A un mes de la aparición sin vida del ingeniero Luis Aguirre en el río Castellanos, su viuda recibió a Cuarto Poder. Hija de un militante secuestrado en Salta en 1975 y cuyos restos recién pudo recuperar en el 2012, habló de la investigación, sus dudas y la necesidad de que la Justicia le aclare las mismas. (Daniel Avalos)

La vida de Sandra Yañez es la antítesis de la de los afortunados. Si a estos la existencia pareciera no molestarlos y hacerle todo más fácil, la de esta mujer está atravesada por la tragedia, una trama que en los momentos centrales del devenir individual toma un giro que nunca es el soñado por las personas. Hace un mes volvió a ocurrir: el lunes 27 de julio, su marido, el ingeniero Luis Aguirre, desapareció y tras cuatro días de intensa búsqueda que involucró a muchos amigos y conocidos, su cuerpo fue encontrado sin vida, boca abajo y con el rostro y parte del torso dentro de las aguas del río Castellanos.

De zapatillas, jogging gris y remera blanca, Sandra recibe a Cuarto Poder. Tras la breve presentación, invita a tomar asiento en la mesa cuadrada donde al apoyar una bandeja con el pocillo de café, aparta un plano que según dice quedó “tal como lo dejó Luis el lunes que desapareció”. Allí comienza la charla atravesada por la congoja pero que no la desliza a la glorificación del que ya no está. Sandra sufre pero reconoce que su marido era depresivo y que por ello mismo ni bien reparo en su desaparición, pidió a la Policía que prescindiera de esperar las 24 horas que la ley exige para iniciar la búsqueda y rogar que la misma empiece en el momento.

Pero ahí nomas aclara que “Luis estaba bien en los últimos meses”. “Habíamos decidido trabajar de otra manera y vender algunas cosas que no íbamos a necesitar si subcontratáramos obras. Ese mismo día amaneció de lo más bien. Me preguntó a la mañana sobre la hora que debía llevar a mi mamá al médico y cuando le dije que recién a las 15.30, se quedó tranquilo y aliviado me dijo que entonces iba a ver a los albañiles en San Lorenzo para proveerlos de los materiales de construcción”, agrega. Fue en San Lorenzo, en la otra propiedad familiar cuando se lo vio por última vez con vida.

Reconstruir esos últimos momentos no le resulta difícil a esa mujer que de cuando en cuando, abandona la charla para dirigirse al interior de la casa y recordarle a su hijo Nicolás, de 9 años, que es hora de abandonar la tablet y dedicarse a la tarea escolar. “A las 9.45 su teléfono muestra que habló con Esteban y que ahora sé que discutieron, la factura del corralón en donde compró los materiales que habían pedido los albañiles indica que pagó a las 9.49; las cámaras de seguridad de unos vecinos registran que a las 9.55, los obreros descargaban los materiales de la camioneta en la casa de San Lorenzo. Y a las 10.10, la misma cámara muestra que se dirige caminando en dirección al río San Lorenzo con lo que parece ser una soga”, relata. Desde ese momento y hasta el jueves 30 de julio a las 16.51, todo fue desesperación, desconcierto y solidaridad de muchos.

Dudas y disgusto

Sandra Yañez está obsesionada desde entonces por hallar el detonante que le dio a la trama un giro letal. Descarta que la discusión telefónica con Esteban haya jugado ese rol, aun cuando una vecina del único corralón de San Lorenzo declarara que en ese lugar vio a un Luis abatido. Esteban es Ivetich, intendente de Chicoana, hombre que le había encargado al ingeniero la obra del matadero municipal, cuyo plano sigue en la mesa del living familiar. Yañez lo descarta de plano porque aun cuando Luis Aguirre se había enterado que una parte de la construcción quedaría en otras manos, ya había decidido dejarla del todo para concentrarse en otros planes diseñados con su mujer.

