Mediciones demuestran que un peronismo unificado podría ganar las elecciones en 2019 y además señalan a CFK como la principal figura del sector. Juan Manuel Urtubey dinamita puentes con el kirchnerismo y pretende ser la alternativa intermedia. Aureliano Oliva
Contra lo que sostiene en público el gobernador salteño, la condición de posibilidad de todo el peronismo es que a Cambiemos le “vaya mal”. En ese sentido el politólogo Pablo Touzon afirma que el peronismo desde 1989 en adelante es el “partido del orden”: ofrece gobernabilidad frente a la crisis política ajena. La necesita para ser alternativa de gobierno. Si Cambiemos reflota con resultados económicos en el corto plazo y vuelve a mostrarse con capacidad de gobierno, el peronismo está en problemas: lo que ofrece ya existe.
Por eso la correlación de fuerzas actual esperanza a todos los opositores. El “gradualismo” que combina ortodoxia económica con asistencia social no consigue impedir que el malestar social continúe en alza. En una encuesta publicada a fines del mes de abril en el diario Clarin, sobre un trabajo de 500 casos en CABA y Gran Buenos Aires, se afirma que el 48,4% optaría por un candidato opositor frente a un 35,1% que reelegiría al oficialismo y un 16,6% que se mantiene indeciso. En un relevamiento “post tarifazo” difundido por el periodista Joaquín Morales Solá, Mauricio Macri tiene un 55% de rechazo y un 45% de aceptación.
Después de haber sobrevivido a los fantasmas de todo gobierno no peronista, las elecciones de medio término y los paros generales, el macrismo se muestra débil. A la falta de resultados económicos se le suman fricciones con sus aliados de la Unión Cívica Radical (UCR) y entre sus primeras líneas de conducción. Crecen las tensiones entre el sector de Jaime Durán Barba y Marcos Peña que piensan un país “post partidos tradicionales” y el sector de Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, partidarios de sostener la alianza con el peronismo amigable, incluso sumarlo a las propias filas.
En este marco, el bloque que conduce Miguel Pichetto sumó una nueva derrota en su alianza con Cambiemos: tuvieron que desglosar de la reforma del Código Procesal Penal el título sobre espionaje y desestimar modificaciones sobre subordinación de los fiscales provinciales y el dictado de prisión preventiva. Este tratamiento generó tensiones con el resto de los mandatarios que no vieron con buenos ojos la detención del exgobernador de Jujuy, Eduardo Fellner. Además, surgen versiones de nuevas migraciones del bloque de senadores nacionales.
¿Luis me ves?
La flamante intervención del Partido Justicialista (PJ), que posicionó al frente al polémico Luis Barrionuevo, ya adelantó que imaginan para 2019 una interna entre Juan Manuel Urtubey, José De la Sota, Florencio Randazzo y Sergio Massa.
Los cuatros fueron derrotados en las últimas elecciones de 2017 y en la encuesta citada no figuran en el podio. Frente a la pregunta “¿Quién le gustaría que fuera su candidato?” el 19,1% elige a Cristina Fernández, el 12,8% a la gobernadora María Eugenia Vidal y el 9,4% al presidente Mauricio Macri. Más abajo de la tabla se ubican Sergio Massa con el 6,4% y Florencio Randazzo con 3%, en las respuestas no se menciona al gobernador Urtubey. Un dato para nada menor es que se registra un 30% de indecisos, espacio donde el peronismo amigable planea sembrar. En un eventual ballotage, la misma encuesta sostiene que Mauricio Macri perdería frente a Massa 44% a 32,4% y frente a Cristina Fernández por 40,4% a 39,2%. Según la medición Juan Manuel Urtubey pierde frente al presidente, al igual que Felipe Solá y Agustín Rossi.
