Por segunda vez en dos años la Municipalidad de Salta volcará millones en refacciones y obras para la plaza 9 de julio. La vocación microcentrista de la gestión Romero desentona fuertemente con el que fuera su slogan predilecto. ¿Y la hora de los barrios?

Ya sea por interés particular o por tradición familiar, en el ideario romerista la plaza 9 de julio aparece siempre como emblema indiscutible de la salteñidad. Es sabido que cuando desde adentro o desde afuera se alude a Salta como «la linda», a lo que en realidad se apunta es a la Capital salteña y, en particular, a unas pocas cuadras del casco céntrico. De allí que la historia y el marketing turístico hayan confluido convenientemente en cada uno de los lineamientos de gestión del romerismo.

Los barrios podrán caerse a pedazos, pero la imagen que se proyecta al mundo a través del turismo es lo último que debe descuidarse. Al menos así parecen interpretarlo desde la gestión municipal según se desprende de la resolución 1214/2022 para la «renovación y puesta en valor de la Plaza 9 de julio y el casco histórico de la ciudad de Salta (etapa 1)». En concreto, para mejorar el semblante del microcentro capitalino se fijó un presupuesto oficial de $125.390.728,30 con un plazo de Ejecución de 120 días. Un proyecto que no parece para nada prioritario en comparación con las necesidades y carencias que afrontan los habitantes de los márgenes de la ciudad.

Como cada vez que se habla de «puesta en valor», los alcances y precisiones del concepto son un completo misterio. Entre los argumentos de la resolución, el ejecutivo cita que es un objetivo de la gestión «garantizar el sistema patrimonial urbano cultural y responder a las necesidades y uso cotidiano de este espacio por parte de salteños y turistas». Lo llamativo es que se trata del segundo plan de obras que involucra refacciones en la plaza principal de la ciudad de Salta en un plazo apenas mayor a los dos años. Al igual que ahora, los señalamientos se hicieron oír en distintos ámbitos cuando se realizó el primer anuncio sobre las obras en el microcentro. Vale preguntarse ¿Qué es lo que motiva al municipio a volcar semejante cantidad de dinero en la zona más preservada de la ciudad?

Primeros indicios

En marzo de 2020, en su primer discurso de apertura de sesiones ante el concejo deliberante, la intendenta anunció -entre otros proyectos- la «puesta en valor y renovación de la plaza 9 de julio» con una inversión de $50 millones. La jefa comunal adelantó por entonces que se realizarían trabajos de renovación, tareas de mantenimiento de caminerías, recovas y la remodelación de elementos patrimoniales del casco histórico.

A la inversión inicial se sumarían fondos municipales con el objetivo de embellecer «el punto de encuentro de los salteños».

Entre los que tomaron la palabra para denunciar el carácter centralista del anuncio estuvo el concejal Santiago Alurralde, quien señaló que «la propia Intendente dejó por escrito que primero van a estar los barrios». Ante ello, cuestionó: «¿Por qué entonces una de las primeras obras de gran magnitud, que va a llevar casi 50 millones de pesos, se va para el corazón de Salta y no para todas las plazas o espacios verdes?».

En ese sentido, el edil refirió que «en la Comisión de Ambiente nos estamos cansando de pedir desmalezado, puesta en valor, funcionamiento y demás. Sinceramente, con la mano en el corazón, ¿hacen falta 50 millones de pesos a la Plaza 9 de Julio?», insistió. 

Además, recordó que la puesta en valor del casco céntrico, estaba ya prevista en las obras del Corredor de la Fe, y advirtió que esos millones se podrían haber invertido en otras plazas y espacios comunes de los distintos barrios “que realmente lo necesitan”.

Mi padrino, el Macro

Fueron muchos los que recordaron que, si de mantener en condiciones óptimas la plaza central se trata, se encuentra vigente un convenio entre la municipalidad de Salta y la entidad bancaria que mantiene de rehenes a todos los empleados públicos de la provincia. 

El programa de padrinazgo que funciona desde 2014 fue ratificado en julio de este año por la intendenta Romero y, con el nuevo acuerdo firmado, Banco Macro se comprometió a realizar una inversión anual de casi 5 millones de pesos.

El dinero, según consta en el convenio, deberá destinarse al mantenimiento de canteros y césped, caminos internos, sistemas de riego, trabajos de pintura y señalética entre otros. La Municipalidad de la ciudad de Salta, por su parte, tiene a su cargo el control y supervisión de estas tareas.

El convenio configura el ejemplo típico de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), mediante la cual las empresas enjuagan su imagen aportando «desinteresadamente» al medio del que se valen. La sola existencia de dicho convenio debería agregar más interrogantes sobre el proyecto del ejecutivo. Si el programa de padrinazgo realmente cumplió su función ¿Qué objeto tienen las nuevas obras?, ¿Qué trabajos específicos se realizarán en torno a la plaza central?

El estado de preservación de la plaza 9 de julio, al fin y al cabo, puede ser materia de discusión y discrepancias. Los nexos entre el poder político y el banco más poderoso de la región, nunca lo serán. 

Todo para el centro

El fallido intento de endeudar al municipio por $1100 millones en mayo de este año, también incluía algunos indicios del centralismo de la gestión bettinista. En el anexo del proyecto se enumeraron las obras que integrarían el programa «Salta en Obras», al que irían destinados los fondos del empréstito. Sin detallar montos, el proyecto preveía la realización de obras tales como el eje Yrigoyen, que comprendía la puesta en valor de la arteria que comunica la zona sudeste con el centro. Según detallaron, estaba prevista también la cobertura del canal de Av. Yrigoyen. A eso debía sumarse la puesta en valor del Paseo Ameghino, la puesta en valor del Paseo de los Poetas y el nuevo acceso a la ciudad por El Portezuelo, que abarcaba caminería para peatones, un puente peatonal y seguridad vial. 

La evidente concentración de obras en el perímetro céntrico de la ciudad choca de lleno con las demandas más urgentes de los barrios, como la refuncionalización de las calles o la extensión del alumbrado. La posibilidad de contraer deuda a través de organismos internacionales fue habilitada por el concejo deliberante, pero con la condición de contar con la aprobación de dos tercios del cuerpo. 

En la plaza 9 de julio y alrededores las tareas de refuncionalización y de «puesta en valor» están próximas a comenzar mientras en los márgenes de la ciudad son miles los vecinos que se preguntan ¿Y la hora de los barrios?