Al desconcierto, Sandra le suma ahora dudas: “Los albañiles de San Lorenzo sintieron un auto en el que creyeron que Luis subió después de descargar la camioneta de materiales. Si no se preocuparon en ese momento fue porque creían que era yo que había pasado a buscarlo como muchas veces hacíamos. Una mujer que tiene un almacén en San Lorenzo asegura que Luis le compró mandarinas y palta alrededor de las tres de la tarde y aunque no está del todo segura, cree que lo esperaba un vehículo que no sabe si era camioneta o auto. Una vez que a Luis lo encuentran muerto, resulta que el cuerpo no tenía rastros de fauna cadavérica en ninguna parte y el fiscal me transmitió que murió entre el lunes y la madrugada del martes, pero a él lo encontraron el jueves y en esos días hacía calor. La soga con la que aparecía en las cámaras de seguridad supuestamente la arrastró el río, pero el agua no arrastró los blíster de Alplax que dicen que tomó. Entonces… yo no descarto la versión oficial pero quiero cerrar mis dudas”.

La versión oficial es que Aguirre ingirió grandes dosis de Alplax, un medicamento que posee alprazolam, un fármaco usado para tratar trastornos de ansiedad y angustia, provocando en el ingeniero efectos de embotamiento y un desmayo que al dejarlo boca abajo y con la mitad del cuerpo en el agua, le provocó una asfixia por sumersión.

Cuando uno le pregunta a Sandra Yañez por qué esas dudas se expresan recién ahora, la mujer se sorprende y con la mirada potente sugiere lo que definitivamente es obvio: ha pasado sólo un mes desde todo aquello, el dolor todavía es insondable, hay que ocuparse del niño y hasta de los acuerdos sellados por contrato o verbalmente por su marido con distintos clientes. Y sin embargo, uno siente que en algún momento Sandra Yañez agradece la pregunta que le permite ilustrar aun más sus propias dudas: “No sólo no dejó una nota, como suelen hacer los que se suicidan. También dejó un reverendo lio que no termino de resolver con el tema de los trabajos. Por eso me molestó tanto El Tribuno, que además de adelantar la supuesta causa de la muerte antes de que se encuentre el cuerpo, tituló una vez que Luis le había dicho no sé a quién que nosotros estaríamos mejor sin él. No sé de dónde lo sacaron. Pero sí te puedo decir que con un hijo de 9 años que carga con su tablet, un titular así provoca que un día el niño te pregunte si eso era verdad, y si lo era porque no se lo dije”.

La nota de la que habla Sandra fue publicada por El Tribuno el 31 de julio pasado. Allí el uso del potencial (“El ingeniero le habría dicho a su mujer que iban a estar mejor sin él”) devino en un título que la mujer parece interpretar como uno que buscaba impactar al lector, pero que legitimaba ante la opinión pública la tesis de un suicidio de la que Yañez duda. “Además está el tema de las uñas”, enfatiza Sandra. “Las uñas de Luis eran perfectas en vida, pero cuando yo las vi las tenías todas maltrechas, como si hubiera arañado rocas. Lo vi personalmente porque una vez encontrado, mi familia y amigos querían evitarme el shock de presenciar el cuerpo pero yo lo tenía que ver. Yo no podía dejar de verlo”, recuerda.

Las tinieblas

La historia de Sandra Yañez explica bien su necesidad de ver el cuerpo de su marido muerto. Sandra es hija de Rubén Yáñez Velarde, un ex empleado de Agua y Energía vinculado en los 70 al sindicato de Luz y Fuerza y militante del Frente Revolucionario Peronista. Secuestrado el 8 de noviembre de 1975 y asesinado tres días después, cuando Sandra tenía 14 años, revistió como desaparecido hasta el 16 de febrero de 2012. Ese día, el Equipo Argentino de Antropología Forense dio con sus restos en el cementerio de Yala, provincia de Jujuy, donde había sido enterrado como NN.

0000553296

Durante 38 años, para Sandra Yañez la muerte de un ser querido estuvo vinculada a la ausencia del cuerpo. Ausencia que en ella despertó inocentes ilusiones. Si sabemos de las mismas, es porque las relató a la periodista Jimena Granados en una entrevista que se enmarcaba en el juicio contra los asesinos de su padre. Las ilusiones eran las siguientes: “Cuando vino la democracia, esperábamos que apareciera. Al no aparecer, lo buscaba en todos los cirujas. Pensaba que él podía haber quedado discapacitado por la tortura. Es más, había hombres de la calle a los que veía caminar y los encontraba muy parecidos a él. Mi hermana contó en el juicio que había pensado lo mismo”. (El Tribuno 24/4/15 pág. 9)

Así de sórdida y macabra fue la muerte argentina para miles de familiares de desaparecidos de la que Sandra forma parte. Cuerpos torturados por perversos personajes como Joaquín Guil (también condenado por ese caso) que perfeccionaban su arte de torturar para que la víctima hable, delate y traicione; para una vez conseguido o frustrado ese objetivo entregarse a la fría planificación del exceso. Así fue asesinado Rubén Yañez el 11de noviembre de 1975.

