Están en la mira de la justicia por protestar en el centro salteño. Mientras dan una mano a los peregrinos, ruegan a las autoridades eclesiásticas que intervengan por ellos.
Al poder no le gusta la protesta ni el caos. Por eso son siete los trabajadores de remises que fueron imputados por “entorpecimiento a los medios de transporte y de comunicación”, luego de una manifestación en el centro salteño.
Los trabajadores del volante habían cortado la avenida San Martín. Levantaron la protesta sólo después de una promesa de funcionarios, aunque esa promesa nunca se cumplió.
Lo que sí se cumplió fue el castigo. Con una rapidez extraordinaria, la justicia los puso bajo la lupa y anunció que sigue la cacería.
Sobre los trabajadores también cayó el castigo de los dueños de las remiseras: a muchos les dieron de baja. A uno hasta le dijeron que no puede trabajar “por diferencias ideológicas”.
Ayer, de todos modos, los trabajadores se organizaron para recibir a los peregrinos de Santa Victoria Este. Y quieren entregarle una carta al Arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, para pedirle que intervenga por sus fuentes laborales.