Un estudio reciente revela que Salta es la provincia con mayor porcentaje de pobres del país. 450 mil salteños se encuentran bajo esta categoría. Qué es ser pobre hoy en Argentina. Cuáles son los otros distritos con problemas similares.

Jorge Paz, investigador de la UNSa y del Conicet, publicó en los últimos días un informe donde se analizan distintas variables de pobreza y arroja como resultado que el NEA y el NOA poseen altos porcentajes de esta problemática, y que Salta es la provincia con mayor promedio del país.

Paz asegura que Salta tiene 450 mil pobres, una cifra mayor que provincias grandes como Córdoba (que tiene 412 mil) y Santa Fe (416 mil). Incluso Tucumán, bastión histórico de la pobreza nacional en los últimos años, posee un número menor con 380 mil.

Salta, Tucumán, Corrientes, Santiago del Estero, Jujuy, Formosa, Misiones y Catamarca concentran el 30,2 por ciento de los pobres de Argentina, pese a contar sólo con el 17% de la población total del país. En total, en Argentina hay 6,36 millones de pobres. Casi el 40 por ciento (2,5 millones) viven en la provincia de Buenos Aires.

El sitio web Región Norte Grande explica que, en el informe de Paz (publicado originalmente en La Voz del Interior), la dimensión que más incide en la pobreza es la exclusión laboral, aunque esta es la privación más pareja en las provincias. La capacidad económica, con una incidencia menor, también es bastante similar. En cambio, otros indicadores como asistencia de niños a la escuela, saneamiento o vivienda (con menor impacto en el total) muestran las mayores diferencias y son las que más ayudan a explicar las diferencias entre una provincia y otra.

El trabajo de Jorge Paz se centra en las diferencias regionales pero con un enfoque de múltiples dimensiones. Se piensa la pobreza no referido a cuánto la persona tiene sino a lo que es capaz o no de hacer. Se miden 27 dimensiones, divididas en cuatro grupos: capacidad económica (se incluyen fuentes como subsidios, caridad, préstamos), vivienda adecuada, saneamiento (agua, combustible, baño), e inclusión social (niños que asisten a la escuela, jóvenes que estudian o trabajan, adultos con empleo, formales y salario superior al mínimo, adultos mayores con cobertura previsional).

“Mirar el problema desde esta perspectiva multidimensional deja a la vista muchos aspectos que permiten identificar prioridades para las políticas públicas”, explica Paz. El resultado depende de la cantidad de privaciones que se tomen para considerar a una persona pobre: si se cuentan cuatro (de las 27), la medición para 2013 arroja 14,2 millones de pobres (más del 35 por ciento); si se toman seis (en línea con estudios mundiales), son 6,36 millones (16 por ciento). Paz resalta que esta medición de privaciones tiene en cuenta la pobreza relativa, cómo está una persona respecto al resto de la comunidad, y también tiene implícitas cuestiones de desigualdad.

¿Qué es pobreza?

RNG asegura también que las numerosas mediciones más conocidas sobre la cantidad de pobres tienen un denominador común: toman a este fenómeno sólo desde el punto de vista de los ingresos. Sin embargo, este es un concepto que va cambiando y que tiene múltiples aristas. La falta de difusión de datos oficiales desde 2013 (y la no credibilidad de los valores previos) está dando origen a una gran discusión con múltiples números sobre cuántos pobres hay hoy en Argentina.

Se explica que hay dos formas de medir a los sectores pobres: estructural y coyuntural. La primera se basa en las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que analiza si una familia tiene alguna de estas carencias: hacinamiento, retrete con descarga de agua, vivienda precaria, niño que no va a la escuela. Este indicador se mide en los censos de población y las últimas mediciones ya están mostrando un piso en Argentina (cerca de ocho por ciento).

La otra medición, la coyuntural, mide la pobreza monetaria. Se pone precio a una canasta básica de alimentos y una canasta básica total; las familias cuyos ingresos no alcanzan a cubrir la primera, están en la indigencia; las que no llegan a la segunda, son pobres.

Todas las estimaciones que se difunden habitualmente (incluida la que era del Indec) se basan en este parámetro. Lo único que cambia es cuál es el valor de la canasta, mientras más alta sea, más familias serán pobres y viceversa. Los rangos de variación son tan amplios como ir desde un 20 hasta un 35 por ciento de pobres (entre ocho millones y 15 millones de personas).

Cualquier medición de pobreza que segmente por rango etario muestra una realidad preocupante: en la niñez la incidencia es mucho más alta. Además, el segmento de niños y adolescentes tienen otras carencias: educación (la deserción es 10 puntos porcentuales superior entre los pobres, y un millón de jóvenes no estudian ni trabajan); vivienda; salud (un tercio de la población total no tiene cobertura y entre los menores este porcentaje llega al 40 por ciento); mortalidad infantil.

RNG rescata a Leonardo Gasparini, investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad Nacional de la Plata (Cedlas), quien señala que en América Latina, bajo el nivel de cuatro dólares está casi el 25 por ciento de la población en 2013. En 1980 y en 1992 era superior al 40 por ciento. El docente expuso en una jornada organizada por los 80 años del Instituto de Economía y Finanzas (IEF) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Estuvo junto con Luis Beccaria y Jorge Paz.

Para Argentina, la estimación corregida del Cedlas arroja un valor de 21,4 por ciento para 2014. Hubo una fuerte caída desde 2003 (56,8) pero creció desde el piso de 18,5 por ciento en 2012. En 1998, se dio el menor valor de los ’90 (27,1).

Las dos mediciones tradicionales, la de NBI y la de la valoración de los ingresos tienen limitaciones para entender el fenómeno actual. La de NBI, al igual que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas, toma un concepto que está siendo superado. En el mismo sentido está la medición por canastas de alimentos: si una persona puede comer o le alcanza para cubrir bienes básicos, ya no es pobre.

“Tener agua, alimentos, vestimenta no hace que uno no sea pobre”, subraya Martín Maldonado, investigador del Conicet. “En Argentina, medido por IDH la pobreza es bajísima, entre tres y cuatro por ciento. Este indicador, como el de NBI está pensado para países como los africanos, pero está quedando en desuso”, agrega.

En este sentido, explica que con la pobreza está pasando algo parecido a la educación: 100 años atrás, la persona que sabía leer y escribir era educada; hoy, eso ya no alcanza y se deben incluir otros parámetros.