A 18 meses del derrumbe de las dársenas de la terminal de ómnibus, las mejoras prometidas por la empresa encargada de las reparaciones no aparecen, a pesar de que el negocio produce una renta que supera los 10 millones de pesos. (A.R.)
Cuando todos lamentaban la desgracia con suerte (al no haber producido víctimas de ningún tipo) que significó el derrumbe de las dársenas del la terminal de ómnibus, el Secretario de Gobierno de la municipalidad, Roque Mascarello, trató de encontrarle el lado positivo a lo ocurrido. Declaró oportunamente que “la comuna decidió sacar un saldo positivo de esta situación desagradable y se decidió construir una terminal nueva para los salteños que incluya otras mejoras como escalera mecánica, aire acondicionado, un pequeño centro comercial”. Las declaraciones fueron publicadas en la web municipal el 10 de abril del 2012, cuando Mascarello junto al que se presentó como nuevo titular de Terminal S.A. (Eduardo Levín) presentaron el proyecto de reconstrucción de la misma.
Nada de eso se ha concretado todavía. En el medio de toda la trama ocurrió un cambio de accionista mayor de la empresa que recayó en Eduardo Levín, quien adquirió el 50% de las acciones después del derrumbe. Un negocio ampliamente lucrativo no sólo por lo que genera de ingresos, sino también porque las autoridades encargadas de hacer cumplir lo que el empresario había comprometido, casi nunca cumplen el rol que les cabe, favoreciendo así al hombre que hasta ese entonces había descollado en el negocio hotelero y en el rubro de los seguros, además de ser el vicepresidente de la Cámara de Turismo de Salta.
Lo primero y lo último no pareció importarle al empresario que, despreocupado por el pésimo estado del lugar a donde arriban miles de turistas a la capital salteña, nada ha concretado aún de lo que se había comprometido a realizar en doce meses: boleterías en el entrepiso que no están, escaleras mecánicas inexistentes, aire acondicionado y calefacción central que brillan por su ausencia o un shopping center en el lugar de las actuales boleterías que, por supuesto, siguen estando en su lugar de siempre. El programa de reparación debía concluir en diciembre de ese año y aun cuando se supo la empresa accedió a una prórroga de otro año, las obras siguen brillando por su ausencia.
Plata hay
Oportunamente, los medios habían informado que el dinero que se precisaba para los trabajos era de ocho millones. Una cifra menor a la que sin dudas recauda la empresa en tanto los ingresos registrados en el año 2011 superaron los diez millones. Monto que era que el producto de cobros de distintas tasas.
Como suele ocurrir en estos casos, las fuentes que posibilitaron un cálculo preciso de los ingresos vinieron de ex inversores frustrados: publicistas del lugar que confirmaron que en ese año la tasa por publicitar les significaba a todos un promedio de $15.000 mensuales, aún cuando debían abstenerse de publicitar los productos o servicios de las empresas que alquilaban un local en la terminal. Estos últimos, igualmente, confirmaron que el total de sus aportes suponían un promedio mensual de $200.000 y que anualmente significaron poco más de $2.000.000. Este rubro junto al denominado “Uso de Plataforma” y “Playa de Estacionamiento”, fueron de los más lucrativos para la empresa que recaudó por ellos tres millones de pesos para el primer, y casi un millón y medio de pesos para el segundo. El resto de los ingresos, por el contrario oscilaron entre los $600.000 y $95.000 anuales repartidos de la siguiente manera: Guardería de Equipaje, Cabinas Telefónicas, Expensas, Publicidad y el siempre ambiguo “otros ingresos”.