Los accidentes de tránsito continúan en aumento con respecto a períodos anteriores, situando a nuestra provincia entre las más desgraciadas a nivel nacional. A continuación, algunas conclusiones que grafican y explican el letal fenómeno y el por qué los decesos en rutas y calles, parecen no tener fin. (Zahir)

Las imprudencias al volante parecieran no disminuir con medida alguna, ni siquiera con los números alarmantes que año tras año enlutan a nuestra provincia con centenares de muertes evitables. Según la Asociación Luchemos por la Vida, durante el año pasado, en Salta se registraron 289 víctimas fatales (6 más que en el 2012 y 38 más que hace dos años), superada por la provincia de Buenos Aires (2.457), Santa Fe (698), Córdoba (553), Misiones (396), Mendoza (369) y Santiago del Estero (353).

La Asociación reveló que nuestro país ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes de tránsito. Más de 20 personas mueren por día; cerca de 8.000 víctimas fatales por año y unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados. Por estos números, los accidentes de tránsito constituyen la primera causa de muerte en menores de 35 años, y la tercera sobre la totalidad de los argentinos. Las pérdidas económicas del tránsito caótico y accidentes de tránsito superan los U$S 10.000 millones anuales.

Causas

El alcohol al volante es una de las dos principales causas de accidentes de tránsito con muertos y/o heridos graves (la primera es el exceso de velocidad). Dato que quedó evidenciado en dos hechos que tuvieron gran repercusión mediática; la tragedia en Campo Quijano que se cobró la vida de 4 personas y el choque entre un camión y un colectivo en Mendoza donde hubo 16 víctimas fatales, y en ambos casos, los conductores que provocaron los siniestros iban alcoholizados.

La Asociación investigó acerca de la cantidad de conductores que manejan alcoholizados y también creencias y conocimientos sobre el tema. De los datos recogidos surge que: el 67% de los encuestados consume habitualmente bebidas alcohólicas. Muchos de ellos conducen después de haber bebido. El problema es más grave los fines de semana, en el cual un 69% conduce después de comer y beber alcohol. Lo que supone que el 46% del total de los conductores conduce alcoholizado durante el fin de semana.

¿Qué saben los conductores sobre alcohol y conducción? El 47% de los encuestados no conoce el límite legal de alcohol tolerado en sangre en conductores particulares (0,5g/l). El 65% cree que un sólo vaso de alcohol no afecta la capacidad para conducir. El 58% cree que el tiempo para que se pasen los efectos del alcohol es menor al necesario.

El 29% de los encuestados no conoce el límite legal de alcohol tolerado en sangre en conductores profesionales (0g/1). El 22% de los encuestados piensa que hay que tomar 3 o más vasos de vino para que la capacidad de conducir se vea afectada. Finalmente, el 50% de los encuestados calcula 2 botellas o más de cerveza para cada invitado si organiza una fiesta, el 32% una botella por persona.

Además, la mayoría de los conductores de ambos sexos se consideran mejores o mucho mejores conductores que los demás (67,5%). La sobreestimación de la propia capacidad constituye un factor de importancia en la producción de accidentes, ya que influye en el momento de la toma de decisiones al conducir, en especial al decidir cuestiones que se relacionan con asumir riesgos, tales como la velocidad de conducción, maniobras de sobrepaso, etc.

La justicia

La Justicia local, desde el 2010, recibe un promedio de 1,65 causas diarias por lesiones y muertes en accidentes de tránsito. El Código Penal, establece una pena que va de 2 a 5 años de prisión para aquel que causare la muerte por la conducción imprudente, negligente, inexperta, o antirreglamentaria de un vehículo automotor, agravándose la pena de 3 a 6 años de prisión si el conductor se diese a la fuga, estuviese bajo los efectos de estupefacientes, con un nivel de alcoholemia igual o superior a 1 gramo por litro de sangre, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad de más de 50 kilómetros por encima de los límites reglamentarios. El monto de la pena si bien puede parecer exiguo por el perjuicio creado, no lo es teniendo en cuenta que se trata de un homicidio culposo, es decir, que el autor no tuvo la intención o voluntad de ocasionarlo.

En este sentido, los tribunales del país desechan la figura del dolo eventual, ya que para atribuirle a alguien una conducta dolosa, la intención de dañar debe probarse y jamás puede presumirse, como a veces sucede cuando erróneamente se pretende tener por demostrado el dolo, simplemente por el obrar imprudente que precedió al resultado, ya que con este criterio se generaría una inseguridad jurídica al quedar imprecisa la línea que separa al dolo eventual de la culpa, y de esta forma, de cualquier conducta imprudente o negligente podríamos hacer la misma conjetura.

De todas formas habrá una reparación pecuniaria a la familia de la víctima y también se podrán implementar medidas administrativas más severas, como sería el impedimento para volver a manejar por un lapso más prolongado. Finalmente decimos que el monto de la pena habilita la excarcelación y solo se la puede denegar si se acredita un peligro procesal, como sería el caso de que el autor intentara evadir u obstaculizar la justicia, pero no se pueden crear otras causales inexistentes en la ley procesal.

Perspectivas

Ha quedado demostrado que el mero conocimiento de la normativa no es suficiente. La mayoría de los siniestrados tienen licencia de conducir y pertenecen a todos los estratos sociales. Por tal motivo creemos que la Autoridad de contralor debe tomar cartas en el asunto y aplicar todos los recursos humanos, materiales y tecnológicos para la prevención en las calles y rutas.

La Autoridad, además de controlar la velocidad y el estado etílico del conductor e imponer sanciones administrativas, debe acondicionar las calles y rutas para minimizar los riesgos, por ejemplo, a través de la implementación de reductores de velocidades en puntos estratégicos, mejoramiento de las calzadas, en este último caso con el ensanchamiento y repavimentación de las mismas y/o construcción de vías de una sola mano, sobre todo en avenidas y rutas.

Aplicar la tecnología para detectar fatiga, alcohol y exceso de velocidad. En este sentido, la Unión Europea está estudiando aplicar a todos los coches limitadores de velocidad que se activen a velocidades que rondarían las 70 millas por hora, menos de 115 km/h., dentro del programa de la UE que persigue rebajar las muertes por accidentes de tráfico en al menos un tercio. Bajo este propósito, todos los nuevos coches deberían ser equipados con cámaras que pudieran leer las señales que indican el tope de velocidad para, una vez alcanzado ese límite, activar automáticamente los frenos e impedir así que sea superado. Una solución europea para los problemas de los argentinos.