La aclamada directora de cine pasó por el festival salteño del séptimo arte y aprovechó la ocasión para criticar la simbiosis de cultura y turismo.
En una amena charla junto a Bárbara Sarasola Day, Lucrecia Martel habló de todo, en el marco de una nueva semana del cine argentino en Salta.
Charlaron más de dos horas, así que en esta nota resumiremos algunas cuestiones básicas. Una, fue la forma en que se produce cine. Bárbara Sarasola Day le había mencionado a Martel que cuando vio La Ciénaga, algo que le había impresionado es que todo le parecía real, y se dio cuenta de que eso podía ser contado en una película. Hasta ese momento, sólo pensaba en los modelos norteamericanos o europeos.
Martel dijo: “Hay una cosa muy extraña, que hay que revisar en toda la educación. Siempre, las primeras herramientas con las que vamos a escribir o hacer algún tipo de arte, filmar o hacer música, siempre hay algo que nos separa de la realidad. Como si en el proceso de aprendizaje hubiese algo que hace que nuestra propia experiencia de seres humanos sea insuficiente. La ciénaga no tiene una innovación de ningún estilo, es simplemente que está hecha en base a lo inmediato, a lo que nos rodea. Eso inmediato lo tenemos todos, distinto, por supuesto, somos testigos privilegiados y no sé qué pasó con nuestra educación, pero estamos como arrancados del lugar. Siempre hay un modelo que no tiene nada que ver con lo que te rodea… está despreciado lo que te rodea”, dijo.
Sarasola Day acotó que el artista termina haciendo una adaptación acomplejada. “Como si no pudiéramos confiar en la fuerza de lo cercano”.
Martel, por su parte, señaló: “Cuando vos a una persona le quitas la potencia de su experiencia como persona y todo lo que siente y observa tienen que estar filtrado, en esta provincia filtrado fuertemente por la tradición, como si hubiese un siglo de oro por el cual hay que mirar todo, eso empobrece lo humano. O le humane. Es terrible y casi se puede aplicar a todo… Es algo que tiene que ver profundamente con la cultura judeo cristiana: despreciar el presente. Apostar todo a un futuro del que no somos artífices. Todo esto hace que la experiencia de lo que nos rodea. parece que no somos dignos testigos de lo que nos rodea y que lo que nos rodea no tiene la altura de la Mitología Griega, no tiene la altura de la literatura del siglo XIX”.
“Hay que ser honestos con lo que percibimos. He invertido millones en deshacerme de la educación. Y no es fácil. Cuando más cociente seas de que tenés una limitación para comprender lo otro, hay que estar alertas sobre que tenemos esa limitación…. ¿Qué es la universalidad? Es el terror a lo particular. ¿Quién puede determinar qué es lo universal? El que tiene poder para establecer qué es lo standard. Filmen pensando en los vecinos y lo va a entender todo el mundo. Si lo entiende tu barrio, lo entiende todo el mundo; eso es contrario a lo universal.
Fue entonces que cargó contra Netflix.
“El argumento no es la película. El argumento es una forma muy mañosa de contar. Hay un conflicto y dos que se pelean… pero una película no es una guerra. Ese modelo bélico no sirve para contar todo”, dijo. Enfatizó que las series son un retroceso narrativo. “Porque si bien es posible que venga otra generación y otras empresas (porque Netflix, por Dios, lleva todo para el mismo lado), ahora está muy dominada por la trama, muy dominada por el diálogo canchero o por la ocurrencia y la obligación de enganchar”, dijo.
Y fue más allá: “Nunca se van a terminar las pandemias si no enflaquece Netflix… cuánta gente que no veía películas porque decía que no tenía tiempo, ve dos temporadas de ocho horas de una serie”.
En otro momento de la charla hablaron de la situación cultural de Salta. Comenzó incomodando sobre la imperante concepción de cultura y su inevitable asociación con el turismo, que va más allá de si forman o no, parte de un mismo Ministerio.
“La cultura no es un adorno, no es el turismo, es lo que hace que nos dé gusto estar todos juntos, que tengamos de qué hablar, que nos construyamos simbólicamente, es muy importante. En este como en todos los Gobiernos de la mayoría de las provincias, la cultura viene de la mano del turismo y es algo para el turista. ¿Qué problema surge ahí? que la cultura que se le vende al turista es él viene a buscar, entonces terminamos en la idea de la tradición, del conservadurismo patético”, planteó Lucrecia.
En procura de la tarea de repensar la problemática, sumó a la reflexión: “la cultura de una provincia es lo que nos va a hacer ser mejores en todo, en la industria, en mejorar nuestra sociedad, en pensarnos de mejor manera. No es un adorno para los festivales”.
Más allá de la separación administrativa dispuesta en la última reforma a la Ley de Ministerios, lo que fue advertido a Martel por una de las participantes en la charla, Lucrecia fue enfática al señalar: “separen de turismo cultura porque no es lo mismo, la cultura es para nosotros, para que simbólicamente mejoremos como provincia, para que tengamos mejores ideas que la tradición, los valores y los gauchos. Los únicos gauchos que respeto, son aquellos que toman el caballo y ayudan a cruzar a la gente por un río que ha crecido”.
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