En 14 meses 5.544 personas hicieron consultas en los once dispositivos que posee la Secretaría de Adicciones en la provincia: 3367 son de Capital, 1409 de Orán y 768 de Tartagal. La edad de inicio de consumo es entre los 12 y los 14 años. (Federico Anzardi)
La Secretaría de Adicciones maneja datos preocupantes a partir del registro de consultas realizadas durante el 2015 y el primer bimestre de 2016. La población que asiste a consulta, por ejemplo, se centra en el rango de edad entre los quince y los dieciocho años. El 86% de los consultantes son masculinos. Cuando se presentan a consulta, revelan una realidad inquietante: el 85% no estudia. El 46% no terminó la secundaria. El 23,4% no terminó la primaria. Y sólo el 2,1% completó sus estudios superiores. Entre las causas de deserción, se destacan el consumo (23,4%). falta de motivación (12,8%), trabajo (5,3%) y bajo rendimiento (2,1%).
En el ámbito laboral, el 43,6% trabajaba en el momento que realizó la consulta. Su actividad se desarrollaba principalmente en trabajos independientes poco rentados, como changas. El resto que no trabaja en su mayoría está desempleado.
El 54,44% de los que realizaron consultas no trabaja. Hay desocupados (25,5%), independientes (27,7%), temporarios y en relación de dependencia (5,3% cada uno).
La edad de inicio de consumo se centra entre los doce y los catorce años. Hay grandes porcentajes entre los 12 (14,9%), 13 (10,6), 14 (21,3) y 15 (21,3). Luego decae al 5,3 a los 16 años, porcentaje que regresa a los 18 años, para bajar nuevamente. Lo llamativo es que hay casos de consultas de niños de 5, 7, 8, 9 y 10 años.
La sustancia de inicio para el 51% es la marihuana. En segundo lugar, con el 26,6%, aparecen las bebidas alcohólicas. Al respecto, el informe asegura que el alcohol es la sustancia más consumida a lo largo del tiempo y no es problematizada por los que consultan, ya que se trata de una sustancia legal, socialmente aceptada y promovida, por lo que no la consideran una sustancia de inicio.
Pasta base es la sustancia de inicio en el 6,4% de los casos. Cocaína en el 2,2%. Inhalantes como el pegamento, el 4,3%.
Al preguntar cuáles son las sustancias que consumen actualmente, el 52,3% contestó pasta base. El 45,5, alcohol; el 44,3, marihuana. Inhalantes, psicofármacos, cocaína y otras sustancias presentan porcentajes menores.
Entre los datos relevados, el informe destaca que sólo el doce por ciento de los pacientes únicamente consumieron alcohol a lo largo del tiempo. Este número se incrementa a un 37% que actualmente consume sólo alcohol pero que a lo largo del tiempo experimentó con otras sustancias. Otro dato importante es que hay un 37% que sólo consume pasta base.
El 58% de los que consultan consumen a diario, el 33 lo hace semanalmente y el 1,1 de manera quincenal.
La palabra oficial
“Lo que yo veo cuando tomamos estos casos es el nivel de desinserción que tienen en la vida social”, asegura el Secretario de Adicciones, Martín Teruel. Y argumenta: “Altas tasas de desempleo o subempleo y abandono de la escolarización. El 23% plantea que dejaron de estudiar debido al consumo, lo cual es interesante, porque esto nos advierte que el porcentaje mayoritario no dejó de estudiar como consecuencia del uso de sustancias. Entonces podríamos pensar que los consumos y otras problemáticas sociales añadidas son consecuencias de la desinserción y no al revés”.
“Uno puede y debe ser muy claro respecto de cómo una persona que desarrolla un consumo problemático después tiene consecuencias que van afectando su vida. Pero también tenemos la obligación de ser realistas y preguntarnos ¿y antes de las adicciones qué? ¿Cuáles son todos esos factores que hicieron que una persona esté quedando fuera del sistema y qué de esos factores incidieron para que desarrolle un consumo problemático?”, se pregunta, desde su oficina de Belgrano al 1000.
“Lo que salta a la vista es que el problema de consumo es concomitante a otra serie de problemáticas sociales, donde la inserción laboral y educativa son claves”, concluye.
Para el secretario, “está claro que las primeras experiencias de consumo de la gente están relacionadas con hábitos que están instalados en el intercambio social”, como el consumo recreativo o experimental. “Ese es el modo en el que la mayoría de las personas empieza a consumir. No es cierto que empiecen a consumir como una forma de respuesta a los problemas que tienen. Empiezan por muchas razones, de las cuales las de mayor incidencia son los factores sociales en términos de difusión, oferta que se hace de consumir y disponibilidad de sustancias. Pero también está claro que las personas que quedan enganchadas en el consumo, se vuelven dependientes y no lo pueden dejar, son personas a las que les pasa algo. Hay un padecimiento en el fondo de los consumos problemáticos que tiene que ver con la problemática de cada persona. Uno podría decir que, en el fondo, la causa última de todos los padecimientos humanos es la falta de amor. Dicho así suena hasta cursi, pero podríamos plantear que cuando una persona se engancha algo le pasa en el orden de su propia imagen, de su propia idea de la capacidad que tiene para resolver su dolor, y que generalmente tiene que ver con padecimientos afectivos”, explica.