Los detalles escalofriantes aparecieron en el informe que el Equipo Argentino de Antropología Forense remitió al Dr. Domingo Batule de la Fiscalía Federal Nº 1 de Jujuy el 7 de marzo del 2012: cráneo multifragmentado, mandíbula fracturada, omóplatos fracturados, húmeros fracturados, una clavícula con fractura oblicua, esternón completamente fracturado, vertebras fracturadas, costillas fracturadas, coxal derecho e izquierdo de la pelvis multifragmentados, fémur derecho e izquierdo multifragmentados. Los forenses concluyeron que todo ello era “consistente con signos de arrollamiento por vehículo de motor”, no obstante lo cual “los restos analizados presentan impacto de proyectil de arma de fuego en cráneo”.

Y ante semejante historia, se entiende por qué Sandra reclama que la Justicia le despeje todas las dudas que posee sobre la muerte de su esposo. No sólo por la absoluta legitimidad del pedido; también porque uno quiere que esa mujer alcance la paz que en medio de la charla declaró como objetivo. Un tipo de paz que seguramente supondrá torcer el curso de una historia empeñada en arrastrarla a la tragedia, para que al fin la corriente tome una dirección contraria.

Los gracias de Sandra

Sandra Yañez, quiere transmitir en nombre suyo y de sus familiares más cercanos el agradecimiento a los muchos amigos, conocidos e instituciones que la ayudaron a sobrellevar los difíciles momentos que le tocaron vivir en el último mes y que ella misma redacto de esta manera:

“Sandra y Nico, hermanas y hermanos políticos, sobrinos y demás familiares y amigos de Luis Aguirre agradecemos infinitamente la solidaridad de todos los que colaboraron en su búsqueda. Esa solidaridad que se sintió como un abrazo en momentos desesperantes. Hoy Luis ya forma parte del viento y la tristeza de su ausencia se siente reconfortada de saber y sentir el cariño que supo cultivar.

Agradecemos a: sus amigos y colegas; entrenadores, jugadores y padres de Universitario Rugby Club; jugadores de rugby de otros clubes de Salta; la comunidad del Colegio ODESA, especialmente a los padres de cuarto grado; amigos de Cafh; Iglesia Evangélica Bautista B° 20 de Febrero; Compañeros de la Asociación Cultural y Deportiva de Profesionales de Salta; vecinos de B° Santa Ana; vecinos de B° La Loma; vecinos de Campo Caseros; miembros de COPAIPA; miembros de la Caja de Previsión Social para agrimensores, arquitectos, ingenieros y profesiones afines de Salta, miembros de la Asociación de Ingenieros; Sindicato de Luz y Fuerza; Comisaría 100 de San Lorenzo; a todos los medios de difusión; Departamento Bomberos de Salta; Departamento Policial Rural Ambiental; Departamento GOPAR; Departamento Canes; Departamento Caballería; Defensa Civil; Helicóptero de la Provincia; Servicio Penitenciario; Cuerpo de Rescate Especial Voluntario, Grupo de Búsqueda y Rescate Salta; Personal Motorizado de Prevención y Emergencia Municipalidad de Salta; Club Amigos de la Montaña; Grupo de Cuatriciclos Norte Travesía; Enduristas; Empresa Crear; Editorial Hanne; vecinos de San Lorenzo; especialmente al Dr. Ronaldo Robles y Sra; Sebastián Adamo… y a todos aquellos que caminando bajo el sol, pegando afiches, acompañando, orando o con una palabra de aliento, dijeron presente.

Porque todo ayudó. Y por eso reiteramos INFINITAS GRACIAS!

Invitamos a participar de la misa a realizarse en la Iglesia San Alfonso el día sábado 8 a hs 19:30, para rogar por su eterno descanso”.