En los pasillos del Gran Bourg, ciertas versiones dicen que hay una suerte de acuerdo no escrito entre Urtubey y Massa que data de aquellas primeras muestras en público que compartieron con Diego Bossio. En aquel conclave, aparentemente acordaron que, si Juan Urtubey “medía más”, Massa se bajaría a la provincia de Buenos Aires para ser candidato a gobernador. Si Massa continúa favorecido por las mediciones ¿Urtubey pelearía por una senaduría nacional por Salta? Igual análisis cabe para las versiones dentro de los pasillos que hablan de un acuerdo subterfugio con Cristina Fernández; los que los conocen de cerca saben que nunca, aún después del giro público del salteño, tuvieron una relación atirantada ni mucho menos.
Eso va en línea con otro dato de la medición: el 45,1% de quienes afirman que votarían un candidato justicialista afirma que Cristina Fernández es la figura ideal para unificar el peronismo. Los hechos parecen desmentirlo: tras la catastrófica elección de 2017 del PJ en Buenos Aires, donde CFK fue la opositora más votada pese a su derrota, la expresidente no alcanzó ni siquiera el 37% de los votos ni generó una rápida búsqueda de unificación peronista bajo su égida. Al contrario, muchos dirigentes vieron en su derrota el principio del fin de su liderazgo.
Urtubey afirma que si las diferencias “son incompatibles” no habrá unidad y dinamita sin cuartel los puentes con el kirchnerismo. En esa misma posición se encuentran diversos gobernadores, la línea de Pichetto y otros peronistas como Alberto Fernández. Cambiemos ve con buenos ojos y apoya la maniobra del gobernador de Salta para ser candidato sin reunirse con el ala K.
La esperanza blanca
Toda estrategia tiene una matriz de acumulación política, Urtubey parece construirla en base a tres ejes discursivos: superación de la “grieta”, épica federal y renovación peronista.
Se posiciona desde la llamada “ancha avenida del medio” y sostiene que Mauricio Macri y Cristina Fernández “son la grieta” que hay que superar. Afirma que ambos son tributarios del “centralismo porteño” y de un estilo de conducción “personalista”. Esgrime ser una renovación peronista que ofrece una alternativa “horizontal y colectiva”, alejado del espectro de la corrupción y desprovisto de los vestigios confrontativos del populismo, al que denomina “el pasado”. Una “alternativa política superadora, no contradictoria”, como la definió en una entrevista al diario La Gaceta.
Juan Manuel Quiere representar un peronismo liberal y pragmático, eficaz para ajustar y más diestro en los métodos de asistencia y clientelismo. Así lo dijo en una declaración cedida a un diario de circulación nacional: “Tenemos que presentar una alternativa superadora, fortalezcamos el mercado y la vinculación en el mundo, pero con una lógica de economía social. Ahora, si otros quieren otra vez el control de cambios y el cepo es imposible”.
El salteño, por su procedencia del interior del país y su retórica federalista, intentará disputar el imaginario social que se conformó en torno al conflicto por las retenciones móviles en el año 2008, principal base social y sustento previo sobre el cual se edificó la Alianza Cambiemos. En ese sentido cabría preguntarse también: ¿por qué esa parte de la sociedad cambiaría un gobierno de centro derecha no peronista por una opción justicialista de centro derecha “manchada” por su pasado kirchnerista?
Sin embargo, Urtubey que también conoce las sagradas escrituras de conducción, sabe que la experiencia política en carne propia es “la maestra de los tontos”, que es mejor aprender de los errores de los demás: no puede pincharse antes de tiempo como Massa en 2013-2015. Por eso insiste en que no es momento de hablar de candidaturas sino de reconstruir el PJ.
Según el periodista Horacio Verbitsky, los llamados grupos económicos locales diversificados y referenciados fundamentalmente en entidades de la patronal rural y en la Unión Industrial Argentina (UIA), donde capitaneaba el hermano del gobernador, José Urtubey, están en busca de un representante que les dé vuelo a sus reclamos sectoriales por costos y competitividad frente al gobierno de Cambiemos.
Pujas al interior de los sectores dominantes por encontrar un proyecto económico que los contemple a todos y un nuevo bipartidismo que asegure que esa puja económica no se convierta en crisis del sistema político. Urtubey se disputará con Massa ser la esperanza blanca del círculo rojo argentino.