianoche; cerraba y me cruzaba justo al frente donde paraba el colectivo a mi casa.

Un día al salir pasa un hombre de contextura robusta, más o menos unos 40 años, en bicicleta y justo cuando cruzaba la calle me levanta la falda del uniforme y me toca; yo quedo paralizada, shockeada es la palabra, cruzo rápidamente a la parada del colectivo y solo atino a llamar desde mi celular al dueño del local que tenía auto para que me busque. En lo que corto la llamada veo venir al hombre en bicicleta y se para frente mío, me pregunta si quiero que me siga tocando y se queda ahí al lado mío acosándome. A los minutos llega mi amigo y salto dentro del auto. El tipo se acerca como para querer preguntarle algo pero él no baja el vidrio y arranca. Habrá supuesto que era algo así como mi ‘fiolo’.

Desde ese momento solo tuve miedo; ya no pude caminar tranquila y todo el tiempo que trabajé en el ciber, mi amigo me buscaba a la salida para llevarme a casa. Yo estaba acostumbrada a los personajes de la noche, a sentirme segura en presencia de las ‘chicas trabajadoras’ de la zona que me pedían que les grabe cds. Pero desde ese día me hice paranoica y ya no me resultaba cómodo caminar sin compañía.

Me recuerdo a mí misma como muy inocente, muy peque, estaba (mal) acostumbrada a caminar tranquila, a no sentir miedo. Pienso en mi hija por nacer y no me gustaría que ella también tenga que caminar con miedo, pegada a las paredes”.

Foto de Macarena: Gastón Iñíguez