Memoria con desbalance

Los desencuentros de Sergio Leavy con la Justicia datan de varios años, debido a testimonios que refrescaron numerosas denuncias en su contra. El candidato a Gobernador se presentó esta semana ante un juez federal, con un pedido inexplicable referido a un rival que ni siquiera figura en la causa. Conocé algunos hechos por los que fue investigado el ex intendente de Tartagal. Por Nardo Rodríguez 

Desesperado, Sergio Leavy acudió el lunes pasado al lugar que desde hace años intenta evitar: la Justicia.

En Salta, ahora, se pueden conocer algunas de sus andanzas por el interior de Salta. Al parecer, tiene más prontuario que currículum.

El abogado Sergio Heredia lo ha denunciado en numerosas ocasiones; sigue sus pasos de manera incansable, con la misma tenacidad con la que peleó por llegar a la verdad en la desaparición y muerte de Daniel Solano, el joven que se fue desde Tartagal al sur del país en busca de una mejor vida y terminó hallando el trabajo esclavo y la muerte. Heredia, a decir verdad, hizo más por esclarecer ese caso que las mismas autoridades de Tartagal, lugar donde se seleccionaba a los futuros “esclavos”.

Heredia contó, entrevistado en FM Pacífico por Héctor Alí, que el incremento patrimonial de Leavy fue tan rápido, tan vertiginoso, que no pasó desapercibido para nadie: de andar en bicicleta, a tener un reino. Heredia recuerda que Leavy llegó a Tartagal “con una mano atrás y otra adelante”.

“A mí me da un poco de gracia y no me gusta para nada la utilización de la justicia por parte de los políticos cuando les conviene. Sergio leavy actualmente tiene el cargo de senador nacional, entonces él ya tiene otra postura para marcar presencia o reclamar justicia, en este caso ante un juzgado federal”, dijo Heredia, molesto en esa entrevista radial. Y con esta frase evidenció lo que sentía por esa puesta en escena –algo burda, notablemente mal actuada- protagonizada por Leavy en las escalinatas del juzgado Federal: “Es como se dice,  el muerto riéndose del degollado”.

Heredia logró, una vez, torcerle el brazo a Leavy, cuando fue destituido.

Hagamos un poco de memoria: Leavy fue electo intendente de Tartagal en 2007, el mismo año que Urtubey accedió a la Gobernación. Después fue denunciado por “fraude a la administración pública” y hasta fue destituido. El Concejo Deliberante de esa ciudad lo destituyó. En su contra pesaban denuncias por malversación de fondos públicos y los concejales aprobaron su remoción. El 20 de octubre de 2009, con el voto de 8 de los 11 miembros, el Concejo Deliberante de Tartagal, con el asesoramiento legal del abogado Sergio Heredia, separó del cargo al intendente Sergio Leavy dando a conocer en forma taxativa más de 16 cargos en su contra.

Uno de los argumentos más firmes para su destitución fue la escasa reconstrucción que se hizo luego del alud que vivió Tartagal a pesar de los fondos públicos recibidos desde la Nación.

Pero los magistrados U le permitieron una sobrevida.

“Juan Manuel Urtubey siempre lo protegió. Ustedes hacían referencia a la destitución. Fue un procedimiento impecable y sin embargo la Corte objetó sobre el derecho a defensa”, recordó. Mencionó, además, que el “Caso Almaraz” quedó en la nada.

 

¿Les suena el caso?

 

El 9 de febrero del 2009 la ciudad de Tartagal se inundó. Allí donde algunos veían una tragedia, el Oso vio una oportunidad difícil de dejar pasar. Para eso necesitaba un fantasma. Ese fantasma fue el plomero Martín Almaraz. El gasista y trabajador de la construcción denunció en su momento en el Ministerio Público Fiscal que se realizaron 16 facturas con su nombre de alrededor de 216 mil pesos por el alquiler de máquinas, las cuales habrían sido realizadas por el municipio a cargo de la gestión de Sergio Leavy.

La “reconstrucción” de esta ciudad norteña resultó provechosa para el intendente.

 

No vivía en un bosque muy contento

 

Antes de llegar a la intendencia, Leavy ya buscaba la forma de llenar sus bolsillos de forma non sancta. Tenía un negocio con canchas de Paddle, tuvo numerosos juicios porque dejaba deudas en todos lados, según Heredia. Después empezó un trabajo en la madera, como empleado de  gente de Buenos Aires. Un depredador de los montes fiscales. Tuvo varias denuncias.

“Él ahora reclama por una cuestión política, contra el intendente de Salta. Nos da vergüenza, habría que mostrar las innumerables barbaridades que hizo leavy en tartagal. Estamos ante un delincuente de primera línea. Que me haga juicio, siemrpe amenazaron con hacerme un juicio y nunca lo hicieron, porque yo tengo pruebas”, dijo Heredia, quien recordó que cuando SL era intendente salían camiones cargados de artefactos eléctricos de la municipalidad, que terminaban en comercios privados.

En la entrevista Heredia no se calló nada: recordó un caso de acoso sexual en la municipalidad: una mujer fue a pedir un bolsón a la municipalidad y, en apariencia, le pedían sexo a cambio

Mencionó, también, el trabajo en negro dentro del municipio. Más de mil empleados que trabajan, hoy en día (de manos de su hermano, Eduardo “Chanchín”), por 4 mil pesos por quincena. El caso más duro, evocado por Heredia, fue el de una mujer que trabajó 20 años en negro y, cuando tuvo un problema en los brazos, la echaron como si fuera basura.

Indio mirar para otro lado

Heredia recordó, por último, que además del respaldo del ejecutivo provincial, también hubo un respaldo absoluto por parte del presidente de la Cámara de diputados, Santiago Godoy. Heredia narró que fue, en numerosas ocasiones, a mostrarle todas las pruebas que había contra “El Oso”.  Godoy, desde luego, no movió ni un dedo para llegar a la verdad.

“Es una mafia que inexplicablemente llegó al poder”, dijo Heredia en la entrevista.

En realidad sí hay una explicación: Leavy se atrevió a tanto porque se sabía impune. Y se sabía impune porque desde la capital había gente que lo respaldaba, de manera incondicional. En medio de la desesperada situación de los tartagalenses.