Teruel, psicólogo con más de veinte años de experiencia, asegura que hay problemas de consumo en todas las clases sociales. “La población que nosotros recibimos es claramente la que está más desfavorecida socialmente. La consulta de los sectores económicamente más acomodados se hace en el ámbito privado, por fuera del Estado. Muchos de los hijos de las personas que tienen una posición económica mejor no se tratan en Salta sino que van a otros lugares. No sólo porque tienen la posibilidad financiera de hacerlo, sino porque como sigue siendo una problemática estigmatizante, la familia muchas veces prefiere sacar de circulación del intercambio social al miembro que está con este problema”, asegura.
Un problema de todos
Al considerar a las adicciones como una problemática que excede a la sustancias, Teruel y sus colaboradores de la Secretaría ya están trabajando de manera conjunta con otras áreas del gobierno.
“Empezamos durante el año pasado a trazar un plan interministerial para los próximos tres quinquenios. Eso implica un trabajo puertas adentro en el Estado y después sumar a los demás actores sociales: ONGs, universidades, sector privado, iglesias. Abrir más centros es una responsabilidad. Ahora tenemos once dispositivos en la provincia. Pretendemos duplicar la cantidad este año. Tenemos que ir por más. Para estar más cerca de aquellas personas que no consultan y para que las que sí lo hacen tengan una red más amplia”, dice.
Por ahora, hay centros en General Güemes, Cafayate, Salta, Orán y Tartagal. “En el norte de la provincia queremos abrir más dispositivos en Embarcación y Mosconi. Por lo menos tiene que haber tres dispositivos más en el norte, con distintos niveles de complejidad. En el sur de la provincia no hay una atención sistematizada de estos problemas. Hay que abrir en Metán y están previstos otros dos municipios adyacentes. La idea es tener un criterio regional, donde haya cada vez más dispositivos cerca de la gente”.
“Otra de las cosas que se van a empezar a concretar este año es abordaje con las comunidades originarias”, anticipa el funcionario. Agrega que en esas comunidades “desde siempre ha habido índices altos de consumo de alcohol”, pero en los últimos años “empiezan a haber alarmas por la aparición de drogas que antes no estaban: cocaína, pasta base, marihuana”.
Reducción de daños
Para Teruel, “es necesario que de una vez por todas se establezca claramente que se tiene que trabajar en reducción de daños”. Explica que las metas en los procesos de mejoramiento de alguien que consume droga no necesariamente tienen que ser abstinencia. “Las metas pueden ser otras. Y el abordaje de los consumos problemáticos tiene que ser entendido como un proceso cuya evolución no se puede medir solamente por el hecho que una persona no consuma drogas. Puede haber regulación en los consumos, que exista acceso al sistema sanitario, que tengan la posibilidad de que no se los obligue a vivir de una determinada manera, sino que se los pueda escuchar, respetar. Tener una mirada más comprensiva y cuidando que los consumos de aquellos sujetos que no están dispuestos a abandonarlos deterioren lo menos posible su salud y los vínculos con los demás”.
Teruel asegura que la famosa expresión “el flagelo de la droga” es algo que no ayuda a abordar de manera realista el problema. “Es un estereotipo erróneo hablar de ‘la droga’ o meter a todo en la misma bolsa -argumenta-. Porque habría que empezar por ser muy claro en decir que las drogas legales no son mejores que las ilegales, no hacen menos daño. Al contrario, los índices más altos de patologías y de mortalidad están asociados a los excesos con drogas legales. Hay que correrse de ese estereotipo. Las drogas son diversas, tienen distintos mecanismos de acción y distintas consecuencias”.
Pero más que hablar de las drogas”, dice Teruel, hay que hablar de los consumos. “El problema está en los consumos y las consecuencias que las personas tienen en relación con esos consumos. El alcohol es un ejemplo muy claro: es una droga legal, está disponible, está en todos los supermercados y almacenes y esa presencia no constituye el alcoholismo. Esto no quiere decir que no se deba combatir con toda decisión el negocio del narcotráfico. Esto quiere decir que la mirada, si nos interesa la gente, no tiene que estar puesta en las drogas sino en las problemáticas que llevan a la gente a consumir y en cómo esos consumos a su vez pueden agravar una serie de problemas. ¿Se entiende?”.