Hoy 7 de mayo se cumplen 19 años del primer piquete en Mosconi, una forma de protesta que se trasladó a todo el país. Cómo fue esa histórica jornada que aún hoy influye en las movilizaciones obreras y en las maneras de dar a conocer una injusticia. (F.A.) 

“Tensión ante un posible desalojo por la fuerza. Salta: sigue cortada la ruta 34”, titulaba Clarín el viernes 9 de mayo de 1997. El artículo informaba: “Unos cuatro mil pobladores de General Mosconi y Tartagal amenazaron anoche con tomar el municipio tartagalense, en caso de que los gendarmes inicien un desalojo compulsivo de la gente que ha cortado la ruta nacional 34, en reclamo al Gobierno local y nacional por fuentes de trabajo”.

El conflicto había estallado en las últimas horas del miércoles 7. Durante toda esa primera jornada, hubo reclamos, tensión, acusaciones entre el gobierno y los desocupados y una movilización histórica que aún hoy tiene influencia en todo el país.

Clarín relataba que durante el primer día de la protesta, el comandante Aníbal Mestegui, jefe del Escuadrón 52 de Tartagal, informaba de la situación al juez federal Abel Cornejo, de quien se esperaba la orden de desalojar la ruta. “Durante el día surgieron distintas versiones, como la de que se esperaba la llegada de 300 efectivos de Gendarmería que enviaría el Gobierno nacional. Pero fuentes del Ministerio del Interior aseguraron a Clarín que Carlos Corach ‘no dispuso ni le solicitaron refuerzos’ de Gendarmería para viajar a Tartagal, al menos hasta anoche. Y que el Gobierno no participará del conflicto si el juez Cornejo no lo solicita”, agregaba el matutino.

El origen

Las informaciones de esas horas eran claras: el corte de la ruta se había producido con un centenar de vehículos cruzados sobre la ruta 34, pobladores y quema de cubiertas. “Eso generó un gigantesco estancamiento de camiones, colectivos y coches que se dirigían hacia el norte en un tramo de tres kilómetros. En el lugar había mujeres, estudiantes, docentes y empresarios”, expresaba Clarín, que definía a Tartagal como “un pueblo de desocupados” por la privatización de YPF y el cierre del ferrocarril, consecuencias de la gestión de Carlos Menem.

“La decisión de interrumpir la ruta fue tomada en la plaza central de Tartagal, en una asamblea popular el miércoles por la noche. Hasta ese momento, el periodista Marcelino Gerez y la concejala del Frepaso en la localidad de Mosconi, Graciela Zriki, permanecían en huelga de hambre. Los cortes se produjeron en los primeros minutos del jueves en General Mosconi, a 9 kilómetros de Tartagal, y a 61 de Salvador Mazza, localidad salteña fronteriza con San José de Pocitos, Bolivia”, agregaba el diario. A la medida se adhirieron los comerciantes locales, que comenzaron a cerrar los negocios. Además, maestros y profesores decidieron no dictar clases y se plegaron a la protesta, continuaba la información.

Mientras tanto, Juan Carlos Romero, quien atravesaba su primer mandato como gobernador de la provincia, aseguraba que todo era un golpe del Partido Renovador de Salta debido a su mal andar en las encuestas. El artículo de Clarín destacaba otra frase de Romero parecida a la meritocracia que por estos días da vueltas por la televisión: “La desocupación no se resuelve cortando rutas, sino trabajando”. El delegado de la Unión de Trabajadores Desocupados de Tartagal, Jorge Quiroz, decía, en cambio, que de cada diez personas, siete estaban desocupadas. Agregaba que el índice de desocupación era del 65 por ciento de la población activa.

“Mientras esto sucedía, el ministro de Trabajo Armando Caro Figueroa suspendió imprevistamente su viaje a Salta, donde debía participar del Seminario de Capacitación Laboral denominado ‘Una inversión inteligente’. Pero su reemplazante, el ex gobernador salteño Hernán Cornejo (PJ), actual secretario de Empleo y Capacitación, anticipó que ‘en unos días se va a anunciar que la desocupación descendió casi un punto en relación al 17,3 % de octubre de 1996’”, finalizaba el artículo. En realidad, lo peor estaba por venir.

Cómo siguió

El 10 de noviembre de 2000, frente al acceso sur de General Mosconi, sobre la ruta 34, después de que Abel Cornejo asegurara en persona que no habría represión, el avance policial se concretó y se cobró la vida de Aníbal Verón, referente de los trabajadores cesanteados por la empresa de transporte Atahualpa.

El 17 de junio de 2001, cuando la 34 ya llevaba dos semanas de cortes en Mosconi, hubo dos muertos, cincuenta heridos y seis detenidos. “Lo que se inició con un clásico método disuasivo a base de gases lacrimógenos, terminó tres horas después a balazos limpio. El plomo reemplazó a la goma con el guiño del juez (Cornejo) al ver que de las respuestas de los manifestantes no se limitaban a insultos y hondazos”, informaba Página 12 al día siguiente.

Ese diario porteño también resumía el estado de ánimo general de la provincia: “La mayoría de las críticas de los trabajadores apuntaron a Juan Carlos Romero. En el momento del conflicto el gobernador menemista se encontraba participando en una misa de Corpus Cristi. ‘Estos son grupos minúsculos, guiados vaya a saber por qué intereses tratan de desestabilizar el sistema democrático’, dijo Romero, quien se comunicó con el presidente Fernando de la Rúa para intercambiar opiniones. El gobernador no fue el único sorprendido: muchos salteños celebraban en ese momento un nuevo aniversario de la muerte de Martín Miguel de Güemes. Claro que no sólo el agua de una inusual lluvia para esta época del año desactivó los actos, desfiles y fogones tradicionales. También lo hicieron las balas -de goma y plomo- y los gases lacrimógenos, en una escena que volvió a la memoria los enfrentamientos del año pasado, donde se produjo la emblemática muerte de Aníbal Verón”.

El mismo lunes 18, el diario La Nación resumía los conflictos: “Hace tiempo que las rutas argentinas huelen a neumáticos quemados”.