Salta está tan linda con el gobierno de “el cambio” que de todo el mundo quieren venirse para estos valles. Al parecer la eficiente gestión provincial fue determinante para que cuatro senegaleses desesperados por una mejor vida, quisieran entrar ilegalmente al territorio gaucho.

El hecho ocurrió en la fronteriza localidad de Aguas Blancas. Allí fueron fueron detenidos cuatro ciudadanos de origen senegalés, en un camino alternativo sobre Ruta Nacional Nº 50. La noticia en sí misma es bastante ordinaria, aunque esta vez llamó la atención el método que los africanos utilizaron para ingresar a la tierra prometida. De averiguaciones que hizo la Sub Comisaría de Aguas Blancas, se pudo determinar que estas personas habrían abordado gomones desde la localidad de Bermejo República de Bolivia hacia la localidad de Aguas Blancas en Salta.

El mecanismo de ingreso recuerda a esos balseros cubanos que hicieron  historia durante la segunda mitad del siglo pasado, intentando llegar al paraíso del capitalismo y su ley del pie en tierra. Gomones para entrar a Salta es como el sol de Pichanal para un ex primera dama.

Es un contacto lateral pero certero con Miami. Según la propia policía “habrían pasado a esta país por lugares clandestinos y tratarían de evadir los controles de Gendarmería Nacional, para desplazarse a otras provincias, modalidad que es utilizada por las bandas delictivas organizadas que se dedican al tráfico ilegal de personas”. Y por si no quedó claro que la frontera salteña ya cuanta con narcos y coyotes propios, la fuerza policial de la provincia destaca “el trabajo en conjunto y coordinado” que realizan con Gendarmería “en el tráfico ilegal de personas”, por lo que se continúa con la investigación “a los fines de determinar los causantes dedicados al tráfico de personas”. Es evidente que si existen bandas delictivas que ingresan gente al país por pasos clandestinos, también pueden sacar gente del país por esos mismos pasos. La desaparición de mujeres en Salta entonces debería cobrar otro tenor para los responsables políticos de la provincia. Sin embargo, en honor a la verdad el tráfico de personas lleva más de una década instalado en Salta, sin que nadie haga mucho al respecto.

El primer periodista en detectar la gravedad de este flagelo fue el hoy conocido conductor radial Daniel Murillo, quien en el año 2000 advertía sobre esta situación en su artículo “Chinito, chinito toca la malaca, chinito, chinito, toca el bongó”. En ese momento el joven Murillo hacía sus primeras armas en el periodismo y destapó una problemática creciente que hoy es grave delito consumado. El artículo publicado en Cuarto Poder daba cuenta –como su título lo indica- del tráfico de personas de nacionalidad China. Esta semana los inmigrantes ilegales fueron senegaleses. Los cuatro serán deportados a Bolivia. Mañana quizás entren etíopes o bulgaros. Nadie controla. Los tiempos cambian, los delitos crecen.