Somos el segundo país con el combustible más caro de la región y hubo un cuarto incremento en el año. Más de la mitad del precio corresponde a impuestos que tanto gobierno nacional como provincial recaudan rápida y fácilmente. (Gonzalo Teruel)

En cualquier lugar del mundo, cuando sube el precio del petróleo, sube el precio de la nafta, algo lógico si se tiene en cuenta que la materia prima del combustible líquido es justamente el fósil elemento. Pero en Argentina se da también el fenómeno inverso: cuándo baja el precio del petróleo, sube el precio de las naftas. La explicación a tan extraño proceso, aportada en múltiples oportunidades por funcionarios de gobierno y gerentes de compañías internacionales, es que la suba de los valores domésticos es utilizada por las petroleras (con aval del gobierno) para compensar las pérdidas por la baja externa y garantizar la continuidad de la actividad en la Patagonia y en el norte del país.

A comienzos de año, con una cotización internacional por debajo de los 30 dólares por barril de petróleo (la menor en 12 años, después de haber tocado máximos de hasta casi 150 dólares a mediados de 2008) y un precio argentino equivalente a 60 dólares aproximadamente, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren explicó algunas causas del extraño comportamiento del negocio petrolero local. “Tenemos que recordar de dónde venimos. De los últimos 12 años, en 10 ocurrió al revés, el precio internacional estaba por arriba de 100 dólares el barril y en la Argentina estaba entre 40 y 60 dólares y eso impidió invertir” dijo y advirtió que “actualizar (a la baja) el precio al nivel internacional provocaría que quedara mucha gente fuera de su puesto de trabajo en las provincias (como Salta) que producen petróleo y gas”.

Como sea, en el país siempre pagan (y mucho) los consumidores. Esta semana, de hecho, Argentina se convirtió en el segundo país con el combustible más caro de la región tras el cuarto aumento autorizado por el gobierno en lo que va del año. “El valor de la nafta súper llegó en promedio a $17,08, sólo por debajo del precio de Uruguay de $19,89” reveló el diario Ámbito Financiero y agregó que “antes de producirse el flamante aumento el país tenía valores similares a los de Chile y Brasil, pero eso ya quedó en el pasado”. Lo que no se dijo allí que en nuestra provincia el precio supera los 18 pesos.

El peso impositivo

Además de estar sometido a los vaivenes propios de un mercado muy inestable, al precio de las naftas se suma un inocultable interés fiscal por parte de las autoridades nacionales, provinciales y hasta municipales. El importe del combustible, en efecto, depende del petróleo y de varios ítems recaudatorios específicos. Un artículo publicado por el diario Clarín reveló hace unos años que “más de la mitad del precio de las naftas es impuesto” y explicó que “para el Tesoro Nacional, la ventaja de gravar los combustibles es que se trata de una vía de rápida y fácil recaudación”.

“Esos impuestos tienen una gran incidencia en el precio final que pagan los consumidores. Representan más de la mitad del precio en la estación de servicio. Eso significa que por cada $10 que el automovilista abona en la estación de servicio, el Tesoro se lleva entre $5 y $6 según el tipo de combustible” describió el matutino porteño y puntualizó que “al precio de compra en las refinerías hay que sumarle más de 100% en impuestos”.

A nivel nacional, los impuestos que se aplican varían según el tipo de combustible. En el caso de las naftas, al precio de compra a las refinerías hay que sumarle un 62% de Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), un 5% de Tasa Hídrica, un 21% de IVA y un 3,5% de Ingresos Brutos. En el caso del gasoil, el precio de compra a las petroleras se completa con los mismos impuestos que pesan sobre las naftas pero en lugar de la Tasa Hídrica se paga la Tasa Vial de 22% y un ITC de 19%. En Salta, según explicó Ricardo Stella, titular de la Cámara de Expendedores Combustibles, la única modificación se da en los Impuesto Brutos aquí llamados a las Actividades Económicas que suman un 3,1% (2,5% más un 0,6% en concepto de Tasa de Salubridad e Higiene) y no el 3,5%.

De cualquier manera, el componente impositivo de cada litro de combustible “es enorme” en palabras del empresario que recordó cómo en el pasado, en las gestiones municipales de Víctor Abelardo Montoya y Guillermo López Mireau, por ejemplo, se sancionaron ordenanzas para gravar la “circulación de combustibles” que después fueron derogadas. Según un reporte de CAME, en los últimos años y sobre todo entre 2012 y 2014, muchos jefes comunales (en su mayoría del PRO y del Frente Renovador) crearon “tasas viales” de entre $0,1 y $0,4 por litro de nafta y de $0,01 a $0,15 por metro cúbico de gas natural comprimido despachado para financiar obras de infraestructura en calles y rutas. En Salta el entonces intendente Miguel Isa también lo intentó pero no tuvo mayor suerte.

El exsecretario de Energía, Flavio Aguilera, indicó a Cuarto Poder que la provincia “no participa en la formación, ni control del precio de las naftas” y lo mismo hizo Stella que aseguró “el precio se decide, de manera remota, desde Buenos Aires”. Además, el estacionero reconoció que en la provincia el combustible es más caro que en el centro del país “por el flete y por decisión de los gerentes de la compañías petroleras”. En efecto, durante la última semana se observó una diferencia de hasta $2 por litro de nafta súper entre estaciones de servicio de Salta y de Capital Federal.

Interpelado por el nuevo e impactante incremento, el ministro Aranguren respondió que “fue implementado en forma gradual: 6% en enero, 6% en marzo, 6% en abril y ahora (en mayo) un 10%, lo cual acumula al día de hoy un incremento del 31%, cuando el aumento (en pesos) del petróleo producto de la devaluación fue del 35%” y, como no podía ser de otra manera, no desacató futuros aumentos.

“Argentina, como siempre, es un caso único. Acá los combustibles tienen otra dinámica y se mueven en torno a un precio local: el del barril criollo”, sintetizó hace algunas semanas un especialista del sector petrolero consultado por el portal web La Política On Line. En otras palabras, si sube o si baja el precio internacional del petróleo, no importa. Los combustibles subirán en el país porque su importe está determinado por el valor internacional, por las variaciones cambiarias y por la necesidad fiscal de los gobiernos nacional, provincial y hasta municipal.